miércoles, 30 de septiembre de 2015

Alen

Aunque, en los lindes de la margen izquierda con las Encartaciones, son los Montes de Hierro los que atesoran mayor popularidad como comarca minera, la frenética actividad de las industrias extractivas se extendió a numerosos puntos de la geografía de Bizkaia durante el siglo XIX y buena parte del XX. Una de las zonas más significativas se encuentra en el municipio de Sopuerta/Garape, prolongándose las explotaciones y sus infraestructuras asociadas al vecino territorio de Cantabria.

El poblado minero de Alen, cuyo entorno ha sido finalmente recuperado por la naturaleza, nos sirve de punto de partida para ascender, entre viejas escombreras y desiertos pozos a cielo abierto, a la cumbre del mismo nombre, máxima elevación de la parte nororiental de nuestro territorio.

               DISTANCIA: 6,7 km.  
            DESNIVEL: 270 m.  (534-804)  CENTENARIO
DIFICULTAD: Baja  5 (2-2-1) Dificultad de tránsito
ITINERARIO  (circular)  Inicio y final: Alen (Sopuerta)
           VIAS: Pista de cemento y tierra, senderos, campo a través
            ACCESOS: Desde Bilbao a Muskiz por la A8 dirección Santander salida Muskiz. Se toma la BI-3794 y en Muskiz, primero la N-634 en dirección Bilbao y poco después (derecha), la BI-4701 en dirección Galdames-Balmaseda. Después del desvío hacia Las Muñecas, tomar a la derecha carretera a Trucíos/Arcentales (BI-3614). En Olabarrieta/Las Barrietas, coger desvío por la derecha hacia Alen (5 kms.), hasta el final.
            TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 22



           
Frontón en el poblado de Alen
Si a usted, amable lector, le molan las carreterillas de montaña, aquí tiene una bien chula, los 5 kms. que separan la BI-3614 en Olabarrieta del poblado minero de Alen (pronunciado como Alén), remontando cosa de 400 metros. El recorrido lo describe, como siempre con detalle, la página de Altimetrías por si alguien se anima a hacerlo en bici. El viejo asentamiento no es, sin embargo, una triste colección de ruinas, sino un grupito de casas tranquilo y agradable, que incluso tiene frontón. Se aparca con comodidad entre campitas llenas de txibiritas.

Aquí iniciamos la marcha por el mismo camino de llegada, ahora de cemento y surcado por lo que parecen antiguos raíles de tren minero. Enseguida el camino sale a campo abierto en zona con el inequívoco aspecto que dan las explotaciones abandonadas: camino amplio y de poca pendiente (viejo trazado ferroviario), rellenos y grandes desmontes, montañas de piedra, alguna bocamina, una especie de desolación antigua. La hondonada de la izquierda, donde hay alguna que otra mesa, creo que es la mina Juliana, y recuerda bastante a la zona de La Arboleda, con una pequeña balsa.

Restos de túnel junto al camino
Predomina un color rojizo y por el mismo camino se van viendo minerales de aspecto férrico, junto con calcitas y cosas así. El entorno nos hace rememorar remotas excursiones del cole. Pasamos junto a una especie de muro de contención de piedra, y dejamos después por la derecha un arco que debe ser resto de un antiguo túnel, para salir junto a un gran mirador. Enfrente, al otro lado de un estrecho valle, se levanta Longitas, y por detrás se distingue la aparatosa antena de Ubieta, otro de los montes señalados de las Encartaciones.

Por la derecha, hacia la cresta
Ganamos unos metros y, tras dejar un par de trochas que remontan por la derecha, llegamos a un CRUCE, donde tomamos el camino que sigue por la derecha. De inmediato vemos el cordal, poderoso y con una silueta que recuerda mucho al Ganeko. Tras haber girado casi 360º, abandonamos el camino por la derecha siguiendo una traza difusa que pasa junto a algún arbolito aislado.

Por el lapiaz
Ahora tenemos que continuar ganando metros siempre en dirección a la arista, buscando el paso más fácil, porque vamos a atravesar durante unos minutos un karst alargado y extenso, muy característico de la estampa de este monte. La cosa no resulta complicada, pero la roca se presenta cada vez más afilada y llegamos a una zona con profundas hendiduras, donde hay que extremar las precauciones.

No se tarda mucho en atravesar el roquedo, y salimos de nuevo a los clásicos prados de altura. Una vez en las proximidades del cordal, sólo hay que seguir subiendo y subiendo para hacer cumbre. La subida resulta a veces peleona, superando sucesivas lomadas que siempre parecen ser la última, pero no hay obstáculos, y tenemos la posibilidad de zigzaguear todo lo que se quiera.

Tras una especie de antecima rocosa con un árbol, sólo queda la última rampa, más suave, para alcanzar así la cima (ALEN, 804 m.) Junto al vértice hay un mugarri (límite de Sopuerta y Artzentales) varios buzones con flores y una placa recordando a uno o varios montañeros.
 
Cima de Alen, con Artatxo detrás
Las vistas son fantásticas en todas direcciones: hacia el oeste Jorrios y Armañón, multitud de montes en tierras de Cantabria, con Santullán muy cercano, por el NE Mello con la inconfundible torreta. Por el sur, los montes de Triano y, siguiendo el giro, las dos cimas antenadas de Ubieta y Garbea. 

Cima de Artatxo (derecha), y Betaio (izquierda)
Por supuesto, siempre podemos volvernos por donde hemos venido pero, ya que estamos, podemos explorar un poco más. Siguiendo el cresterío tenemos a la vista otra pequeña elevación, y hacia allá vamos. Tras un fuerte descenso, volvemos a remontar, pasando un par de mugarris más, hasta coronar el modesto ARTATXO (775 m., Biroleo, según la Cartografía y otras fuentes). En su cima se encuentran los restos de un puesto de tiro, o sea, una fortificación defensiva, ya que esta zona constituyó durante un tiempo frente de guerra, tras la caída de Bilbao en manos franquistas. En la ladera hay también restos de trincheras, como ilustra bien esta página aunque, si no se sabe, es difícil de apreciar.

VARIANTE: La elevación que se encuentra frente a nosotros es el Betaio. Una ruta bastante clásica consiste en descender desde donde estamos todo derecho hasta el collado que separa los dos montes, y remontar directamente a la cima del Betaio -bien bajando primero hasta la pista, bien cruzando un pequeño alineamiento rocoso a media ladera. La subida presenta una buena pendiente para ascender hasta los 749 metros de la cumbre, y la bajada más evidente nos conduce a la pista anterior, que nos llevará sin problema hasta el CRUCE que indicábamos al principio.

Pasillo de hierba a la vuelta
Si no hemos optado por la variante, vamos a bajar para hacer una ruta de vuelta un poco diferente de lo habitual. Para ello, desde la cima de Artatxo tiramos para abajo campo a través en dirección a la pista que circula mucho más abajo. Hacia poniente tenemos una bonita vista del desfiladero de Peñalba, con Hilar y Somo a ambos lados. Como a media ladera (habremos bajado unos 50 metros), nos encontramos un camino herboso que tomamos girando a la izquierda.

La amable senda –que parece vestigio de algún transporte minero- desaparece de golpe a la vuelta de una loma (descriptivamente llamada La Esquina del Cerro), y nos encontramos con un amplio entrante en la ladera, por donde discurre el arroyo de la Calzadilla. Así que hacemos un flanqueo describiendo la amplia curva que se ve en el mapa, procurando ganar un poco de altura,
Cresta rocosa desde la Esquina del Cerro
para acceder a una zona rocosa que vemos de frente. La cosa no tiene complicación, porque circulamos por prados sin obstáculos, más o menos bajo la cima de Alen.  


El pequeño roquedo es quizá la parte más chula de todo el itinerario, y la única que ofrece un poco de sombra. Junto a la espectacular roca medio desplomada que vemos
aquí al lado, atravesamos por una especie de portillo verde entre las calizas, y al otro lado ya tenemos un viejo camino pedregoso, que tomamos siempre en dirección al desvío del principio (sur). El sendero resulta algo incómodo y remonta con fuerza unos cuantos metros para volver al punto donde en la subida abandonamos el camino y de ahí en unos pocos metros, al CRUCE.

       Desde aquí no queda más que desandar el camino de subida, contemplando de nuevo este paraje silencioso y atrayente, donde la naturaleza ha ido recuperando el terreno que el hombre le arrebató por un tiempo, y las huellas del pasado minero asoman todavía, aunque en retirada. 

         Y una última curiosidad: por toda la zona, incluida la propia cima, se pueden ver tipos armados con detectores de metales, que sin duda buscan cosa de algún valor. Como no hemos detectado actividad semejante en otros parajes similares, sometemos el asunto a la sabiduría de nuestros siempre participativos lectores. ¿Qué busca esta gente? ¿Tendremos acaso en nuestro propio suelo encartado recursos auríferos u otros metales preciosos, y no nos hemos enterado? 

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