sábado, 19 de julio de 2014

Basondo

Las rutas por esta zona interior de la reserva de Urdaibai son todo un clásico en los paseos familiares. Y es que en un espacio de dimensiones muy asequibles se reúnen multitud de atractivos, todos ellos directamente relacionados con la naturaleza, y que se pueden visitar, uno tras otro, en una tranquila caminata por terreno apenas ondulado entre paisajes rurales que casi resultan tópicos de Euskadi.

Proponemos un trayecto circular sencillo y muy interesante por buena parte del valle de Oma, en el curso del cual iremos conociendo algunos de estos focos de interés. Y, como veremos, con sólo desviarnos unos minutos del trazado, tendremos a nuestra disposición la completa oferta cultural y naturalística de este encantador rincón de Bizkaia.

                DISTANCIA: 6,5 km.
            DESNIVEL: 190 m.  (50-240)
DIFICULTAD: Muy Baja 3 (1-2-0)
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Parking de Basondo (caserío Lezika)
            VIAS: Carretera, pistas de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, autopista A8 dirección Donostia-San Sebastián salida Amorebieta-Gernika. Después, BI-635 dirección Gernika, y aquí, BI-2238 dirección Lekeitio. En 2 kms., en Kortezubi, girar a la derecha por la BI-4244 (señal a Cuevas de Santimamiñe)  Bizkaibus A-3513 Bilbao-Gernika-Lekeitio parada Elejalde (Kortezubi) y de ahí a pie hasta Basondo
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 17-18



            Según llegamos a nuestro punto de partida, ya nos empezamos a hacer la idea de que en esta ocasión nos las van a poner como a Felipe II: nos recibe un parking de generosas dimensiones, donde muy mal tienen que estar las cosas para no encontrar plaza; junto a él, el hermoso caserío Lezika con restaurante, terracita y columpios. Y al lado, los carteles nos indican que allí mismo tenemos la cueva de Santimamiñe, a los pies del airoso Ereñozar. Incluso hay más cosas, pero vamos a dejar todo esto para el final.

Retrocedemos unos pocos metros por la carretera por donde hemos llegado, y de inmediato una señal nos indica la dirección al Bosque pintado de Oma (2,8 km.s). Hacia allí nos dirigimos, saliendonos del asfalto por la izquierda, tras la primera curva, y con una moderada rampa. Continuamos por una pista de gravilla con una alambrada por la izquierda enfilando hacia el arbolado: primero pinos, luego eucaliptos, otra vez pinos. La pendiente es casi imperceptible.  

Vamos así remontando, casi sin sentir, hasta los cerca de 190 metros de lo que el mapa denomina Goikogana, máxima altitud del día. En las pocas zonas abiertas que encontramos tenemos alguna vista por la izquierda sobre la pequeña cordillera que delimita el valle por el Este, con Bustarrigan como principal elevación.

Bajada hacia el Bosque pintado
Tras un par de kilómetros, empezamos a bajar, y nos encontramos un cruce, también señalizado, con unas rocas que impiden el paso de vehículos. Estamos ya casi a las puertas del Bosque pintado, y creo recordar que en este punto se encontraba un mapa, repetidamente destruido y ahora desaparecido. Aquí se gira a la izquierda y se inicia una fuerte bajada, con el camino delimitado por una valla de madera, y algunos escalones.

Sin más misterio, nos encontramos de lleno ante la muy popular obra de Agustín Ibarrola: el Bosque pintado, al que todo el mundo llama ‘animado’, ‘encantado’ y mil cosas más. Se trata de una obra que responde a la etiqueta de ‘land-art’, es decir, actuaciones estrechamente relacionadas con la naturaleza, sea por los materiales, su localización o la interacción entre el artista y el medio natural. En este caso, todo ello al mismo tiempo. Como ejemplo, unas foticos a voleo:









Al final, son trazos aplicados en el tronco de los árboles formando sucesivos trampantojos (o sea, efectos ópticos) con figuras a veces humanas, a veces geométricas o de otro tipo. El resultado es un conjunto vistoso que termina envolviendonos, al encontrarnos del todo sumergidos en el bosque. Tampoco se puede decir que se haya ocasionado daño al entorno, porque se trata de una plantación de pino Monterrey que data de los años 50 y no tiene mayor valor. Y también recordamos que la obra ha tenido que ser restaurada varias veces, no sólo por el deterioro normal, sino por la repetida actuación de vándalos y descerebrados que al parecer no comulgan políticamente con el autor.

Por mi parte, reconozco que la cosa no me entusiasma demasiado, pero bueno, tiene que haber de todo. Y ahí va uno de los muchos videos que pueden encontrarse por ahí:



Una vez contemplado el curioso lugar en la medida que nos haya apetecido, vamos preparando la continuación de la ruta. Al fondo y casi en línea recta según hemos llegado se encuentra la zona de los ojos. La recorremos a lo largo y donde terminan las pinturas descubrimos otra cruz de señales que nos indica el camino hacia Oma, que seguirá hacia la derecha y en bajada.

Descenso hacia Oma
Tomamos así otro camino que sigue bajando hacia nuestro siguiente objetivo. El sendero es incluso más atractivo que el precedente, también vallado y con escalones, a veces como inserto en una trinchera de tierra, con el suelo sembrado de hojillas de pino, y rodeado de frondosa vegetación. Desembocamos junto a un gran cartel anunciador del Bosque pintado en la carreterilla que recorre los valles de Basondo y Oma.

VARIANTE: En esta intersección, si giramos a la derecha en unos cinco minutos alcanzaremos una vieja ferrería y molino a orillas del Omaerreka, pequeño cauce que surca el valle y en el que llegó a haber varias de estas instalaciones que aprovechaban el curso fluvial para el trabajo del hierro y la molienda.

Caserío 
Siguiendo el asfalto hacia la izquierda, en unos pocos metros pasamos junto a un hermoso y viejo caserío, y estamos ya en el núcleo de Oma, donde cada una de las casas merece al menos una foto, un rincón realmente precioso y apacible que parece el arquetipo de la vida bucólica… a la vista, porque la vida en el medio rural tampoco se reduce, evidentemente, a la tranquilidad de un excepcional paisaje verde. 

A la salida de la aldea un panel informa sobre el karst de Urdaibai, que se extiende por el noreste a todo lo largo de los valles, hasta más allá de donde hemos iniciado la ruta. Poco más adelante, otra señal nos indica el camino hacia el sumidero de Bolunzulo, un interesante rincón de interés geológico sobre el que se informa exhaustivamente en esta página.  Y es que, como se ve, en la reducida zona que estamos recorriendo no faltan cosas que ver y de las que aprender.


Ermita de San Pedro
Siguiendo la misma dirección por la carretera, flanqueada por una especie de acera enlosada, descubrimos la pequeña ermita de San Pedro, del siglo XVI. Tras remontar unos pocos metros, el pequeño alto nos sitúa justo entre los valles de Oma –de donde venimos- y Basondo –a donde nos dirigimos-, con una buena perspectiva sobre ambos. Ahora volvemos a descender, con Ereñozar y los caseríos de Basondo al frente, la zona boscosa que antes hemos recorrido por la izquierda, y sucesivos pastos con animales.

       Un último y suave repecho nos devuelve al punto de partida, dando por concluido el recorrido.

Pero, como casi nunca nos conformamos con la ruta pedestre, y hoy tenemos una amplia oferta de visitas y actividades, además de lo ya conocido, no podemos olvidarnos de:


El acceso está perfectamente señalizado. Partiendo del aparcamiento nos dirigimos hacia la falda del monte entre algunas mesas y árboles para alcanzar la entrada en muy escasos minutos. Las visitas están limitadas, así que conviene informarse antes, pero merece la pena porque, en mi opinión, el recorrido es uno de los más entretenidos que se pueden hacer en nuestro territorio y cercanías. También los alrededores son perfectos para dar cuenta del bocata, aunque es cierto que suelen estar petados de gente.


Retrocediendo unos metros por la carretera por la que hemos llegado, nos encontramos el Refugio de la fauna de Basondo, donde podemos observar en semi-libertad distintas especies de animales, incluidos bisontes. El lugar no es muy extenso, resulta más amable que un simple zoo, y la gente que se encarga de los animales es encantadora y facilita cualquier información. Un sitio ideal para ir con críos.

Vamos, que no está mal para las vacaciones (el que las tenga). Y casi todo gratis.

martes, 8 de julio de 2014

Camino '87 19ª Jornada: Samos - Portomarín (27,4 kms.)




No nos damos tregua. Desde que abandonamos León en Villafranca del Bierzo, llevamos dos etapas rondando los 30 kms., y aún queda otra similar -por ahora.

Empezamos por no entender muy bien. Partiendo de Samos, la Guía de Millán Bravo, que era el libro de cabecera de nuestra expedición, marca un camino en diagonal, paralelo a la comarcal LU-633 directo hacia Sarria. Sin embargo, el resumen de la ruta incluye el nombre de Calvor, que está más o menos a medio camino, pero por el trazado del Norte.

Lo cierto es que la ruta de la Guía (que sigue la de Aymeric Picaud) no parece ser la más normal, porque prácticamente todas las demás fuentes que hemos consultado indican un trazado que en efecto desemboca cerca de Calvor. De forma que, por sorprendente que parezca, parece que el grupo ignoró esta vez el libro y siguió esta última trayectoria. Aunque también nos choca que se haya situado Calvor a 2 kms. de Samos, cuando en realidad está a unos 7 u 8.

Gorolfe
Parece mentira, casi 500 kilómetros desde Santurtzi sin incidencias en la ruta, y nada más entrar en Galicia, todo se vuelve confuso y ocurren cosas raras. Son las brumas del norte y el eco de los druidas, seguro.

Entre robles, cerca de Calvor
Así que salimos de Samos y en un par de kilómetros giramos a la derecha hacia PASCAIS para seguir el cauce del río Sarria hacia el norte. Vamos pasando diversas pequeñas aldeas (GOROLFE, REIRIZ y más tarde SIVIL) por revirados caminos rurales, siempre en cotas próximas a los 500 metros. En los citados 7 u 8 kms., pasando PERROS, accedemos a CALVOR (km. 484, aunque seguramente son unos cuantos más)

Sarria
Ahora sí que giramos hacia el oeste para, en otros 6 kms. de descenso más o menos suave, acceder a SARRIA (km. 490). Esta localidad, el núcleo urbano más importante del Camino en Galicia, es el punto desde el que se considera se debe partir para cubrir los 100 kms. fijados como mínimo para obtener la Compostela, acreditación eclesiástica de haber realizado el Camino; aunque en realidad estamos todavía a más de 110 kms, como lo señalan los sucesivos mojones indicadores. El relato destaca la ‘iglesia románica de Santa Marina y el castillo que domina el llamado Campo del Ferial’.

Ponte Aspera
Nada más cruzar Sarria salimos en dirección oeste y rápidamente regresamos al medio rural para cruzar el encantador e histórico Ponte Aspera. Ahora circulamos casi siempre al margen de las carreteras, entre prados y bosquetes, con algunos tramos de las conocidas corredoiras, como se conoce por aquí a estas preciosas estradas, generalmente arboladas y siempre frescas, que hacen el Camino mucho más llevadero. Bueno va, también está la cosa de hacer slalom sorteando enormes vacas y sus aún más impresionantes boñigas, pero oiga, para eso estamos en el monte, y además en Galicia.
 

Ya sólo quedan 100
Con pequeñas subidas y bajadas y numerosos cambios de dirección, vamos pasando pequeñas aldeas, BARBADELO (km. 493), RENTE, PERUSCALLO, hasta que a la altura de BREA encontramos el mojón de los 100 kms. El hito parece pasar inadvertido para el autor de la bitácora, pero desde luego no para el fotógrafo, como se puede ver. Es sin duda uno de los puntos emblemáticos del Camino. Para estos chavales de Santurtzi antes quizá lo fueron la salida de Bizkaia por Balmaseda, la conexión con el Camino francés en Frómista, León, la Cruz de Ferro o el Cebreiro. Pero, tras unos 500 kms. de marcha, que se dice pronto, ya ‘sólo’ quedan 100 hasta Santiago, el Obradoiro, el fin de la aventura. Lo cual es todo un evento, algo que le mete a uno un tremendo chute de autoestima y fuerzas renovadas para continuar.

Nos esperan ahora FERREIROS, PARROCHA y VILACHÁ, desde donde hay que acometer una fuerte bajada hacia el cauce del Miño, embalsado en el pantano de Belesar, que cruzamos por una pasarela . Las aguas anegan el antiguo y ahora sumergido pueblo de Portomarín, situandose el nuevo frente a nosotros en un alto, ‘resucitado en la ladera del monte, el otro quedó sumergido para siempre bajo las aguas del pantano del Sil’ (corregimos, es el Miño)

Llegando a Portomarín
Se nos exige un último esfuerzo para ascender por una terrorífica escalera, y estamos ya en el final de la etapa (PORTOMARIN, km. 509). El narrador destaca las iglesias románicas de San Pedro y San Nicolás, ‘templo-fortaleza, con un ábside y portada dignos de admirar’. Añadimos que, al menos esta última, reconstruida piedra a piedra desde su antigua ubicación.

Asamblea en la plaza
Pero nuestros peregrinos seguro que lo que más apreciaron fue el parquecillo que asoma al embalse y es casi lo primero que se encuentra en el pueblo. El lugar es ideal para tirar la mochila y tumbarse a descansar tras una etapa larga y, a decir de todos, engañosa, porque los 28 kilómetros se hacen mucho más largos por la proliferación de pequeñas aldeas y caminos diferentes que vamos encontrando. Los caminos rectilíneos de Castilla resultaban psicológicamente demoledores, pero estos agradables senderos lucenses, aunque más sombreados y verdes, también tienen truco.

Y si encima le añadimos los 6 o 7 kms. de error en la contabilidad, pues todavía peor.