La actividad minera en los montes de
Triano tuvo su periodo de mayor intensidad entre finales del siglo XIX y
principios del XX, aunque aún subsistió varias décadas más. La abundancia y
calidad del hierro que dio nombre a estos montes parece que era conocida desde
la época de los romanos, y funcionó como motor de la potente industria de
Bizkaia hasta bien entrado el siglo pasado. La frenética actividad ha dejado
profunda huella en el paisaje de esta comarca, y contribuyó a descubrir formaciones
kársticas cuyas hendiduras y galerías facilitaban a su vez la extracción del
mineral.
La cueva de la Magdalena se encuentra
en la ladera de Peña
San Juan y muy próxima al paraje del Saúco, donde podemos
encontrar numerosos vestigios de las antiguas explotaciones. En el interior de
la gran caverna se localiza una modesta ermita, mirando hacia los valles encartados
desde un lugar de belleza sorprendente y espectacular que podemos alcanzar sin
dificultad.
DISTANCIA: 9 kms
DESNIVEL: 420 m . (100-524)
DIFICULTAD: Media-Baja 7 (4-3-0)
ITINERARIO: ida y vuelta Inicio y final: Parque de Atxuriaga-La Aceña
(Galdames)
VIAS: Pistas de piedrilla y cemento,
senderos de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, por la A 8 dirección Santander salida
Muskiz, para tomar la BI-3794
en dirección a esta localidad. Se cruza la
N-634 para tomar la BI-2701 hacia Santelices y Galdames, y luego la BI-3632 hasta La Aceña. Bizkaibus A-3323
Portugalete-Galdames parada La Aceña
Más información:
Guía cartográfica de
Bizkaia mapa 23
Aunque lo más habitual es acceder a la cueva desde La
Arboleda y Peñas Negras (itinerario 4),
proponemos esta vez iniciar la ruta desde el barrio de La Aceña , en Galdames. A unos 100 metros de este
tranquilo núcleo de casas se encuentra el área recreativa de Atxuriaga, donde
también se inicia la Vía Verde de Galdames , que sigue el trazado del valle
hacia el norte. En el amplio parque tenemos un buen aparcamiento, donde podemos
iniciar la marcha.
Parque de Atxuriaga-La Aceña |
En la misma zona verde buscamos un camino que bordea el parque por la parte más alta en dirección norte, dirigiendonos hacia unos
pabellones industriales que vemos al fondo. Pasamos junto a un edificio que
parece albergar un bar (siempre lo hemos visto cerrado) y enseguida nos
encontramos una bifurcación. Aquí nos desviamos a la derecha para dejar el área
recreativa y tomar el camino del monte.
Estamos en una pista de tierra que sube muy suavemente,
ahora en dirección contraria al inicio (Este). Al fondo se distingue la potente
silueta del Pico de la Cruz ,
y el firme pasa a ser de cemento durante unos minutos. Cruzamos después un paso
canadiense y la carreterilla adquiere mayor pendiente. Llegamos a la segunda
herradura, donde giramos a la izquierda junto a un vallado con vacas.
VARIANTE: Detrás de esta granja hay un sendero que
atraviesa la mina Rita (que veremos después de lejos) y remonta con fuerza
directamente hacia la cueva, pero no tenemos certeza de que se encuentre
practicable.
Camino y Pico de La Cruz |
Seguimos con desnivel relativamente fuerte (sobre el
20%) y continuo, pasando junto a dos carteles que indican hacia El Pico y Escarpada, antiguos
barrios mineros hoy desaparecidos, donde sólo queda alguna pequeña explotación
ganadera. Tercera herradura y vuelta a la trayectoria anterior.
Tras otro tramo casi recto, dejamos una desviación por
la izquierda por donde continúa el cemento hasta un edificio del Consorcio de
Aguas (Bueno, vale, los más perezosos pueden llegar hasta aquí en coche,
ahorrandose la mitad del camino, pero qué hay entonces de los beneficios del ejercicio
físico moderado? Y nuestro sistema cardiovascular, la mineralización de los huesos,
la oxigenación de las células, el control de la hipertensión...? Venga, no seamos tan
vagos!).
Galdames y valle de Sopuerta |
Con las ruinas de un caserío en el cruce, seguimos
unos metros de frente, otra vez por camino de piedrilla, y por la derecha se
nos abren bonitos paisajes sobre el valle, con Galdames protegida por el
pequeño macizo de Ubieta-Zipar y Larrea, el valle de Sopuerta y Alen más al oeste, por delante de
numerosas cimas que emergen desde Cantabria.
De nuevo junto a otra especie de pequeña granja, la
pendiente recobra potencia, mientras el firme se vuelve muy pedregoso, con
grandes guijarros que dificultan la marcha, y surcos dibujados por las
escorrentías. Pasamos junto a los muros derribados de otra casa y por la
derecha se adivinan los peñascos desnudos de la mina Rita.
Casi de repente, el entorno cambia por completo, y nos
internamos en un sendero terroso bajo un tupido arbolado en que predominan los
grandes eucaliptos. Se agradece, sobre todo si hace calor, porque el desnivel
se suaviza otra vez y vamos siempre bajo la sombra. A cambio, podemos encontrar
algo más de barro. Cruzamos un pequeño arroyo y de inmediato encontramos una
bifurcación, donde tomamos –para variar- el camino que sube más decididamente,
que en unos minutos nos sitúa en el último giro.
Ruinas del poblado de Urallaga |
Ahora vamos llaneando, y enseguida dejamos por la
izquierda un camino que enlaza con el Sauco y la parte alta de la cordillera.
Pasamos por algunos verdes prados y una última mancha de arbolado para salir
finalmente a campo abierto, ladeando Peña San Juan. Un vallado nos anuncia que
nos acercamos al antiguo poblado minero de Urallaga, del que actualmente sólo quedan un par de casas, pero en su apogeo era un hervidero de actividad, contando
además con una famosa cantina, por increíble que ahora nos parezca.
Hay que pasar justo entre los dos edificios e
inmediatamente nos encontramos una bifurcación. Aunque por ambos caminos
llegaremos por igual al objetivo, tomaremos de momento el de la izquierda
(empedrado, y que circula un poco más elevado), para volver por el lado
contrario.
El senderito que seguimos resulta divertido, cuajado
de rocas y con un agradable arbolado por la derecha, tras el cual se entrevé el
que hemos desechado, que corre casi paralelo. Vamos observando además sucesivos
muros en ruinas de viejas casas pertenecientes al antes bullicioso barrio que
hemos comentado.
Llegando a la cueva |
La boca es espectacular, (15 x 33 metros, dicen los que saben, porque nosotros no lo hemos medido), con la pequeña ermita de la Magdalena recostada a la
izquierda, y el techo recubierto de una especie de colgantes que parecen pequeñas estalactitas. Por el lado contrario a la ermita
circula el arroyo Eskatxabel, que desciende de los altos por los pliegues
interiores, y que veremos después en el exterior. Junto a él, un pequeño muro y
un plano inclinado utilizado para la extracción del mineral, que se interna en
la cavidad, por donde podemos aventurarnos a explorar siempre que dispongamos
de luz.
Ermita de la Magdalena |
Vista desde dentro, un clásico |
Como también suele ocurrir con las cuevas, las fotos
no hacen realmente justicia al lugar, y menos aún si son tan malas como las
nuestras. Pero en la red podemos encontrar algunas bastante mejores.
En el exterior, el arroyo cae por la abrupta ladera
formando vistosas cascadas, y junto a la entrada a la caverna tenemos una
pequeña extensión herbosa con restos de varias instalaciones, donde justamente
arranca el camino de vuelta. Es éste el sendero, llano y verde, que dejamos de
lado en Urallaga, por el que ahora retornamos a la bifurcación, para deshacer a
partir de aquí el camino de subida hasta volver a nuestro punto de inicio.
Balsa de La Aceña |
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