viernes, 30 de mayo de 2014

Cincho desde Isla

Quizá podríamos considerar al monte Cincho como el corazón del Ecoparque de Trasmiera, tanto por tratarse de su máxima elevación –a pesar de sus modestísimos 249 metros-, como por encontrarse rodeado por los cuatro pueblos que lo componen: Soano, Castillo, Arnuero e Isla. De perfil redondeado y aspecto impenetrable, el Cincho alimenta además el humedal de Joyel, y conecta  así el elemento marítimo con el carácter netamente agropecuario del interior.

De los dos accesos normales a esta interesante cumbre, proponemos en esta ocasión la ruta occidental, que se inicia en el barrio de Quintana, en Arnuero. El recorrido del Ecoparque contempla el inicio desde Quejo, con lo que la marcha permite también conocer la tranquila llanada, que conserva todo el sabor rural, de espaldas a las zonas turísticas y a las principales vías de comunicación.

               DISTANCIA: 9,1 km.
                                Sólo subida, y circular por el monte: 3,8 kms.
                                Sólo subida, y bajada por el mismo camino: 2,2 kms.        
            DESNIVEL: 230 m.  (20-249)
DIFICULTAD: Baja 5  (2-3-0)
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Oficina de Turismo de Isla-Quejo
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, por la A8 dirección Santander salida Beranga-Noja-Isla. Se toma la CA-147 en dirección a Noja, y en la segunda rotonda seguir señalización a Isla (6 km) En la rotonda siguiente, tomar la dirección Quejo-Playas de Isla. A la entrada del pueblo se encuentra la Oficina de Turismo, donde hay algún espacio para aparcar.
            VIAS: Carretera, senderos de tierra
TRACK: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6964602 
Más información:
(Las dos son rutas en sentido inverso al nuestro)
Cartografía de Cantabria mapa 4



     
          Como vamos a hacer íntegra la ruta que propone el Ecoparque (aunque le meteremos alguna variación), nos vamos hasta Quejo (Isla), que es donde se fija el punto de inicio. Como luego veremos, el recorrido se divide claramente en dos partes, y podríamos prescindir de esta primera para pasar directamente a la ascensión montañera.

Oficina de Turismo de Isla-Quejo
La Oficina de Turismo nos la encontramos justo a la entrada del pueblo, con el convento e iglesia de las Carmelitas detrás, y el parquecito y pistas deportivas de los Condes de Isla a la derecha. Detrás de la caseta de información nace un camino vecinal asfaltado, que se conoce como Camino de la Mies, o de la Mies de Hoz, y que identificamos mediante una flecha de señalización. Pasamos junto a alguna urbanización y de inmediato continuamos entre diversos caserones y chalets, algunos antiguos y otros muy nuevos, con la inconfundible silueta del Cincho cerrando siempre el horizonte.

El Cincho desde el Camino de la Mies
Obviando todos los desvíos, avanzamos acompañados por multitud de frutales, hasta que nos encontramos con la carretera y bidegorri que se dirigen al casco antiguo. Cruzamos, y continuamos por nuestro camino, observando pastos, maizales y huertas que se extienden por la pequeña llanura.

VARIANTE: Si tras cruzar la carretera tomamos la primera desviación a la derecha, podemos conocer la soberbia Torre de Isla (o de Jado), actualmente habitada y rodeada de un accidentado terreno con vegetación y flores salpicadas entre las rocas. En escasos diez minutos estamos de vuelta en nuestra ruta.  

Nos encontramos ya casi en el mismo piedemonte del Cincho, y ganamos los primeros metros siguiendo por un par de curvas pronunciadas, en la zona denominada La Cárcaba. Al fondo del segundo giro podríamos atajar atravesando un pequeño pastizal en cuesta, pero tampoco merece la pena, porque se ahorran unos pocos metros a cambio de salvar varias alambradas y remontar por terreno algo incómodo.

Llegando a Arnuero
La subida nos sitúa junto a unas casas en un cruce con la carretera que comunica con Isla. Estamos en el barrio de QUINTANA, en el extremo del núcleo urbano de Arnuero, con una urbanización bastante reciente por la derecha. De inmediato, una nueva señalización nos indica que debemos girar a la izquierda, y aquí ya comenzamos lo que propiamente es la subida al Cincho.

VARIANTE: Como el itinerario tiene dos partes muy diferenciadas, nada nos impide hacer solamente la ascensión, que empieza justamente aquí. Como indicamos arriba, si sólo hacemos el recorrido circular del monte, la distancia es de 3,8 kms., y se reduce a 2,2 si hacemos subida y bajada por el mismo camino.

Para arriba

Empezando a subir
Tras unos metros de cemento, junto a una puerta metálica y la tapia de una casa, encontramos el camino de tierra que tomaremos. Desde esta zona se tienen buenas vistas sobre el vallecito que hemos recorrido y el centro histórico de Isla.  

Pasamos un tramo entre los linderos de dos fincas, y nos adentramos después en arbolado más espeso e identificable como propio del lugar (encinas, madroños y cosas así), aflorando algunas

calizas. Tras algún repecho algo más fuerte, y ya por terreno muy cerrado, debemos fijarnos en una curva a la izquierda, cerrada y con un árbol junto al camino: por la derecha sale un sendero que tomaremos al bajar.

Mirador
La última parte de la subida es algo más escarpada, pero pronto se advierte que nos acercamos a la cima que, tras un tramo prácticamente llano, alcanzamos enseguida (CINCHO, 249 m.), tras una ascensión de apenas 20 minutos desde Quintana. Una gran torreta de piedra permite disfrutar de espléndidas imágenes sobre Isla, Noja, el Buciero, Laredo…















Hay varios videos de las panorámicas cimeras. Teníamos uno que incluía una charleta simpática de dos chicas, pero lo hemos perdido. A cambio, éste es más pausado y demuestra buen pulso. El zoom (igual un poquillo abusivo) nos va aproximando a todos los puntos de interés del panorama.



Para el descenso tenemos tres opciones:

  1. continuar recto el camino según hemos llegado. Descenderíamos así por la ruta diríamos oriental, que es la descrita en la entrada Cincho desde Arnuero
  2. bajar por donde hemos subido, que siempre resulta poco creativo y además se nos hará demasiado corto, o
  3. lo que proponemos ahora, que es un mix entre las dos opciones
Desvío del árbol y sendero
Si hemos elegido esta tercera posibilidad, de momento nos bajamos de la torre y regresamos por donde hemos venido. Y aquí recuperamos el waypoint de la curva y el árbol (DESVIO), porque nos vamos por el sendero de la izquierda, por el que vamos a hacer un flanqueo cortito y fácil. La senda es completamente llana, aunque es poco transitada y por tanto lo normal será que esté sucia y quizá algo cerrada (ojo a las telarañas). Pero no hay problema, porque cuando llegamos a un pequeño claro donde parece que hemos ido a dar a un cul-de-sac, unos pasos más adelante nos encontramos con el otro sendero de bajada, que es el de la opción 1)

Camino de bajada
Tomando a la derecha por este camino vamos descendiendo, pasando algunas zonas con algo de roca, y otras más pedregosas. A media bajada tenemos por la derecha una pequeña área de descanso con algunas vistas parciales hacia el interior, un banco y un panel informativo. La pendiente es algo más fuerte que por donde hemos subido, y el firme un poco más abrupto, pero enseguida llegamos al final, en una explanada donde finaliza la carretera.

Iglesia de la Asunción
Por el camino asfaltado seguimos hasta una casa junto a una bifurcación (CASONA), y aquí giramos a la derecha. Con vista directa al montecito que acabamos de recorrer casi por entero, llegamos en unos minutos junto a la iglesia de la Asunción, enorme y solitaria. Continuamos entre algunos viejos muros y cerramientos de piedra, que conviven con casas más modernas, pasamos junto al agroturismo de la Casa del Agua, y llegamos de nuevo al barrio de QUINTANA, donde hemos iniciado la subida.

Hay que decir que, aunque esta denominación de Quintana se encuentra en toda la cartografía que hemos visto, algunas placas municipales en las viviendas lo llaman barrio de la Hontana. Apuntado queda, por si alguien se lía.   

Y vamos volviendo

Sendero hacia la carretera
Ahora deshacemos el camino de ida: tomamos por la derecha la carreterilla que se dirige a Isla, dejando la principal por la izquierda, bajamos las curvas y seguimos por el llano. Podríamos simplemente seguir todo recto hasta alcanzar nuestro punto de inicio; pero podemos también variar un poco la ruta. Dejamos un primer desvío por la izquierda, que se dirige al casco histórico y, un poco más adelante, una segunda bifurcación indica por la izquierda hacia la ermita de San Roque. Justo enfrente, por el lado contrario (o sea, derecha) sale un sendero de tierra con un cartelito que pone ‘SENDA’. Como se ve, muy descriptivo, y bastante en consonancia con el nivel de la cartelería del Ecoparque, de lo que ya hemos hablado tiempo atrás.

Volviendo por el bidegorri
Tomamos este camino, que discurre primero junto a un cierre de mallazo y después entre alambradas, con algunos pastos a los lados, rodeando la base misma del Cincho. El trayecto acaba desembocando en una pequeña explanada junto a la carretera general, y aquí tomamos el bidegorri hacia la izquierda. El camino nos permite volver al pueblo con algunas vistas sobre la marisma y el molino de Santa Olaja, siguiendo durante un trecho, en sentido inverso, la ruta descrita en la entrada Marisma de Joyel.

Vamos finalmente alcanzando el casco urbano de Isla-Quejo, siempre por carretera, pasando en un pequeño descenso junto al barrio de La Cava, donde, dependiendo de las mareas, podríamos también enlazar con el itinerario de Ría de Quejo.

Sin mayor dificultad arribamos así al punto donde hemos iniciado la marcha, la Oficina de Turismo, para dar por terminado el recorrido.


El recorrido, que no la jornada. Porque, una vez aquí, no tiene perdón marcharse sin darse un chapuzón en alguna de las maravillosas calas de esta localidad, o un paseo junto a la ría para admirar las increíbles formaciones rocosas que adornan los arenales. Todo esto, tras nuestro saludable paseo montañero y rural, y a la caída de la tarde, os aseguro que es una experiencia única.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Punta de la Mesa

La localidad de Noja reúne cada año a miles de veraneantes, atraídos por sus fantásticas playas y la belleza de sus paisajes. Por la proximidad a nuestro territorio, una gran parte de los visitantes procede de Bizkaia. Pero, al margen del bullicio y de la clásica oferta turística, todavía atesora el encanto de algunas grandes fincas, casonas y palacetes que todavía perviven, y ciertos rincones que, a pesar de todo, siguen ofreciendo imágenes inesperadas.

Uno de estos lugares es el camino que enlaza las dos playas más famosas del municipio, Ris y Trengandín. Bordeando la línea litoral, recorremos senderos arenosos, viejos pinares e insólitas calas, para completar un sencillo paseo que nos sitúa en el mismo corazón del pueblo, junto a la hermosa iglesia de San Pedro.

                DISTANCIA: 3,1 km.
            DESNIVEL: 0 m.   
DIFICULTAD: Ninguna  (0)
ITINERARIO: lineal  Inicio: Playa de Ris  Final: Paseo de Trengandín
ACCESOS: Desde Bilbao, por la A-8 dirección Santander salida 184 Beranga-Noja-Isla. Se toma la CA-147 en dirección a Noja. Al entrar en el casco urbano, en la avda. de Santander hay que tomar la desviación a la izquierda hasta la playa de Ris. Autobús de Alsa desde Termibus: consultar en http://www.termibus.es/horarios.php?idi=es
VIAS: Urbanas, sendero
ENLACES CON Brusco
TRACK:  http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6832800 
Más información:
Cartografía de Cantabria mapa 4



            Aparte de las características archiconocidas por todos (playas, ambiente veraniego y marchón), el municipio de Noja tiene algunas peculiaridades que resultan llamativas. Esta artículo las explica muy bien: por una parte, su insalvable componente estival, por el que en plena temporada pasa de 2.000 a 70.000 habitantes, nada menos, con la consecuencia lógica de que el resto del año es algo así como un pueblo fantasma. Fijo que alguno se mosquea, pero si tienen Uds. dudas dense una vuelta en otoño, sin ir más lejos.

            También es chocante que todo parece (y es, en realidad) muy nuevo. No existe un casco antiguo como tal, y lo poco que sobrevive anterior al boom turístico (o sea, a los años 60 ó 70) son algunas casonas dispersas y ciertas impresionantes fincas con palacetes en su interior, como podremos ver después.

            Y finalmente, lo que más nos interesa para nuestro paseo es que, a pesar de la tremenda presión urbanística y la proliferación de segundas viviendas, la línea de costa no ha sufrido los efectos devastadores de otras localidades, y los edificios dejan un espacio más o menos razonable que permite disfrutar un poco del litoral.

            Bueno, y tras el momento sociológico-urbanístico, vamos con la ruta.

         Comenzamos la marcha junto a la espléndida playa de Ris, desde donde divisamos ya algunos islotes rocosos que le otorgan personalidad y refuerzan la belleza de su entorno. El más extenso, llamado San Pedruco, cuenta con una ermita, es accesible en marea baja y merece la pena la visita. Por la parte derecha del arenal, el asfalto continúa por la trasera del hotel Pineda, para salir enseguida al mismo borde del mar. Aquí cerquita se encontraba el pub Cocolú, uno de nuestros favoritos del pueblo -y hay muchos.

 
Alejandonos de la playa de Ris
           La carretera finaliza poco después, con un cartel informativo de la ruta que vamos a recorrer, junto a un paso en un muro, por donde empieza el recorrido propiamente dicho. El camino es completamente arenoso, rodeado de hierba y pequeño matorral. Muy pronto se divide, abriendo brazos secundarios que se dirigen preferentemente hacia la línea litoral.

            Enseguida caminamos junto a los pequeños acantilados repletos de pliegues y hendiduras características de esta parte de la costa de Cantabria. Tenemos a la vista parte de la playa y sus islotes, con la preciosa bahía cerrada por el oeste por Isla y cabo Quejo. Por cierto, que uno de estos peñascos recibe el nombre de Moja el Rabo, dicho sea sin otra intención que la mera curiosidad.

Bunker
En pocos minutos estamos junto a la punta Garfanta, y nos encontramos en las dunas colgadas, salpicadas de vegetación enana, que asientan sobre los pequeños acantilados. Enseguida nos encontramos un bunker o casamata de vigilancia costera, similar a los muchos que se desperdigan por el Cantábrico. Como todas estas construcciones, fue levantada en los años 40 del siglo pasado, en previsión de una posible invasión aliada (la intuición de Franco, ya se sabe). Ésta nos ofrece una imagen muy plástica, con el perfil del Buciero al fondo.

             Las formaciones rocosas se suceden, y observamos el trabajo de milenios del mar, abriendose paso entre las calizas, poderosas y casi siempre cortantes. Llegamos así al punto más oriental de la ruta, la Punta de la Mesa. Se trata de un pequeño cabo de roca desnuda, una especie de meseta que se interna en las aguas, cayendo en vertical en su parte más sobresaliente. Tampoco hemos de pensar en alturas vertiginosas ni dimensiones ciclópeas; el promontorio resulta modesto y no impresiona, pero presenta una bonita silueta que explica por sí misma su nombre.

Punta de la Mesa

            Inmediatamente, tenemos a la vista el resto del recorrido: sucesivos salientes, con zona arbolada hacia el interior, y el núcleo urbano de Noja al fondo, con la playa de Trengandín y el macizo de Mijedo tras ella. Aunque el camino principal discurre unos metros tierra adentro, los senderitos más arrimados al borde nos van conduciendo entre roquedos y pequeñas manchas de encinar que resulta divertido atravesar, a veces sorteando el ramaje en pasajes muy angostos.

           
Una de las calas
Así vamos pasando dos o tres pequeñas y encantadoras calitas, rodeadas de las caprichosas rocas erosionadas por el mar. Tras algunos minutos de entretenida travesía  llegamos a una cetárea o vivero, del que se conservan apenas algunos muros.

            Ya se va viendo que nos acercamos al final, con las casas bastante próximas, y nos espera la cala más amplia. Un inmenso eucalipto de tronco inabarcable en mitad del sendero nos conduce a un camino menos agreste, que empieza a discurrir junto al vallado de la finca Arnaiz, que parece no tener fin. Así pasamos junto a esta playita, de la que se desprende el islote de Peña Pombera.

Junto a Peña Pombera         
El camino pasa a ser más herboso y, pasando otra cala (Ensenada de Noja) y la punta Cañaverosa, nos encontramos ya en el extremo occidental de la playa de Trengandín, donde hace años (ahora no sé) se montaban fiestones estupendos con hogueras y tal. Y ya estamos al pie de distintas urbanizaciones muy cercanas al centro del pueblo. 

      Finalizado el paseo, tenemos la posibilidad de enlazar por ejemplo con la ascensión al Brusco, en el link que ponemos arriba, o con el camino que recorre toda la enorme playa -que es parte Trengandín, y parte Helgueras-, y del que hablaremos en otra ocasión. Si tenemos que volver a Ris, podemos hacerlo por el interior, por la calle Pinares, desde la que podremos contemplar algunos magníficos ejemplos de la arquitectura civil que comentábamos al principio.

Playa de Trengandín

            Y naturalmente, encontrandonos a un paso del corazón de la villa, tenemos a nuestra disposición toda la amplia oferta hostelera que puede esperarse de un municipio turístico, aunque haríamos dos precisiones: 1) lo que decíamos al principio sobre el 'pueblo fantasma', si es que vamos fuera de temporada, y 2) ojito con la ORA y los parquímetros, porque los munipas tienen el lápiz bien afilado, y más si tenemos matrícula o distintivos de Bilbao… aunque esto último lo negarán siempre, claro.

Para terminar, en esta página hay un bonito video de Noja en general. Y decir también que nuestra ruta de hoy resulta que tiene la distinción de sendero azul, que es una cosa de la que no habíamos oído hablar hasta ahora.

Pero como aquí siempre estamos alerta sobre posibles disparates político-ambientales, contaremos también que, para no desentonar con la moda de hace unos años, también aquí, justo por esta zona, se proyectaba un puerto deportivo. Fijo que el éxito hubiera sido aún mayor que el de Laredo, y de paso se hubieran cargado estos magníficos paisajes que acabamos de recorrer. Es que no falla.