martes, 29 de diciembre de 2015

Peña Cabarga

Cuando un monte se sitúa a poca distancia del litoral, aunque sus dimensiones sean escasas se convierte en un colosal mirador. Si además cuenta con una prominencia importante, y a sus pies se localiza una ciudad de cierto tamaño y una hermosa bahía, el espectáculo visual está garantizado. Todas estas circunstancias concurren en el macizo de Peña Cabarga, una mole caliza visible desde gran distancia y emplazada al sur de la bahía de Santander.

Por los mismos motivos, se trata de una cima muy popular en la zona, casi completamente humanizada y famosa además por las pruebas ciclistas que ascienden las duras pendientes de la carretera que alcanza su cumbre. No queda mucho por tanto para el paseo montañero, pero todavía podemos realizar ascensiones de cierto interés, como la que proponemos a continuación. 

               DISTANCIA: 6,6 km.
            DESNIVEL: 440 m. (125-568)   CENTENARIO
DIFICULTAD: Baja 6 (4-2-1) Rampas del 30%
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Barrio Tarriba (Pámanes)
            VIAS: Senderos de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, en coche, autovía del Cantábrico dirección Santander, salida 199 (Solares). En Solares se toma la N-634 en dirección Sarón, y en Pámanes, S-560 hacia Elsedo y Cabárceno. Casi al salir del pueblo, se gira a la derecha para subir hasta Tarriba. Aparcar junto a los columpios.
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Perfil (subida)

           
Inicio del camino
Según venimos desde Bilbao, ya desde Anero se distingue la resplandeciente peña que, la verdad, impresiona más de lejos que de cerca. Por el camino descrito en ‘Accesos’ llegamos al municipio de Pámanes, y en él, tomando el camino a Elsedo y girando a la derecha, al barrio de Tarriba. Recorremos una calleja longitudinal y fácilmente encontramos unos columpios junto a un camino, donde creo que una señal indica hacia Mina Colorá, o algo así.

El arranque es cómodo, por sendero de tierra, con la vista puesta en la zona kárstica de la parte más alta, y una antena que despunta a lo lejos. En una especie de bifurcación giramos a la izquierda y por firme algo pedregoso ganamos unos metros. De inmediato llegamos a una puerta metálica que cruzamos, y seguimos adelante. Por la derecha queda una granja cerrada con un vallado. Antes de pasarla de largo, tenemos que estar atentos para descubrir por la izquierda (W207) un senderillo que asciende. Abandonamos el camino principal y seguimos esta trocha durante un buen rato, sin interrupción.

Vamos para arriba
La senda es estrecha pero muy marcada, de tierra algo rojiza y con piedras más o menos abundantes, según los trechos. Las calizas afloran cada vez de forma más patente, lo que hace al trayecto más divertido. Por la izquierda quedan las balsas de Valcaba, que no veremos hasta subir bastante más, y a la espalda empezamos a tener buenas vistas sobre el valle y las cordilleras que lo cierran por el sur. Poco después pasamos por un pequeño encinar, con el suelo ya muy rocoso, y de nuevo salimos a campo abierto, mientras la pendiente se suaviza.  Estamos dando un cierto rodeo por la izquierda de la cumbre, con varias elevaciones menores hacia el oeste, y cada vez más numerosas y notables crestas calizas, abruptas y por supuesto solitarias.

Llegamos por fin a otra puerta metálica, con una profunda sima por la izquierda, que veremos mejor desde más adelante. Justo después encuentramos una bifurcación, con sendero más marcado y menos pendiente por la izquierda, y otro algo más confuso, pedregoso y abrupto por la derecha, que es el que tomamos. Unos metros más arriba confluimos con otro camino que cruza de izquierda a derecha, donde debemos girar a la
La antena, todavía lejos
izquierda (W205), y así seguimos, describiendo una amplia curva hacia el oeste. Por la izquierda la pequeña sierra enlaza con la zona de Cabárceno donde se sitúa el popular parque,más allá de Castilnegro.

Ya vemos por la derecha una antena, aunque todavía lejana. Esta curva, en zona despejada y pendiente moderada, va rodeando un par de promontorios rocosos. Llegamos así a una especie de collado más o menos plano, desde donde se divisa un hipotético acceso en línea directa atravesando el karst, pero es ésta una opción sumamente complicada que debemos desechar.  

Pinar y pala de subida
Ahora vamos dando un rodeo que nos aleja de la cumbre, y además perdemos unos cuantos metros, o sea, dos cosas que cabrean un poquillo cuando tenemos el objetivo visible y aparentemente cercano. Nos dirigimos a un pinar, donde encontramos una sucesión de caminillos entre los que deberemos elegir siempre el más marcado, sin perder el rumbo de giro a la derecha. Pronto tenemos a la vista Santander tras los árboles, y nos preparamos para acometer la última pala.

El pino, a mitad de la rampa
Salimos del pinar (W206) y toca picar para arriba, progresando por terreno abierto salpicado de argomas. La pendiente es bastante fuerte (como un 30%), y podemos entretenernos con las vistas a la espalda, y al oeste sobre el cordal antes citado. Un pequeño y solitario pino puede servirnos de referencia porque, aunque nos parezca que llevamos muchos metros ascendidos, todavía nos queda otro tanto, quizá algo más. La ventaja es que podemos zigzaguear cuanto nos apetezca, porque –un poco como en el Gorbea- las antenas de la cima parecen cercanas pero no terminan de llegar.

Cima y mamotreto
Finalmente accedemos a la carretera, y la gracia del monte desaparece por completo, fagocitada por guardarraíles, asfalto y cemento. Remontando por la carretera en curva, accedemos a la cima (PEÑA CABARGA o Pico Llen, 568 m.), totalmente urbanizada, con un edificio con múltiples antenas por la derecha y el pirulí por la izquierda, con lo que parece la base de un vértice geodésico sobre un promontorio rocoso en el centro, que es lo único que parece haberse salvado del estropicio. La construcción principal es el monumento al indiano, una cosa sencillamente horrorosa, una especie de monstruo gigantesco de aspecto inequívocamente franquista, con un mirador circular desvencijado.

Santander a vista de pájaro
Pero no nos pongamos tensos. A cambio, las vistas son excepcionales: tenemos bajo nosotros la totalidad de la ciudad de Santander, la bahía y la costa hacia oriente. Hacia el interior, una mesa de orientación nos facilita el trabajo de identificar las cumbres, entre las que se destacan Peña Rocías, Porracolina y Castro Valnera, marcando la línea del horizonte. Como en su día pillamos una jornada brumosa, hemos de recurrir a una fotillo encontrada por ahí, y que tampoco le hace justicia al paisaje (es chula, pero queda algo rara, no sé, como sin perspectiva).

La ruta marcada prevé el descenso por el mismo camino de subida, aunque en lugar tan próximo a entornos urbanos, las alternativas son numerosas dependiendo de los transportes de que dispongamos.

martes, 15 de diciembre de 2015

Memaia

Un pequeño cordal cierra por el Este el valle de Atxondo, separándolo del cercano municipio de Elorrio. Sus proporciones palidecen frente al imponente cresterío que se levanta enfrente, culminando en el soberbio pico de Anboto. Se trata de una modesta sierra, de perfiles redondeados y cubierta de arbolado, que se diluye por el sur en las montañas de reúnen los tres territorios de la Comunidad autónoma vasca.

Memaia constituye el punto culminante, y a él nos acercamos en esta excursión que iniciamos en Elorrio, en un recorrido que nos permite disfrutar de algunas buenas panorámicas sobre sus más sobresalientes vecinos.

               DISTANCIA: 10,3 km.
            DESNIVEL: 460 m. (215-675)   CENTENARIO
DIFICULTAD: Media-Baja 8 (4-4-0)
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Polígono Betsaide (Elorrio)
            VIAS: Pista de cemento y grava, senderos de tierra
ACCESOS: De Bilbao a Elorrio, autopista A-68 dirección Donostia salida 88 Iurreta-Durango. Se toma la N-634 en la misma dirección, hasta desvío a la derecha por la BI-636 en dirección Elorrio. Se toma la BI-2632 y en el casco urbano, girar a la derecha hacia el Pol. Ind. Betsaide, donde se puede aparcar. Bizkaibus A-3923 Bilbao-Durango-Elorrio (Gurutziaga, fin de trayecto)
            TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 59



           
Ermita de San José
En las afueras de la señorial localidad de Elorrio, el polígono industrial Betsaide es un buen punto de partida que nos ofrece amplio espacio para aparcar, al menos los fines de semana. Al lado tenemos además un agradable parque y la hermosa ermita de San José, con un porche y enrejado de madera.

Desde la ermita, bordeamos un frontón junto a un caserío y volvemos a la carretera que enfila hacia un túnel. Lo cruzamos y vemos por la izquierda una pequeña placa que indica hacia el Betsaide, que es la que tenemos que seguir, girando a la izquierda y tomando un camino de cemento que sube con decisión.

Se cruza un paso canadiense y, paralelos a la carretera (N-636, que va hacia el puerto de Kanpazar), tenemos una bonita perspectiva sobre el casco urbano, protegido por la pequeña sierra que forman Erdella y
Udalaitz
Satamariñazar. La pista es árida y aburrida, pero pronto pasa a ser de gravilla, y por la izquierda empezamos a ver el poderoso perfil de Udalaitz, que nos acompañará durante buena parte de la subida.

Vamos ignorando cualquier desviación y ganando metros, siempre de forma moderada. Pasamos un tramo de pinar que enseguida termina, y seguimos a campo abierto, con helechos y monte bajo por la izquierda, y el omnipresente Udalaitz, que nos ofrece sucesivas perspectivas, incluida lo que parece el minúsculo orificio del túnel del TAV.

Fuente
Entramos de nuevo bajo arbolado y encontramos una fuente, con un banco de cemento en un agradable recodo. El manantial nace en la ladera por donde luego bajaremos y se dirige hacia el cercano barrio de Iguria.

Continuamos subiendo hasta que, de repente, nos encontramos en el punto más espectacular del día, una especie de mirador donde se reúnen las estribaciones de Memaia, Udalaitz y Betsaide. Aquí nos asomamos al valle justo enfrente del Anboto, cuya gigantesca mole blanca se presenta escoltada por el Andasto, y con los escarpes de Iruatxeta emergiendo por detrás.


Anboto y su cordal desde el mirador
Una imagen soberbia que se prolonga por el cordal calcáreo, siguiendo por Elgoin y Kurutzeta hasta Larrano, para levantarse de nuevo hacia Alluitz. Pero no sólo Anboto: desde aquí mismo tenemos otra imagen aplastante de Udalaitz, ya muy próximo y, asomandonos un poco al valle, por la izquierda se distinguen con nitidez las cimas de Betsaide y Tellamendi, que nos separan del territorio alavés. Para qué más.

Desvío hacia la cima
La pista se bifurca y continúa faldeando por la derecha, por donde seguiremos, ignorando una pista de grava que asciende junto a una caseta. Ahora vamos perdiendo metros suavemente pero de forma continua, en un camino muy cómodo, que nos ofrece todo el tiempo las excepcionales panorámicas sobre las blancas paredes al otro lado del valle.

Tras un tramo como de 1 km. que, pese a todo, se hace un poco largo, y donde perdemos unos 60 u 80 metros, cruzamos un paso canadiense y encontramos el punto donde hay que abandonar la pista (DESVIO) y empezar a subir de verdad. Por la derecha sale un camino ancho junto a un redil, y por allí subimos.

Camino por el pinar
Es el típico camino bajo pinar, con el suelo rojizo por las agujas caídas. Vamos describiendo amplios lazos, y lo más lógico sería continuar el trazado de la pista casi hasta el final. Pero a veces nos aburrimos de seguir pistas monótonas, nos entra la prisa e improvisamos alternativas que no siempre acaban bien:

VARIANTE: En la bifurcación más visible (DESVIO-2) podemos tomar el sendero que sale por la izquierda con mayor pendiente que el principal. Al de unos pocos metros la trocha se empieza a ver bastante cerrada, continúa un pequeño tramo en que hay que avanzar por la brava (zarzing notable) y finalmente distinguimos una sendita que penetra en la espesura, para reaparecer de nuevo en la pista anterior. La verdad es que atajamos un pelín, pero seguramente no merece la pena.

Último desvío
Ahora toca acometer los últimos metros de subida. Las rampas son cada vez más duras, porque no hay que olvidar que tenemos que subir unos 100 m. a machete, sin más posibilidad que zigzaguear moderadamente bajo la misma cumbre. Incluso el antes siempre presente Anboto ha desaparecido tras las copas de los pinos, y nos ha dejado solos con nuestra respetable rampa.

Cuando ya está claro que falta poco, descubrimos por la izquierda algo que puede ser al mismo tiempo un improvisado banquito de piedra y un pequeño dolmen, aunque ninguna de las dos funciones parece tener mucho sentido y sólo sea un hito 'de diseño'. Tiramos por tanto hacia la izquierda, y el camino prácticamente desaparece, sumergido entre helechos y zarzas, aunque sin la contumacia vegetal de la variante anterior. Vamos subiendo un poco penosamente, y Anboto reaparece.

Cima
Pero enseguida aparece un vallado, y tras él, por fin, el vértice geodésico (MEMAIA, 675 m.). La cima se encuentra casi por completo rodeada de arbolado, con un par de buzones bastante extraños. Desde un lado se consigue ver el Anboto, pero no tenemos ninguna otra vista que no sean los árboles de esta gigantesca explotación maderera que es el Memaia al completo. Esto, claro está, a no ser que haya habido una tala reciente, que ya se sabe que en estos casos el entorno cambia radicalmente de un día para otro.

Para bajar, como no nos suele gustar volver por el mismo camino y además se hace un poco largo, vamos a atajar un poco. La idea es regresar por el camino más recto hacia nuestro punto de partida, o sea, en dirección norte. Empezamos a bajar por el pinar sin camino, en la misma dirección de llegada, y enseguida encontramos un sendero por el que seguiremos descendiendo. Pasamos un pequeño pero muy bonito cipresal y empezamos a encontrar sucesivas bifurcaciones, porque todo es una maraña de caminos forestales. Tomaremos casi siempre el camino que más claramente baja, con alguna excepción que indicaremos.

Entre cipreses
Vamos así desechando gran número de desvíos, por senderos a veces más anchos o estrechos, limpios o sucios, que siempre nos llevan para abajo. Cruzamos en perpendicular una pista de cemento y continuamos hasta una INTERSECCIÓN, un poco por debajo de la cota 500, donde ambos caminos descienden por igual, y aquí tomamos el de la izquierda, por donde continúa un camino de pura tierra, bastante blando y con grandes rodadas de camiones.

Elorrio a la vista
En unos minutos el arbolado se abre, y se divisa de nuevo Elorrio y sus montes cercanos. Encontramos otro senderito bajo arbolado, que conduce hacia un arroyo que hay que cruzar. Aunque es sin duda la parte más bonita del recorrido, el camino está en algunos tramos bastante cerrado y en otros es un pelín tortuoso. Pero, tras unos minutos un poco más complicados, arribamos a una carreterilla asfaltada, que tomamos como siempre en descenso. Pasamos varias curvas hasta un cruce con una torreta eléctrica y un cartelito de una maderera, donde tiramos a la derecha. Pocos metros después accedemos al desvío inicial junto al túnel, y de ahí a la ermita de donde hemos partido.

La villa de Elorrio merece de verdad una visita pausada, que bien podemos realizar después de nuestra tranquila mañanera: palacios y edificios señoriales, casas blasonadas, iglesias y cruceros, nos hablan de la intensa historia de esta población, y la famosa Necrópolis de Argiñeta muestra gran cantidad de elementos funerarios de la Edad Media, si nos interesa el asunto. Para elegir.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Usotegieta

En sus 20.000 hectáreas de extensión, el Parque Natural del Gorbea-Gorbeialde reúne una amplia variedad de entornos, tanto en lo orográfico como en lo paisajístico: desde pequeñas sierras hasta macizos kársticos, valles interiores, y elevaciones voluminosas y de perfiles suaves como el propio Gorbea.

En la siguiente excursión nos internamos en la zona por su parte central desde territorio vizcaíno, moviéndonos entre los montes de Arno y el macizo de Itxina, hasta divisar el techo de Bizkaia y Alava desde su vertiente occidental. El paseo no ofrece dificultad y permite admirar algunas de las bellezas de estos extraordinarios parajes naturales.

                DISTANCIA: 7,5 km.
            DESNIVEL: 525 m. (664-1187)  CENTENARIO
DIFICULTAD: Media-Baja 8 (5-2-1)  Dificultad de tránsito (camino de vuelta)
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Belauztegi (Orozko)
            VIAS: Pista de cemento y tierra, campo a través
ACCESOS: De Bilbao a Orozko, autopista A-68 dirección Vitoria-Gasteiz salida Llodio-Orozko. Se toma la dirección a Orozko por la BI-2522 hasta Zubiaur, donde se coge la dirección a Ibarra y Artea (BI-3513). En Ibarra se gira a la derecha hacia Urigoiti (BI-3514), y en la bifurcación de Usabel de nuevo a la derecha, unos 2,5 kms. hasta Belauztegi.
            TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 63



           
A los que somos un poco vagos y nos negamos a caminar más de lo necesario por vías que son practicables en coche, se nos presentan a veces problemas previos a la marcha pedestre, en forma de carreterillas endemoniadas, rampas de infarto y curvas imposibles que hacen sudar por igual a conductor y vehículo, lo mismo para subir que para bajar. Cierto que a veces molan estos caminos, pero otras nos ponen un poquillo los pelos de punta, como ocurre en esta ocasión.

Belaustegi: inicio del camino
Las hemos visto peores, pero hay que reconocer que la subida desde Usabel hasta Belaustegi –sobre todo en su parte final- nos obliga a meter primera en varias ocasiones y el coche nos llega al parking con el motor caliente y revolucionado, implorando descanso. En cualquier caso sobra decir que, si queremos evitar situaciones complicadas, en épocas lluviosas o cuando el firme puede estar resbaladizo es mejor olvidarnos.

En el mismo Belauztegi ya tenemos las primeras vistas: apuntando al norte destaca el afilado cono de Untzueta, y más allá el Ganeko, un panorama bastante prometedor. Para empezar el camino, sólo hay que volver a la pista de subida y continuar ascendiendo como indica la señal, que marca 3,8 kms. hasta Austigarmin –aunque yo creo que es bastante menos.

Collado y desvío hacia Ukulugorta
Vamos subiendo con rampas bastante respetables, casi siempre de piedrilla o de cemento, en principio con bastante arbolado, pinos y a veces algunas hayas notables. Llegamos así a un collado, amplio y despejado, con un CRUCE donde otra señal indica un desvío hacia la majada de Ukullugorta (derecha), a los pies de Ubixeta. Giramos hacia la izquierda, con el cordal de los montes de Arno acompañándonos por la derecha. En realidad, venimos faldeando bajo esta cordillera desde que hemos empezado a subir hacia Ibarra, y todavía seguiremos así un ratillo más.

Ahora vamos a campo abierto, atravesamos un arroyo y pasamos junto a varios vallados para el ganado. Quedémonos con el lugar porque a la vuelta lo veremos con más detalle. La zona es ligeramente ondulada, y en su conjunto forma una especie de pequeña planicie a los pies de Oderiaga, que recibe el nombre de Algortako Txarkoa. Nombre muy oportuno, porque son frecuentes los regatos que, por lo poco accidentado del terreno, se embalsan formando pequeñas zonas húmedas.

Montes de Arno por la derecha
 
Itxina por la izquierda
De repente, en una curva aparece por la izquierda el poderoso perfil de Itxina, con sus tremendos paredones, su cresterío coronado por el Axkorrigan. Estamos penetrando en esa barrancada entre el karst y la falda de Oderiaga, y vamos derechos al objetivo. Casi ya a la espalda, se perfila la cordillera completa que siempre hemos traído por la derecha, y de frente se nos aparece Ipergorta, con su cima redondeada y un gran escarpe por la izquierda. Muy pronto tendremos a la vista nuestro objetivo del día.

Los manantiales que descienden de las laderas forman pequeñas quebradas, verdes y frescas, y el camino pasa a ser definitivamente de tierra y piedrilla. El trazado se hace algo más virado y,  con los cambios de perspectiva, vamos completando el cuadro de alrededor: junto a Ipergorta, despunta el vistoso piquillo de Azaolako Atxa, rocoso y arbolado, y al fondo descubrimos el Gorosteta, cima caliza de la que cuelgan los antes citados.

Austigarmin y cima de Usotegieta
Pasando un tramo algo más arbolado, vemos varios mugarris y tenemos ya a la vista nuestro Usotegieta (o Usategieta), otra elevación redondeada y verde, con una mancha de arbolado por la izquierda. En otro pequeño tobogán pasamos junto a una cruz de señales y justo después, uno de los rincones más bellos e interesantes de la zona: la majada de AUSTIGARMIN.

Esto parece de dibujos animados o de cuento de hadas: un pequeño pliegue (ni siquiera un collado) entre las faldas de varios montes, verde aunque cuajado de blancas calizas y pequeños árboles, y salpicado de media docena de bordas de pastores y varios corrales. Por lo visto, varias de las txabolas son características de la zona, y conviven con otras más modernas, manteniendo un grado de actividad que se ha perdido en otras comarcas. No hemos podido ver las chimeneas humeantes bajo la nieve en pleno invierno, pero sin duda debe merecer la pena.

Oderiaga desde el camino
Pero tenemos que seguir adelante. Para subir tenemos una alternativa directa, es decir, tirar para arriba en paralelo a la línea de arbolado, y ya está. Pero vamos a dar un pequeño rodeo. Recuperamos para ello la pista y empezamos así una pequeña circunvalación, ganando algunos metros. Por la derecha tenemos primero la loma de Argindegorta, que luego visitaremos, y detrás la tremenda mole de Oderiaga, regular y desnuda, con un camino que describe un lazo y parece una cicatriz.

Ahora todo depende del caminante. Cuando nos hayamos aburrido de este flanqueo, no hay más que abandonar el camino y empezar a picar para arriba, a derecho y campo a través, para ganar el alto. La pendiente andará por el 30% y nos acompañarán ovejas y caballos sobre una alfombra verde donde no crece nada que no sean helechos como de un palmo de altura, que para eso estamos alrededor de los 1.000 metros. O sea, como la txanpa final del Gorbea, pero en pequeñito.

Y precisamente lo que empieza a emerger al fondo no es sino la imponente silueta del gigante vizcaíno (y alavés), que enseguida precede a la aparición del buzón cimero (USOTEGIETA, 1.187 m.). Aunque la cumbre no tiene en sí mayor interés, la panorámica es imponente: hacia el norte observamos al cercano Ipergorta y, tras él, Gorosteta e Itxina. Oderiaga nos tapa el resto de su cordal, y hacia el oeste las pequeñas elevaciones de la parte alavesa del Parque, empezando por los próximos Burbona y Arboli. Hacia el sur, el barranco de Pedrobaso conecta con el Gorbea y en su falda distinguimos al fondo el collado de Eregiñao y por supuesto, Aldamin.

Cima de Usotegieta, con Gorbea al fondo

La opción más lógica para bajar es sin duda el descenso directo hacia Austigarmin, así que tiramos recto, con el arbolado como referencia por la derecha, pasando junto a un par de vistosas hoyas y alguna hendidura muy profunda, hasta volver a nuestra majada.

VARIANTE: Si nos hemos quedado con ganas, desde Austigarmin la subida al vecino Ipergorta no puede ser más evidente, siguiendo una pista muy visible que remonta casi hasta la cima. Y de ahí, la cosa se puede prolongar a gusto del usuario por los sucesivos accidentes orográficos que nos van aproximando a Itxina. Pero eso lo dejamos para otra ocasión.

Bajando, con Argindegorta a la izquierda
Naturalmente, nada nos impide regresar sin más por donde hemos subido, pero vamos a proponer otra alternativa -aunque el que no quiera complicarse, es mejor que la deje de lado. Junto a nuestro entorno pastoril nace una pista, más o menos enfrente de la ladera de Usotegieta, y la tomamos para explorar esta pequeña loma, cuya cima alcanzamos en unos minutos ARGINDEGORTA (1.089 m.), sin buzón ni otro distintivo más que un montoncito de piedras, que no sabemos si es (o fue) un hito. Por cierto, por los alrededores parece que hay algún resto megalítico que tampoco sabemos dónde está.

Ahora continuamos cresteando por esta especie de cordalito en dirección noroeste, a la vez que bordeamos la mole de Oderiaga. El trayecto, herboso, sin camino y con animales sueltos, no tiene realmente más interés que 1) evitar el regreso por el mismo camino, que nos suele resultar aburrido, y 2) obtener algunas buenas imágenes, sobre todo de las cercanas paredes de Itxina, que tenemos enfrente. Y bueno, desde esta zona está hecho este video, que es el primero de cosecha propia que colgamos aquí. Vale, la imagen es discutible y los zooms son un horror, pero se ven casi todos los lugares a los que hemos ido haciendo referencia. Sean Uds. indulgentes por ser la primera vez, hombre.




Junto a la valla, con el camino abajo
Cerca de un punto que en el mapa se llama Gorbeia vemos lo que parece un túmulo de piedras, mientras mantenemos una alambrada por la derecha, que en algún momento tendremos que atravesar. La situación es ésta: estamos en lo alto de una pequeña colina y allá abajo tenemos siempre a la vista nuestro camino de vuelta, que deberemos recuperar, aunque por aquí no hay nada parecido a un camino. Podríamos dejar que cada uno tire de experiencia o intuición, pero entonces el blog no serviría para nada, así que vamos con ello.

Unos 100 metros después del lugar citado (VALLA-1) cruzamos el cierre y empezamos a bajar, perdiendo enseguida la cota 1.000. La ladera presenta una buena pendiente, aunque la vegetación se limita a helechos enanos y permite transitar sin mucho problema. Vamos bajando algunos metros y pasamos a una zona poblada por una especie de argomas enanas, pero no hay que descender demasiado, sino faldear hacia un pequeño arbolado. Tras unos metros de trazada más limpia, aparece el cauce de un arroyo, uno de esos que vimos al subir, y que escurren hasta la zona de Algortako Txarkoa.

Desde el promontorio
Lo cruzamos y nos encaramamos a un pequeño promontorio cubierto de helechos, con la pista de regreso bien visible y varios corrales que se interponen hacia nuestro objetivo. Aquí de nuevo apelamos a la pericia de cada cual (lo que decíamos el otro día del cruce de vallados), pero bueh, daremos alguna indicación de lo que nos parece más fácil.

Descendemos en dirección a las alambradas y, cuando nos topamos con una más o menos paralela a la pista, la seguimos hacia la derecha. En unos 50 metros encontraremos una pequeña zona rocosa, donde la valla tiene menos altura, y es el punto más sencillo para cruzar (VALLA-2). Ahora sí, con el panorama ya totalmente despejado, recuperamos la pista y siguiendo hacia la izquierda durante cosa de un kilómetro, regresamos de nuevo a Belaustegi.

Y es que a ibilkat las alambradas no le detienen… o sólo un poco.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Ganguren desde Etxebarri

Ganguren es en gran medida un monte urbano, cuyo cordal divide los valles del Txorierri al norte, y del Nervión al sur, ambos fuertemente urbanizados e industrializados. Si consideramos además su importante prominencia, no es de extrañar que haya tenido que sufrir la completa ocupación de su cima con la instalación de múltiples antenas. El deterioro y la humanización no se limitan sin embargo a la cumbre, sino que se extienden por sus laderas, surcadas por diversas carreteras, y ocupadas por otras varias infraestructuras.  

Pese a todo, buscando un poco descubrimos que el monte no ha perdido del todo su carácter, y su amplia superficie ofrece la posibilidad de dibujar recorridos con los que más o menos se consigue esquivar la civilización. En esta ocasión proponemos una ascensión por la vertiente sur, partiendo del barrio de San Antonio-Kukullaga, en Etxebarri.

               DISTANCIA: 7,9 km.
            DESNIVEL: 395 m. (80-477) 
DIFICULTAD: Baja 6 (3-2-1)  Dificultad de tránsito
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Polideportivo de San Antonio-Kukullaga (Etxebarri)
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, Carretera Bilbao-Galdakano (N-634) hasta km. 6,5. Se gira a la izquierda hacia el barrio de San Antonio, y seguir indicaciones hacia el polideportivo (derecha). Bizkaibus A3623 (Bailén) hasta San Antonio (final) Metro Bilbao estación Etxebarri hasta el centro, tomar carretera hacia la derecha, cruzar la N-634 y mismo itinerario hasta San Antonio (1,1 kms.)
            ENLACES CON Santa Marina
TRACK: Wikiloc
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 33-34



           
Me perdonarán los vecinos de los barrios altos de Etxebarri pero, pese a haberme movido por la zona por varias circunstancias, no termino de aclararme qué cosa es San Antonio y cuál Kukullaga. Pero bueno, siempre tenemos los comentarios abiertos para que alguien nos haga ver la luz.

Polideportivo y camino hacia el monte
En todo caso, el lugar cuenta con un buen polideportivo, que se asiente precisamente en la ladera sur de Ganguren, cuya cima divisamos desde el primer momento. Con el primer edificio por la izquierda, un camino semi-peatonal nos dirige hacia el monte, rumbo indicado con un cartelito donde pone ‘Jugo auzoa’. Y así, nada más dejar atrás las instalaciones deportivas arranca un camino asfaltado con una dura pendiente. Mal asunto cuando esta rampas se presentan justo al inicio, porque impiden calentar mínimamente y coger el ritmo adecuado, y a veces se atragantan de mala manera.

Pero son sólo unos metros, hasta que alcanzamos las casas del barrio de Jugo, donde a buen seguro nos acogerán con un recital de ladridos en sonido estéreo y muchos vatios de potencia. Tras no más de ocho o diez viviendas a ambos lados, pasamos entre las dos últimas, de piedra, más antiguas y silenciosas, y encontramos una bifurcación, donde tomamos el camino de la izquierda. Ya tenemos algunas vistas sobre la zona urbana de donde venimos, y parciales sobre Bilbao. Dejamos por la izquierda otra casa de dos pisos y, unos metros después, pasamos junto a la última vivienda (ojito al perro, aunque suele estar atado) para internamos en el monte.

Bad way
Proseguimos ahora por un sendero antiguo y que –salvo que se haya limpiado en fechas recientes, lo que parece muy improbable-  se encuentra en condiciones bastante deplorables,  visible pero lleno de maleza, zarzas que emergen de los laterales y hierba alta y argomas que llenan el trazado. La cosa mejora un poco a la vista de una torre eléctrica, pero es un espejismo, porque en adelante vuelve a su estado anterior. Algo parecido ocurre más adelante, cuando el camino se empina un tanto y adquiere un aspecto algo más rocoso, o minutos después, cuando atravesamos una pequeña mancha de arbolado, pero no dejan de ser espejismos, porque la trocha acaba siempre cerrandose, y volvemos una y otra vez a los pinchos y el matorral.

Sendero más civilizado
La cosa parece no tener fin, si bien la trazada, aunque sucia, no llega a desaparecer del todo. Lo cierto es que esta parte del trayecto (apenas un kilómetro), sin llegar a ser un zarzing, no resulta muy agradable, y es por lo que hemos puesto arriba lo de ‘dificultad de tránsito’.

Cuando ya empezamos a estar algo hartos de esta áspera travesía, aparece por fin un camino al que nos incorporamos para seguir hacia la derecha. Es una especie de pista amplia y terrosa, sin apenas desnivel y bastante frecuentada por las bicis, ideal para recuperar fuerzas y continuar de forma más sosegada.

En unos minutos vamos a salir a otra pista de grava, aún más amplia, que tomamos también hacia la derecha, enlazando así los sucesivos trazados que recorren la ladera. Enseguida llegamos a un cruce con otra pista, esta de cemento, que describe una curva cerrada. Aquí seguimos de frente, para poco después desembocar en una carretera asfaltada (CRUCE), que enlaza por arriba con la BI-3732 que recorre el cordal. Hay que cruzar esta calzada, para lo cual bajamos una decena de metros y tomamos un sendero que arranca en el arcén contrario para internarse en el bosque. Unas marcas rojas en un árbol facilitan la tarea.
Txaketo iturri

Iniciamos otro tramo amable, terroso y de pendiente muy suave, que va ganando metros poco a poco. Pasamos un pequeño manantial del arroyo Troka, visible sobre todo por los grandes helechos que lo rodean, y salimos después a terreno más abierto, cubierto por repoblaciones forestales. En unos metros estamos en la fuente de Txaketo, de aguas ferruginosas, con un mojón con inscripción de 1.952. Unos pasos más y tomamos un desvío por la izquierda, un camino pedregoso y con algo de roca, que va ganando metros con decisión, mientras vamos dejando a los lados diversos mugarris.  

Pista de BTT
Giramos luego a la derecha y nos encontramos con otra pista de grava, que por la izquierda lleva a una puerta metálica del abandonado Parque de Atracciones, y tomamos de frente un estrecho senderito. Estamos ahora en un recorrido de BTT, DH o cosas así, parecido al de Potongo, una sendita angosta y superpisada, con evidentes rodadas de bicis. La pendiente es muy fuerte en algunos tramos, y se agradece la ayuda del bastón; también aparecen las inconfundibles rampas de madera, y en algunos puntos el paso de bicis ha formado un profundo surco central.  

Ahora vamos justo por el costado del recinto del Parque, donde se ve un pabellón y las vetustas pirámides si giramos la vista un poco hacia atrás. Ni qué decir tiene que conviene aguzar el oído, no sea que se nos venga encima de improviso algún biker a velocidad desatada. Salimos así a una laderita bajo arbolado, y ya se observa el guardarrail de la carretera general. Hemos terminado así la parte digamos más salvaje de la subida, que serán algo más de 3 kms. Obviamente, se puede llegar a este punto de forma mucho más civilizada, pero oiga, hubiera tenido menos gracia.

Buzón y cordal hacia el oeste
Una vez en la carretera, hay que alcanzar la cima. Seguimos unos pasos por el asfalto hacia la izquierda, y enseguida se distingue una señal de Stop, por donde empieza la subida. Hay otra carreterilla que asciende, pero tenemos una opción mejor: en ese mismo punto arranca un senderito, que es el que vamos a seguir. La subida es agradable, de pendiente media y siempre bajo arbolado, y en pocos minutos nos sitúa al pie de las antenas. Pasando por el camino de grava entre las instalaciones nos encontramos, sobre el tejado de una caseta, el pirulo de un vértice geodésico, una ubicación extraña que también habíamos visto en el Ermua.

Etxebarri y Bilbao bajo la bruma
Como todo es un bosque de antenas enormes, no sabemos dónde está exactamente el punto culminante, así que damos aquí por alcanzada la cumbre (GANGUREN, 477 m.), habiendo invertido aproximadamente 45 minutos desde el inicio. Al otro lado encontramos el buzón –recientemente repintado- y un pequeño promontorio rocoso con una caja metálica que en su tiempo albergó un bonito Belén.

Las vistas son formidables en todas direcciones, con el valle del Nervión al sur y el Txorierri al norte. Más allá del rosario de núcleos urbanos e industriales contemplamos la sucesión de elevaciones que van desde el Ganeko hasta los montes de Triano. Vamos, una panorámica espectacular que resulta difícil de creer a la vista de estas fotos tan tristes que ponemos, hechas en el típico día de brumas bajas.

Camino de los postes
Siguiendo la dirección en que hemos llegado al buzón (oeste), tras el escarpe rocoso encontramos una sendita estrecha y divertida que serpentea por la loma para descender, pasando unos escaloncillos, hasta un amplio camino de tierra. Esta pista recorre todo el cordal, y la tomamos hacia la izquierda. Tras un tramo más o menos llano, el camino empieza a descender, cada vez con más fuerza. El firme es cada vez más descarnado y pedregoso, siguiendo un tendido eléctrico que algunos hemos decidido llamar el ‘camino de los postes’. En subida, el tramo se hace áspero y pesado, pero bajando no presenta ningún problema.

Llegamos así de nuevo a la carretera, la cruzamos en un punto denominado GUDABIKOLANDA  y, dejando por la derecha la pista de Santa Marina tomamos el sendero de bajada, que nace justo detrás del cartel de entrada en el municipio de Galdakano. En principio, el camino va casi paralelo a la calzada y luego gira un poco a la derecha y empieza a descender muy suavemente. En la primera bifurcación, tomamos el camino de la derecha, y lo mismo en la segunda, un poco más abajo. El sendero presenta una pendiente moderada, aunque puede encontrarse resbaladizo en caso de lluvia reciente.

Carretera de bajada
Alcanzamos enseguida una pista que por la izquierda nos llevaría al área de Kortatxueta, pero giramos a la derecha para en unos pocos metros encontrar la CARRETERA que llega hasta el hospital de Santa Marina. Tomando esta vía hacia la izquierda en bajada, ya no la abandonaremos hasta el final. Vale que este descenso es demasiado civilizado y urbano, pero bueno, también merecemos algo de paz después de aquel primer tramo de subida un tanto selvático.

Así que, tras cosa de kilómetro y medio de apacible retorno, dejando por la izquierda un pequeño embalse y bordeando el cementerio, llegamos a nuestro punto de partida, en el polideportivo de este tranquilo barrio de Etxebarri.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Las botas del pagazale

Hace ya bastantes años que nos dejó, y tampoco hay un motivo concreto para traer hoy este recuerdo, pero ahí está.

Desde muy pequeño mis padres me llevaban al Paga y sus alrededores. A veces íbamos andando desde casa, por el Peñaskal, otras por La Peña y Bolintxu, y a veces cogíamos ‘el 4’ (seguro que algunos lo recuerdan) para subir por Rekalde. Me quedan imágenes bien grabadas, unas confusas, otras muy nítidas, la fuente de Iturrigorri y la plataforma de giro del autobús, la presa de Bolintxu donde se bañaba la gente (a mí no me dejaban, claro), un txakolí que no sé si era siempre el mismo o eran varios… Cuando me hice un poco mayor, ya pasé por completo del monte.

Cuando al viejillo le prejubilaron, lo primero que tuvo que hacer fue recuperarse de un soponcio; sus jefes le habían machacado durante meses para que aceptara unas condiciones bastante sangrantes, y casi no lo cuenta. Pero, una vez pasado el bache, se dedicó a lo que más le gustaba: subir al Paga acompañado de varios amigos a los que también habían retirado de la circulación.

Para allá se iba, día sí y día también, a hacer distintos recorridos, y cuando hacía mejor tiempo, de tanto en tanto, pillaba el bocata que le preparaba ama (supongo que acompañado de la bota de vino) y tiraban para el Ganeko, lo que en casa nos parecía una cosa tremenda, y nos producía cierta intranquilidad hasta que volvía. Su indumentaria montañera se limitaba al calzado, porque por lo demás iba con ropa normal, la txapela, un jersey y un abrigo en invierno, y una camisa remangada en verano.

En eso estuvo un tiempo que no podría definir, quizá un par de años. Yo en esa época estaba en otras historias muy distintas, era muy arty, moderno y amigo de jaranas nocturnas. Confieso que aborrecía todo aquello del monte, no podía soportar ver a mi padre con sus aparatosas botorras y sus calcetines gruesos yendo siempre al mismo sitio (o eso me parecía a mí) a subir cuestas y ver campas y árboles. Me resultaban ridículos sus relatos siempre cuajados de nombres como Arraiz, Arnotegi, Rompeculos… que a mí me sonaban a chino, y me parecían un absurdo adorno para hablar mucho de un único monte, que para mí era el Pagasarri… y que ni siquiera sabía muy bien dónde estaba.

Luego las cosas se torcieron, los colegas del viejo fueron pasando a mejor vida, primero uno, luego otro, y se le fueron quitando las ganas de subir. Circunstancias familiares muy dolorosas terminaron de borrar a la fuerza su afición, y ya en sus últimos años estaba sin ánimo y muy cascado para retomarla.

Y ahora, muchos años después, resulta que soy yo el que pierde el trasero cada fin de semana pensando en poder dar una vuelta por algunos de estos sitios o por otros parecidos. La vida es muy larga y da muchas más vueltas de lo que podemos pensar. Pero, eso sí, aunque ahora tengamos gore-tex y cortavientos, las botas siguen siendo bastante parecidas.

Misterios sin resolver (IV)

Es tal el éxito de nuestra sección ‘Misterios sin resolver’ que estamos sopesando un acuerdo con bwin, Reta o William Hill para organizar un sistema de apuestas. La cosa tendría así una repercusión internacional y, de paso, supondría un dinerillo extra para ibilkat, que buena falta nos hace.

Mientras esto se materializa, desvelaremos finalmente el anterior enigma, aquel extraño árbol con globitos amarillos: se trata nada menos que de una asclepias physocarpa, una especie originaria de Sudáfrica o por ahí, que atrae a las mariposas y es venenosa si se ingiere. Ahí es nada, y estaba en un
jardín privado. Tengo que decir que nadie acertó, y por mucho que busqué en la red, no hubo forma. Tuvo que venir el inigualable Manu a sacarnos de la zozobra y la duda. Es que este hombre es una sorpresa sin fin.

Ahora traemos algo más facilito. Este mamotreto de hormigón está en un lugar muy conocido por los paseantes, y seguro que hay mucha gente que lo ha visto alguna vez. Pero ¿sabe alguien de qué se trata? Nosotros, que conste, no tenemos ni idea. Y aún más. Hubo hace muchos años un proyecto descabellado de cierto negocio de hostelería, muy cerca de esta construcción. Premio al que nos informe sobre el tema.



Nuevos retos

Es notorio que en este blog dedicamos siempre especial atención al I+D+i. Y, como  hemos terminado con las historias del Camino de Santiago y el examen del GR bilbaíno, estamos ya urdiendo futuras secciones. Aquí lanzamos algunas ideas, a ver qué os parece:

a)      Formas de cruzar una alambrada Yo no sé vosotros, pero yo alguna vez ya he tenido que dar un buen rodeo para sortear alguna alambrada infranqueable. Y otras veces la he traspaso así, por las bravas, con poco estilo y algún enganchón que llevar a casa de recuerdo. Luego vemos en internet tipos que se saltan las vallas sobradísimos y con una elegancia envidiable. Seguro que algunos nos cuentan algún truco para que nada detenga nuestra marcha, y ningún cierre nos ponga en ridículo.

b)      Tipos de agujetas Esto ya es materia para médicos y fisios. Yo, como simple sufridor, me limito a constatar que las agujetas no son siempre iguales: según el perfil de la marcha que hayamos hecho, duelen unos músculos y no otros. Pongamos esto negro sobre blanco (en este caso, sobre verde) y sepamos dónde nos va a pegar el latigazo en función de qué monte subamos o bajemos. Como para una tesis.


c)      Cancionero de montaña Vale, estaremos todos de acuerdo en que el ‘Ikusi mendizaleak’ es el himno montañero por excelencia. Pero hay muchos más, esas canciones con su puntito scout y su aire ligeramente (o no tan ligeramente) patriótico, que nos hacen marcar el paso al ritmo adecuado, sin permitir que la marcha decaiga. Conozco una de esas canciones, muy bonita, y que seguro que poca gente la tiene en su repertorio. La próxima vez os la traigo.

d)    Y bueno, se admiten más sugerencias para seguir llenando entradas de blog con nuestras cosas. Que aquí somos demócratas pata negra. Hasta asamblearios, podríamos decir.

Hasta la próxima.