sábado, 4 de marzo de 2017

Bakio: palacios, villas y más

La localidad de Bakio estuvo históricamente más vinculada a la tierra que al mar, por cercano que éste estuviera. Como ocurrió en otros lugares, a lo largo del siglo XIX muchos emigraron a América huyendo de las guerras y buscando hacer fortuna. A aquellos que fueron regresando a finales de siglo o principios del XX, la mayoría en buena posición económica, se les llamó ‘indianos’, y dedicaron abundantes recursos a levantar hermosas casas generalmente en los pueblos donde tenían sus raíces. En Bakio todavía pueden admirarse algunos espléndidos ejemplos de esas ‘casas de indianos’. Como en las siguientes décadas el municipio se fue poniendo de moda como lugar de veraneo de familias pudientes, se fueron sumando casonas y palacetes de distintas épocas, que han terminado por configurar un interesante muestrario arquitectónico.

El ayuntamiento de Bakio ha diseñado varias rutas pedestres por el municipio, una de las cuales, llamada ‘Ruta de los palacios y las villas’, recorre algunos de estos hitos culturales. Por nuestra parte, proponemos un paseo que coincide en lo básico con esa ruta, aunque la extendemos y modificamos algo para incorporar algunos otros puntos de la localidad que nos parece interesante visitar.

                DISTANCIA: 4,8 km. 
            DESNIVEL: 130 m. (0-130)
DIFICULTAD: Muy baja 2 (1-1-0)
ITINERARIO  (circular)  Inicio y final: Ayuntamiento de Bakio
            VIAS: Urbanas, pista de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autovía dirección Mungia-Bermeo. Se toma la dirección a Bermeo por la BI-631, y en el cruce de Bidebieta, BI-2101 hasta Bakio. Bizkaibus A-3518 Bilbao-Bakio
TRACK: Wikiloc
Más información:
http://www.euskomedia.org/aunamendi/10220/37676 (interesante historia del pueblo)
Guía Cartográfica de Bizkaia Mapa 3




Comenzamos la ruta junto al ayuntamiento, en plena carretera general (Basigo Bide Nagusia), como podíamos empezar en cualquier otro punto. O sea, un poco por identificar un punto fácil. Estamos junto a las escuelas de Urkitza, y desde el primer momento tenemos a la vista la cima de Jata, que es como el protector del pueblo. De hecho, vamos a ver cómo en buena parte las casas más notables del pueblo se sitúan en la margen izquierda del río Estepona, en el piedemonte, al abrigo de los vientos marinos. Junto al acceso a la oficina de Turismo (por cierto, ubicada también en una casa de cierto interés) encontramos las hojitas que marcan las diversas rutas para recorrer el pueblo a pie; la nuestra es la roja, aunque no siempre vamos a seguirla. 

Hacia la playa

Rosario Enea
Echamos a andar hacia la playa (norte) y en unos pasos encontramos ya Iberetxe, caserón de piedra de 1.929, sobrio y bien conservado. Tenemos enfrente al conocido hotel Joshe Mari, más moderno pero cuyo estilo no desentona, y pasamos luego junto a Tokitxu, edificio más modesto, aunque con una buena terraza hacia la solana. Siempre por la parte izquierda de la carretera, sigue algún chalet de reciente edificación y a continuación Rosario Enea, una de las casas más significativas, con una espléndida torre y amplio jardín. Seguimos con Villa Justina, y al lado Gurutz Enea (Villa Cruz), restaurada creo que no hace muchos años, con su característica torre adosada, con sus almenas y todo. Tras Gamboa, con sus dos palmeras, llegamos a Irubide (rotonda), con su agradable bar que tantos recuerdos me trae. Hay que decir que hasta ahora habremos consumido apenas cinco minutos de marcha.

Aquí abandonamos por unos minutos la ruta ‘oficial’. Bordeamos la rotonda, cruzamos la carretera y caminamos unos metros junto al río. El Estepona era hace años un río un tanto salvaje; fue limpiado y canalizado, se tendieron algunos puentes peatonales y hoy presenta un aspecto más ‘urbano’, aunque con lluvias muy fuertes a veces se encabrita y causa algunos problemas. Por el costado del edificio Itxasbide –un clásico de veraneo de los años 60 o 70- salimos a la playa, junto a una zona de juegos infantiles. Tomamos por la derecha el paseo marítimo –otro gran logro de no hace tantos años- y llegamos junto al palacete Itxasondo, plantado en primerísima línea de playa, un lugar privilegiado como pocos. Sin embargo, lleva décadas cerrado y no parece que tenga un futuro claro. Este era nuestro objetivo, por lo que nos volvemos atrás por el paseo, y cruzamos el puentecillo que lleva hacia el ‘puerto’ (nunca ha sabido por qué se le llama así).

Villa Clotilde
El edificio Biarritz -un bloque de caravista rojo- se encuentra a la izquierda, y en un lateral tomaríamos unas escaleras para recuperar la ruta municipal. Pero vamos a dar un pequeñísimo rodeo para ver otra cosa. Enfilamos la calle pasando delante del Biarritz como si volviésemos a Irubide pero, tras pasar delante de varios chalets modernos, giramos en la primera calle a la derecha (Errenteriako bidea) y otra vez a la derecha (Birjilandako bidea). De inmediato observamos a nuestra derecha la torreta negra de Villa Clotilde, un llamativo caserón de color lila y tejado negro. Y aquí hago un inciso para destacar que el blog casonasdeindianos2 que indicamos arriba ofrece estupendos reportajes (con profusión de fotos y datos muy interesantes) sobre cinco edificios de este tipo en Bakio (muchos más en otros lugares), de los que aquí hacemos referencia a cuatro.

Casa Lafita
Seguimos adelante por la misma calle, confluimos con las escaleras que suben desde Biarritz y vamos subiendo, ya un poco fuera del entorno urbano, para pasar junto a la casa Lafita (derecha), construcción representativa de las vanguardias de los años 60. Justo enfrente arranca un camino que nos conduce hacia el monte, pero primero vamos a ver algo más. Así que continuamos en ascenso hacia la Torre del Sol, otro gran bloque de apartamentos veraniegos, el más elevado del pueblo. Pasamos por delante y salimos a Birjilanda, las campas situadas sobre el extremo más occidental de la bahía. Un caminillo por la hierba conduce en unos metros hacia la punta, entre restos de muros que pueden corresponder a una antigua batería de costa que cita Iturriza en su ‘Historia general de Vizcaya’. Encontramos también un vértice geodésico y un monolito dedicado a un surfista –la verdad es que no puede haber lugar mejor. Las vistas son sencillamente increíbles: los acantilados que apuntan hacia Armintza, Gaztelugatxe de frente, con Burgoa y Garbola, el pueblo, la playa y el mar, generalmente con buenas olas que hacen aún más espectacular el paisaje. Pero bueno, nada mejor que un video (aunque sea de ínfima calidad) para hacernos una idea más exacta:



Hacia el monte

Después de tomar el sol, volvemos por el mismo camino y, junto a la casa Lafita, giramos a la derecha y nos internamos en el monte (por la zona denominada Errenteriabaso), que ya está bien de asfalto.

VARIANTE: Si resulta que no queremos monte (hemos venido con la abuelita, tenemos el cuerpo fatal de la noche anterior, o vamos en chancletas), no queda otra que volver a la carretera, continuar hasta la rotonda de la fuente, poco más allá del Ayuntamiento, y tomar hacia la derecha la calle Errementeria para enlazar con el camino que baja de Urkizaur, por donde vamos a descender dentro de un rato.

Sendero bajo los eucaliptos
Ahora retomamos la ruta de la hojita roja y enfilamos un sendero amplio y cómodo, en suave subida, aunque pronto empieza a cambiar: aparecen encharcamientos y empieza a ganar pendiente por un camino de tierra compactada con roca. Dejamos por la izquierda otro camino más sucio y seguimos subiendo, ya con buen desnivel; cuando encontramos en un cruce una piedra con una flecha pintada tiramos hacia la izquierda y seguimos por un eucaliptal por donde se transita cómodo, tomando todos los desvíos a la izquierda (creo que son dos). Salimos a otra intersección y giramos de nuevo a la izquierda. Y hago otra pequeña pausa. Aunque a algunos nos guste pisar tierra, hay que reconocer que resulta bastante incoherente esta incursión montañera en una ruta absolutamente urbana y sin desnivel. El único motivo para incluirla sería visitar el pequeño barrio de Urkitzaur, hacia donde vamos ahora, pero sinceramente no sé si merece la pena. Para los que no les guste el monte, desde luego que no… aunque sólo remontemos poco más de 100 metros.

Ermita de Santa Úrsula
El camino desemboca en una especie de estrada junto a prados, con vistas a Jata por la derecha. Así llegamos, como decía antes, al barrio de Urkitzaur, un grupito de caseríos con vistas al casco urbano, en el que destaca la pequeña ermita de Santa Úrsula. Salimos a una carreterilla que desciende con decisión hasta un cruce junto a unos buzones (aquí nos reunimos con quienes se hayan rajado del monte), pero volvemos a abandonar la ruta para hacer la penúltima escapada por nuestra cuenta.

Últimas pesquisas

Torreta de Feliena desde lejos (con zoom)
Tomando hacia la derecha la calle que sube (en dirección al agroturismo de Basarte) tenemos a nuestra izquierda Feliena, un gran caserón abandonado, seguramente lo más fascinante de todo Bakio. La verdad es que desde aquí no se ve prácticamente nada: el edificio está en un alto, rodeado por una finca amplia cerrada por un muro y repleta de vegetación y árboles que crecen sin control. Por lo que he leído, parece que habría alguna forma de acceder, pero tampoco creo que valga la pena. Un poco más tarde lo veremos desde algo más lejos y, en todo caso, el blog de las casas de indianos nos la presenta con magníficas fotos, incluso una de la época de esplendor de la casa, que nos ha dejado patidifusos.

De nuevo en el cruce, tomamos hacia la derecha la calle Errementeria y de inmediato tenemos otro edificio interesante: Quinta Torre, actualmente una residencia de ancianos pintada en rosa. Pasamos por delante y enfilamos una escalinata de piedra que nos sube hasta el cementerio, que también merece un vistazo, al igual que la iglesia de Andra Mari, un poco más adelante.

Torrea, hecha polvo
De nuevo volvemos al cruce de los buzones y ahora nos dirigimos hacia la carretera, para ir terminando. Desde la rotonda de la fuente ya tenemos una perspectiva sobre la torreta y la parte superior de Feliena que, sinceramente, da un poquito de yuyu. Ahora, en vez de tomar la carretera hacia nuestro punto de partida, la abandonamos por la calle Ibarratorre, justo enfrente de donde venimos, cruzando un puentecito sobre el río (creo que también hay una ermita por la derecha). Unos metros más adelante, por la izquierda, tenemos el desvencijado caserón de Torrea, donde durante años se ubicó la hostería ‘Señorío de Bizkaia’. El edificio
Fuente moderna, caserío, Quinta Torre
y cima de Jata
está bastante destartalado, pero la finca es una auténtica gozada -o lo era cuando estaba el hotel. La mala gestión y posterior abandono, unidos a unas inundaciones y varios años de reconversión en Gaztetxe terminaron de arruinar un inmueble interesante situado en un lugar ideal para relajarse.


Y bueno, ahora sí, volvemos a la carretera y al Ayuntamiento donde hemos iniciado esta ruta. A diferencia de lo que solemos traer aquí, ha sido un paseíto nada montañero, pero sí sumamente agradable y un poquito cultural, que eso también vale.

P.D: Que quede claro que no hemos pretendido hacer un catálogo de los edificios de interés artístico o histórico del pueblo –que seguramente no serán todos los que están, ni desde luego están todos los que son-, sino un itinerario más o menos inspirado en la ruta del ayuntamiento, añadiendo por nuestra cuenta algún elemento más.

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