La cima de Oiz corona un enorme macizo que se levanta prácticamente
en el centro de Bizkaia, cerrando por el norte la comarca de Durangaldea. Su
envergadura –por encima de los 1.000 metros- y su prominencia lo hacen visible
desde buena parte del territorio, por lo que es uno de los cinco montes bocineros desde las que durante siglos se llamaba a Juntas Generales. Y por
supuesto ofrece impresionantes panorámicas en todas direcciones.
El cordal cimero se encuentra
completamente ocupado por antenas y por uno de los parques eólicos más extensos
de Bizkaia, todo lo cual le hace perder el interés montañero. A su vez, la gran
facilidad de acceso convierte sus lomas superiores en lugar de paseo para mucha gente que busca disfrutar del aire libre y los paisajes, sin otra pretensión. Es justamente este tranquilo plan el que proponemos en la
siguiente entrada.
DISTANCIA: 4,1 km.
DESNIVEL: 240 m. (785-1026) CENTENARIO
DIFICULTAD: Ninguna 2 (2-0-0)
ITINERARIO (ida
y vuelta) Inicio y final: Ermita de San Cristóbal (Munitibar)
VIAS:
Pista de cemento, camino de tierra, sendero
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista A8
dirección Donostia-San Sebastián salida Amorebieta-Gernika. Después, BI-635
dirección Gernika y desvío a la derecha por la BI-3231
(Zugastieta-Munitibar y Balcón de Bizkaia). Pasado el Balcón, se toma un desvío
por la derecha (indica Monte Oiz) y sin ninguna desviación, se sigue hasta la
ermita.
Tras
el largo -aunque sencillo- acceso en coche, alcanzamos los prados que cubren la
arista superior de Oiz en el collado de Arreseburu, donde ya topamos con los
primeros aerogeneradores. A un lado tenemos el alto de Astogana o Astoagaburu
y, tras superar dos molinos, alcanzamos la ermita de San Cristóbal, junto a la que
se puede aparcar. Junto al modesto edificio (apenas se diferencia de una borda
en una pequeñísima cruz) hay una especie de estela funeraria de 1.994, en
recuerdo de algún mendizale.
Desde
aquí hasta la cima será un paseíto sin complicación ninguna, bajo la
apabullante presencia de los aerogeneradores. La gran antena que tenemos a la
vista será nuestra guía, y hacia ella nos dirigimos. Cruzamos un paso
canadiense, y la pista de cemento va ganando metros muy suavemente.
Muestrario megalítico
Por
la izquierda del camino podemos acercarnos a contemplar un dolmen que, a
diferencia de otros monumentos megalíticos vistos en otros lugares, es realmente
lo que todos nos imaginamos cuando pensamos en un dolmen, tres o cuatro rocas verticales
cubiertas por otra horizontal. No he encontrado información sobre el
particular pero –aun a riesgo de meter la pata- aseguraría que no es auténtico,
o que al menos está reconstruido de alguna manera. Pero la campita presenta además
otros elementos llamativos: un arbolito protegido por un cierre, una especie de
pequeño monolito, y una suerte de cromlech. También hay una placa conmemorativa
de algún montañero, con una pequeña escultura de hierros. O sea, una colección
de cosas realmente notable.
De
nuevo en la pista, seguimos subiendo poco a poco, en marcha cómoda aunque
aburridilla. Se terminan los molinos por la derecha (por cierto, aquí se encuentra información técnica del parque eólico) y aparecen los típicos
postes rojiblancos para la nieve, mientras por la izquierda tenemos las dos
primeras antenas, pequeñas.
Cordal de Anboto, y Udalaitz (izquierda)
Aproximandonos
a la antena grande, vemos cómo el ganado convive con los aerogeneradores, en
una especie de metáfora, ya se sabe: el pasado y el presente (o futuro), el
mundo rural y el urbano, en fin, todas esas cosas. Pasamos junto a un mugarri
que debe marcar la divisoria entre Berriz (derecha, sur) y Munitibar, mientras
nos vamos entreteniendo con los paisajes, que son increíbles. Especialmente,
por la derecha tenemos todo el tiempo el Anboto y su cordal, con Udalaitz por
la izquierda. Más a lo lejos se distingue el perfil poderoso de Aizkorri.
Más molinos
La
pista-carretera se empina de repente con una buena rampa, y se observa que detrás
de la antena grande (ETB) hay otro grupo de instalaciones más pequeñas, aunque,
de momento, ni rastro de la cima. Antes de describir una curva cerrada para
seguir subiendo hacia la antena, se distingue por primera vez la otra parte del
parque eólico, que se prolonga hacia el SE, en una imagen muy plástica y espectacular.
La antena, así en primera persona, es realmente monstruosa, y es inevitable
pensar en el terrible accidente de 1.985, al que nos referimos al final.
Hacia las antenas
Continuamos
hacia el siguiente grupo de antenas por un camino de tierra y piedras, mirando
a la vertiente norte. Tras una caseta y una última antena se divisa ya el
vértice geodésico; pero, tras pasar un divertido tramo por una talud de roca y
hierba, el siguiente paso, por el lateral de una valla, parece algo peligroso, por
lo que es más recomendable cambiar al lado contrario. Ahora sí, tras ascender a
otro pequeño promontorio, pasamos junto al buzón (del muy extendido modelo del hacha),
y alcanzamos la cima (OIZ, 1026
m.)
Vértice y buzón
En
día soleado y limpio como el que pillamos en nuestra excursión, tenemos una
panorámica extraordinaria en todas direcciones, puede que la más amplia y
espectacular de Bizkaia. Por el sur, a la derecha de la fila de molinos,
destaca el citado Anboto, con su cordal hasta Alluitz, y los vecinos que podemos
ir identificando: Astxiki, Untzillatx. Errialtabaso y a su derecha la sierra de
Aramotz, cayendo hasta Amorebieta. Al fondo aparece, claro está, el Gorbea, escoltado
por Lekanda y Oderiaga.
Urdaibai (con zoom)
Por
el Oeste se nos presentan Untzueta y Jesuri, el Ganeko (que destaca un montón,
como sólo desde aquí se puede apreciar), Eretza, los montes de Triano,
Ganguren, Bizkargi… Y si miramos por el norte, Urdaibai, Sollube y Jata, Ogoño,
Urregarai… Vamos, que podríamos llenar una entrada sólo describiendo lo que
vemos. Pero, ya que hemos llegado aquí en coche, casi es mejor traernos unos
prismáticos y un buen mapa.
Sendero de vuelta
Para
el regreso, podemos variar ligeramente la ruta y alejarnos un pelín de la
aburrida pista. Para ello tomamos un senderito por la derecha de la antena
grande. Tras unos 400 metros en que mantenemos la misma dirección, encontramos
una trocha por la izquierda, marcada con un hito (W), por la que retomamos el
camino de ida, para volver así hasta la ermita.
En
definitiva, que hemos hecho un plan típicamente de domingo por la mañana: un lugar
espectacular hasta el que llegamos cómodamente en coche, un pequeño paseo entre
molinos, increíbles paisajes y campitas para que los nenes correteen sin
peligro. De paso, hemos conocido una de las más emblemáticas cimas de Bizkaia y
la principal elevación de su zona central. Y todo, sin ningún esfuerzo.
1985:
tragedia aérea
Si
hablamos del monte Oiz, es inevitable recordar la catástrofe aérea ocurrida el
19 de febrero de 1.985. Un Boeing 727 procedente de Madrid chocó con la antena
de ETB y se precipitó por la ladera norte del monte, dejando un monstruoso
surco de destrucción y muerte (148 víctimas) centenares de metros abajo. Este artículo rememora los hechos 30 años después (o sea, el año pasado), y lo mismo hace
este reportaje de ETB. No insertamos directamente el video porque contiene imágenes escalofriantes.
Fue
la mayor tragedia aérea que ha vivido Euskadi, y no podíamos dejar de hacer
mención a ella cuando nos referimos a este monte, tan señalado en nuestra
geografía como marcado para siempre por aquel espanto.
Hoy rescatamos cierta vieja vocación periodística y -eso, sí, fusilando cosas de varios medios que hemos encontrado por ahí- contamos algunas noticias que tienen que ver con el entorno habitual del blog: los montes y senderos de Bizkaia. Vamos con ello.
Senderos en ruinas
Lo sé, es un oxímoron, un sendero no puede, por definición, estar en ruinas. Pero se me permite la figura retórica, no? En cualquier caso, se trata de un reportaje de prensa de hace unos días y que desgraciadamente no consigo encontrar en la red (es del Correo, por si alguien me echa una mano). Venía a decir que de los muchos senderos homologados que hay en Bizkaia (creo que más de cien) la mayor parte se encuentran en estado deplorable (señalización, limpieza, etc.), y la Federación Vizcaina parece que ha decidido meter mano al tema, y 'deshomologar' aquéllos que en un plazo no se dejasen en condiciones. Lo cual, aunque dé algo de pena, resulta completamente lógico.
En nuestra trayectoria senderista y bloguera hemos conocido, total o parcialmente, unos cuantos de estos senderos, y es bien cierto que algunos se encuentran completamente abandonados y les falta poco para intransitables (véase por ejemplo la entrada Artea, con el penoso recorrido del PR BI-10). Marcas borradas, maleza cerrando los caminos y cierres infranqueables son algunos de los obstáculos que se ponen al paseante que pretendía conocer la ruta ofrecida, especialmente por Ayuntamientos de toda nuestra geografía. E insisto, nos parece perfecto que si alguien se ha comprometido a tener algo en condiciones y con ello ha adquirido cierta notoriedad, si no lo cumple, se le retire el reconocimiento.
A los que somos aficionados a conocer lugares y deambular por pueblos nos fastidia que esta iniciativa se vaya al carajo, aunque obviamente no todos los caminos tenían el mismo interés. Pero las cosas hay que hacerlas con un poco de seriedad. Me parece que muchos Ayuntamientos se subieron al carro del senderismo (por cierto, una moda en auge) y después han perdido por completo el interés y han pasado del mantenimiento de los caminos. Y algo parecido se puede decir de la Diputación, que ya se cargó aquélla excelente página de Senderos de Bizkaia, como contamos en su día. Por supuesto, también hay excepciones, claro, como este PR de Grazal en Sodupe (en la foto), bien conservado y señalizado.
Dirán que es la crisis, la falta de fondos, pero yo sigo pensando que marcar y dejar transitable un sendero de cinco, ocho o diez kilómetros no requiere apenas ninguna inversión ni mucho trabajo. Y, poniendo algo de interés, tampoco costaría mucho que las instituciones velasen porque se conserven recorridos homologados, que se consideran oficialmente como 'instalaciones deportivas'. Es una lástima, pero parece que buena parte de todo esto puede desaparecer por simple desidia.
Artxanda recycling
Miedo nos da cuando desde los poderes públicos se arrancan
con iniciativas destinadas a ‘mejorar’ nuestros montes. Ya hemos hablado aquí
de aquel disparatado proyecto de hormigonar las pistas del Pagasarri, y también
hemos defendido que lo mejor que pueden hacer es dejar el monte
en paz, y a lo sumo limitarse a limpiar y conservar lo que tenemos.
Lo último en este aspecto es casi de anteayer: el pleno del
Ayuntamiento de Bilbao acordó el mes pasado elaborar un Plan Integral de
Regeneración de Artxanda, destinado entre otras cosas a reducir el tránsito de
vehículos e impulsar la zona para actividades deportivas y de ocio. Como se ve
en este enlace a la noticia, se hace referencia más concreta a la zona de los
restaurantes, y se comenta la necesidad de mejorar la seguridad en la
carretera.
Para cualquiera que conozca un poco Artxanda es evidente que
la zona más alta es la que presenta un deterioro mayor. Entre la cima y la
carretera que baja a Sondika, es decir, en las cercanías del campo de fútbol,
se concentran varios restaurantes que tuvieron sus años de gloria, pero hoy
languidecen, cuando no se encuentran por completo cerrados (Parrilla) o en
estado de abandono total (San Roque). Por cierto que, aunque varios de estos
edificios pertenezcan al Ayuntamiento, los terrenos se encuentran en el
municipio de Sondika, así que no sé hasta qué punto Bilbao tiene mucho que
decir en el tema. Hay además viales para
coches que no tienen razón de ser, varios edificios fantasmales sin utilidad
desde hace décadas, zonas de juegos
infantiles totalmente degradadas, y espacios verdes abandonados a su suerte. Estos
lugares merecerían efectivamente un buen repaso y, ya que están urbanizados de forma irreversible, podrían reciclarse a ese
concepto de parque periurbano que tanto mola a los políticos.
Pero, pese a lo modesto de su perfil y los años de maltrato
de su superficie, Artxanda también guarda algunas zonas que más o menos se han
mantenido fuera del alcance de los coches, la maquinaria y los diseños
municipales: hablamos de algunas localizaciones en las laderas sur (la que mira
a Bilbao) y norte (Txorierri), manchas aisladas de bosquecillos –algunos utilizados como
picaderos-, Potongo, Guardaviñas o Pikotamendi. Harían bien las autoridades
municipales en mantenerlos limpios respetando sin más la fisionomía de lo poco que
queda de natural en nuestra colina.
Y si quieren notoriedad, les ofrecemos algunas ideas sobre zonas olvidadas donde sí merecería la pena actuar para permitir su disfrute,
ahora imposible: monte Banderas, Ugasko, o la inexistente conexión peatonal
Santo Domingo-Monte Avril, zonas intransitables de gran valor
paisajístico, o inaccesibles por efecto de antiguos usos, o con rutas
senderistas interrumpidas por fincas o carreteras. Muchos lugares susceptibles
de mejorar sin tener que tocar lo que, pese a todo, se ha conservado.
Adiós al parque
Y, siguiendo con la iniciativas públicas y parecida localización, parece ser que este año se iniciará la demolición del viejo Parque de Atracciones, situado en la ladera de Eperlanda, al pie del Ganguren. Esta noticia de ETB lo comenta, con video incluido sobre su pasado y presente.
Cabe plantearse si la ubicación del Parque era la más adecuada teniendo en cuenta la meteorología de la zona, o si se le pudo dar algún uso lógico tras su cierre. Pero, al margen de consideraciones nostálgicas para los que lo conocieron en su apogeo, se plantea ahora qué hacer con esa enorme extensión. Lo primero será eliminar las fantasmagóricas instalaciones que llevan veinticinco años en desuso y anular la posible contaminación del suelo por restos de materiales, que seguramente no serán inocuos.
Después, tampoco está claro qué se hará. Se puede pensar simplemente en recuperar el entorno, dejando que la naturaleza lo vaya asimilando. Sería quizá lo mejor -y más barato-, considerando que se encuentra en una zona relativamente bien comunicada y donde no abundan las áreas naturales bien conservadas. Pero dudo mucho de que los políticos, si los fondos lo permiten, se resistan a introducir novedades en forma de parques, zonas deportivas o cosas similares. Es una extensión muy amplia en un lugar muy visible, y por tanto el corte de cinta puede ser muy apetecible para los intereses electorales, así que igual hay que irse preparando.
Parece que es muy difícil admitir que se cometió un error montando una instalación así en este emplazamiento y ahora sencillamente lo eliminamos y reponemos el entorno a su estado anterior, el monte recupera lo que es suyo, y lo dejamos estar. Veremos lo que pasa, pero puede que haya que estar atentos a que no se cometan nuevas tropelías.
Misterios sin resolver (V)
Y terminamos con uno de nuestros Misterios. Admitamos que la foto es chunga, pero prestemos un poco de
atención. Se diría que es el helipuerto de una base militar en el norte de Siria, pero si observamos
bien, se distingue un círculo con la hierba pelada, y por la izquierda, un pequeño graderío y una caseta.
Lo pongo facilito: es un
campo de beisbol, ya saben, ese deporte difícil de entender, que sale en todas
las pelis de niños que se superan a sí mismos, y en cuya afición coinciden
ciudadanos de países con tan poco en común como Estados Unidos, Cuba y Japón. Alguno dirá: ah, pero en Euskadi hay campos de beisbol? Pues
oiga, que sepamos, al menos hay uno, y es éste. Pero con ser inusual semejante
instalación deportiva en nuestro suelo, más extraño aún es dónde está
localizado: es un lugar un poco a desmano de todo, mal comunicado y batido por
los vientos… Aunque, eso sí, con unas vistas excepcionales.
Bueno, que son demasiadas pistas. Los que conozcan un
poquillo la zona seguro que lo identifican a la primera, y no estaría mal que nos comentasen algo sobre la historia de equipamiento tan singular.
El hermoso valle de Atxondo (o Arrazola)
limita por el sur con un pequeño cordal que se desprende del collado Zabalandi
avanzando hacia el Este, donde enlaza con el macizo de Udalaitz. Esta
alineación montañosa en forma de ‘U’ tiene su culminación en Tellamendi, en
cuya falda meridional se extiende el valle de Aramaio, ya en territorio alavés.
Desde la vertiente vizcaína, diversos
caminos nos aproximan a esta zona, el más popular de los cuales conduce al
emblemático Besaide. En esta ocasión proponemos una ascensión hacia la menos
conocida cumbre de Amillondo, cercana a las espectaculares paredes del Anboto,
cuya imagen nos acompañará durante buena parte de la ruta.
DISTANCIA: 7,5 km.
DESNIVEL: 525 m. (250-775)
DIFICULTAD: Media-Baja 7 (5-2-0)
ITINERARIO (ida
y vuelta) Inicio y final: El Tope (Arrazola-Atxondo)
VIAS:
Carretera,pista de tierra,
sendero, campo a través
VIAS:
Pista de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, autopista dirección San
Sebastián Salida 88 Iurreta-Durango. Se toma la N-634 en la misma dirección. Seguir a la derecha la BI-636
en dirección Elorrio, pasando Abadiño y Muntsaratz hasta Apatamonasterio. En el
cruce seguir BI-4332 dirección Arrazola (derecha) hasta el final de la
carretera. Bizkaibus a Durango A3915, 3923 y 3933. De Durango a Arrazola A3913
En
el lugar denominado El Tope finaliza la carretera que viene de Apatamonasterio
tras recorrer todo lo largo del valle. En este punto tenía su fin (o su inicio,
según se mire) el recorrido del tren minero que acarreaba el mineral desde las
faldas de los montes que vamos a recorrer, y ahora tenemos ahí situada una
pequeña y concurrida área de picnic. Con un pequeño aparcamiento y un bar próximo,
es también lugar de inicio de excursiones por los alrededores, y desde ahí
partiremos en esta ocasión. Estamos además justo bajo la imponente cara Este de Anboto, perspectiva que sin duda debe estimular nuestro ánimo montañero.
Desde
el parking avanzamos (sur) por amplio camino de tierra que continúa el trazado
de la Vía Verde. Enseguida nos daremos cuenta de que abunda el barro y los encharcamientos, y más vale que nos acostumbremos
porque todos los senderos de la zona –sombríos y mirando al norte- presentan esta característica durante casi todo el año. En unos metros, dejamos por la
derecha varias pequeñas granjas medio ocultas entre los árboles
(Txabolondo), junto al cauce del arroyo Arrazola.
Una vista del sendero
Cruzamos un paso canadiense e ignoramos todos los desvíos que se nos presentan por la
izquierda. En una BIFURCACION, un cartelito indica hacia la izquierda la
dirección al Besaide, pero nosotros continuamos por la derecha. Vamos siguiendo
más o menos el curso de otro regato, de los varios que corren por estas
laderas, y en el siguiente cruce, giramos a la izquierda, atravesamos el cauce
sobre una hilera de piedras y seguimos, siempre por pista de tierra, amplia y
cómoda, y sin desnivel apreciable. El arroyo sigue por la derecha tras un
vallado.
Seguimos
subiendo, siempre entre pinos y siempre por la pista, con una pendiente que se
va volviendo más acusada. El firme presenta a veces lajas de roca que afloran,
algo resbaladizas, y rodadas de camiones, que resulta difícil explicarse cómo
pueden subir y bajar por aquí. Como ocurre en la subida al vecino Besaide (que
queda por la izquierda, unos cuantos metros más arriba), las rampas se van haciendo
cada vez más
Andasto, entre los pinos
potentes, y el camino puede resultar algo aburrido, en un entorno
bastante monótono bajo los omnipresentes pinos.
En
unos minutos tenemos las primeras vistas sobre la imponente mole rocosa del
Anboto –siempre que no se vea cubierta por la frecuente txapela de nubes-, y
aquí aprovecho para hacer una precisión sobre el track. Tengo la intuición de
que ésta es una zona de sombra para el GPS, porque es fácil perder la señal y
tener la impresión haber perdido el rumbo de forma repentina. Así que, si
siempre dejamos constancia de que el aparatito debe servir sólo de ayuda ocasional y no hay
que seguirlo a ciegas, en el entorno en que nos movemos es especialmente
importante no fiarse mucho, y debemos prestar atención a la orientación que
queremos llevar y hacia dónde queremos ir.
Anboto, desde el refugio
Y
por fin cambiamos un poco de ambiente: atravesamos otro paso canadiense y pasamos
junto a una caseta (creo que es la TXABOLA de Eskui), en un paraje que en algún
sitio he visto denominado como Coto Latre, más o menos en la zona donde abandonamos
territorio vizcaino y nos adentramos en Alava. Tras otro tiro de cámara, algo
diferente, sobre Anboto y su escolta Andasto, volvemos de nuevo a la pista y al
pino.
En
la siguiente bifurcación tiramos por la izquierda, el camino que más sube, y
ahora tenemos una visión fugaz de Udalaitz, que nos mira desde oriente. Tras
otro tramo de subida, con parecidos desniveles y el mismo camino, encontramos
un rellano donde se asienta el REFUGIO de Eskuisaba, un edificio de buenas
dimensiones y rodeado por una campita vallada. Buen lugar para echar
un trago y admirar las fantásticas vistas que se nos han abierto: Anboto por el
Oeste, el valle de Atxondo al norte, y Udalaitz por el este, una maravilla.
Llegando al cruce,
y camino de vuelta (dcha.)
El
refugio se encuentra sobre una lomada que se desprende del cordal, y ahora toca
seguir subiendo. En unos minutos salimos a zona abierta, y el camino se bifurca
en varios, claramente destinados a las talas. Como hecho dicho otras veces, en
estas zonas de explotaciones forestales es fácil que tanto los caminos como los
paisajes cambien radicalmente en poco tiempo: se abren nuevas vías y lo que es
un arbolado frondoso desaparece en una matarrasa. Así que, una vez más,
conviene no perder la orientación, porque las indicaciones que damos pueden
quedar obsoletas de un día para otro. De todas formas, en esta INTERSECCIÓN
tenemos por la derecha un camino largo y recto que asciende pegado a la ladera
(que ignoramos, reservándolo para la vuelta), y otro que sube por la izquierda,
con pendiente moderada hacia un nuevo pinar, que es el que tomamos.
Poco
después se vislumbra por la izquierda un pequeño promontorio rocoso. Para
culminarlo es más sencillo pasar de largo unos metros, ignorando un primer
sendero que sale por la izquierda y tomando el segundo, más amplio (DESVIO), que
retrocede unos metros y sube directo hacia el roquedo. Nos aproximamos por un
amable pasto montano con alguna roca aislada y, sin ningún tipo de dificultad,
alcanzamos la atalaya. De nuevo tenemos una panorámica espléndida, con los
mismos protagonistas que la del refugio aunque más amplia, incluyendo el
cercano Tellamendi, con su esbelta cruz. Hasta nos atrevemos con un minivideo, con las
nubes penetrando a ojos vista junto a Udalaitz:
Por
cierto, que no hemos encontrado que este promontorio donde nos encontramos tenga ningún nombre,
lo que resulta extraño, porque es un accidente bastante llamativo, al menos
desde las cercanías.
Ya
estamos cerca. La cima que constituye nuestro objetivo la encontraremos con
sólo seguir la cresta por su cota más alta, entre prados y pinos, o bien
regresando a la pista anterior para abandonarla en unos 200 metros, remontando
por la izquierda hacia el alto. De una u otra forma, accedemos así a la cumbre
que venimos buscando (AMILLONDO, 775 m.) Y aquí hay que hacer no una precisión,
sino una confesión: en su momento no fuimos capaces de encontrar el p… buzón.
Ha sido un único intento, con prisas por el mal tiempo, nos habremos quedado a
cuatro pasos, vale, pero hay que dejar claro el pequeño fracaso. Tampoco es la
primera vez (hay por ahí un par de agujeros más), pero la verdad es que
fastidia un poco. Así que, bueno, la foto la hemos tomado prestada de nuestro
colega Pisakampas.
Ipiztekoarriaga y Orixol
Podríamos
descender continuando entre árboles y matorral en dirección sur, pero parece
preferible tirar hacia la derecha para regresar a la pista que bordea la cima.
Así seguimos en la dirección que traíamos (SW) y en cosa de 100 metros
accedemos al collado de IPIZTEKOARRIAGA (topónimo que evoca la leyenda de un
obispo allí asesinado). Es un espacio abierto y cruce de caminos, con una borda
y buenas vistas por la derecha hacia Orixol e Ipizte. Un poste con señales
direccionales indica las opciones que tenemos cercanas:
VARIANTES:
Hacia la izquierda (Este) un cómodo camino por el cordal nos lleva hasta
Tellamendi en cosa de 15 minutos (conociendo el terreno y con tiempo, se puede
cerrar una bonita circular continuando hasta Besaide para volver desde allí al
valle); y por la derecha, en unos 2,5 km. nos plantamos en las campas de
Zabalandi, al pie de Ipizte y, sobre todo, de las soberbias paredes de Anboto.
Nosotros
giramos a la derecha, tomando en suave descenso una amplia pista, de nuevo entre pinares, aproximadamente paralela y en dirección
contraria a la de subida. Enseguida vamos a tener una nueva perspectiva sobre Anboto, con la particularidad de que desde aquí apreciamos con toda claridad la cueva de Mari y su acceso, como se ve en la foto. Accedemos entonces al
camino de ladera que antes dejamos de lado, y en el cruce INTERSECCIÓN tomamos
ya el camino por el que habíamos subido. Volvemos hacia nuestro punto de
partida, teniendo siempre en cuenta que en los tramos más empinados el sendero
puede resultar bastante resbaladizo, y en la parte más baja presentará zonas
con bastante barro.