lunes, 21 de abril de 2014

Camino '87 17ª Jornada: Villafranca del Bierzo - Cebreiro (26,4 kms.)




Pues ya llegó el gran día.

Yo creo que cuando la expedición partió de Santurtzi hace dos semanas largas ninguno se imaginaba lo que sería llegar a Galicia; ni cuando el Cabrio se las puso tiesas por primera vez, ni mientras cruzaban el páramo de Masa, o aterrizaban en un lugar llamado Melgar de Fernamental. Es lo que tiene el Camino (una de las cosas grandes e insólitas que tiene), que las distancias y las proporciones son tales que escapan a cualquier previsión. Sólo hay que continuar andando y llegar al próximo hito. Y así hasta el final.

El perfil de la etapa es devastador. Con esta longitud y un desnivel de unos 800 metros, ya sería un plato fuerte para esas rutas domingueras que tanto nos molan. Pero es que casi toda la subida se concentra en menos de 10 kms., justo los últimos, con pendientes que alcanzan el 20%. Así que la cosa resulta bastante brutal cuando se llevan muchos días y muchísimos kilómetros a las espaldas… y una mochila bien cargada.

¿No estábamos hartos de las llanuras abrasadoras? Pues toma monte. ¿No queríamos llegar a Galicia? Pues primero hay ganarselo subiendo hasta arriba del todo.

Nos despedimos del plácido Villafranca y, nada más pasar el puente, seguimos en dirección NW, en paralelo a la concurrida y peligrosa carretera nacional y al curso del río Valcarce.

Y aquí hago un inciso, que en una de nuestras entradas habituales sería una variante.

Villafranca desde el Camino duro
Justo después de cruzar el río sale por la derecha un camino alternativo, que se suele denominar el ‘Camino duro’. El nombre no puede ser más descriptivo. Las primeras rampas en dirección a Vilachás ya son intimidatorias, y recuerdo un cartel que decía ‘sólo para montañeros experimentados’ o algo así. El camino remonta de golpe hasta cerca de los 1.000 metros (o sea, unos 700 desde Villafranca), por sendas bestiales engullidas por matorrales gigantes. Este trazado, hecho después de comer a eso de las cuatro de la tarde en el mes de agosto, me llevó a pensar que, antes o después, algún helicóptero de Protección Civil sacaría mi cuerpo de ese infierno, con suerte rumbo a algún hospital. La hazaña se la debemos a Juancar, consumado montañero y, como queda demostrado, siempre equilibrado en sus iniciativas.
Carretera (ahora protegida)

Pero seguro que nuestros amigos no fueron tan locos como para abandonar el trayecto ‘normal’. En tal caso, el camino continúa por la profunda garganta, pasando sucesivas curvas y sin apenas ganar altura. Se pasa primero PEREJE (km. 430) y en otros 4 kms. TRABADELO (km. 434), justo donde desemboca el ‘Camino duro’ tras un descenso vertiginoso. Aquí apenas hemos subido 100 metros desde Villafranca, o sea, nada.

La Faba
Superamos los pequeños núcleos de PORTELA y AMBASMESTAS hasta llegar a VEGA DE VALCARCE (km. 442), última localidad relevante antes de iniciar la ascensión. Aún hay que avanzar otros 3 o 4 kms. hasta el lugar llamado HERRERÍAS, donde de verdad empieza lo bueno.

De aquí a LA FABA (km. 449) hay que remontar los más de 300 metros de desnivel más abrupto, una auténtica ascensión montañera con pendientes que, cuando llevamos 20 kms. previos, mochila completita y unos cuantos días de camino encima, nos lo van a poner bastante difícil.

Ascendemos buena parte por estrecha senda bajo arbolado, un entorno que al
menos nos es muy familiar. La subida, vista objetivamente, es realmente bonita y, junto con el atractivo de lugar tan emblemático, atrae multitudes como si fuera el Pagasarri. Los pobres peregrinos tienen que subir entre una legión de alegres excursionistas que aparcan sus coches tan arriba como pueden. El gracioso neologismo ‘turigrino’ les cuadra perfecto. Es comprensible, y cualquiera tiene derecho a subir al monte cuando quiera, pero da mucha rabia. Por fortuna para nuestra expedición santurtziarra, es probable que hace 25 años no existiese semejante mogollón.

Aún nos quedan otros 300 metros que subir, con pendiente algo más llevadera, para atravesar la muga de Galicia, y coronar O CEBREIRO (km. 453), a 1.300 metros de altitud.

El Cebreiro es sin duda uno de los puntos míticos del Camino. Aunque su cota está por debajo del monte Irago, es la segunda mayor elevación de la ruta jacobea y, sobre todo, la más dura. Y, quizá aún más importante, es la puerta de Galicia, que cruzamos muy poco antes de culminar la subida. Casi nada.

Parece ser que estos peregrinos de 1.987 sufrieron una climatología bastante adversa, pese a ser el mes de julio. Nos cuentan que chuparon frío, y la aldea y sus caminos eran un lodazal. Cabe imaginar a nuestros derrengados amigos llegando, cada uno a su ritmo, desperdigados por las laderas, y con la clásica mezcla de agotamiento y alegría por el obstáculo superado. Quizá maldiciendo por lo largo que se hace ese último tramo medio llano que al final nos separa del ya visible puerto.

Transcribimos íntegras las sensaciones del narrador: ‘El Cebreiro a 1.300 m. de altitud mantiene todavía su fuerza evocadora en el peregrinar. Después de una dura subida por caminos carretales y sendas de cabras te encuentras con la Prehistoria y tradiciones celtas en las pallozas y en su Museo Etnográfico’. Por lo visto, pernoctaron en una de esas peculiares edificaciones, antiguo albergue.


Porque en efecto, al final de la etapa se encuentra la pequeña aldea de O Cebreiro, que conserva las citadas pallozas, construcciones circulares con techumbre vegetal, de origen celta. Hemos visto por ahí cómo un gabacho se preguntaba si ‘serait l´Afrique’, seguramente con mayor dosis de incultura que de mala baba. El entorno ya estaba bastante adecentado después del Xacobeo del 93, pero nos cuentan que en el 87 su estado era más bien de abandono total, poco más que un enorme barrizal perdido entre los montes.

Hay que imaginar que a su llegada no estarían nuestros peregrinos para hacer muchas consideraciones filosóficas pero, visto con la perspectiva del tiempo, coronar el Cebreiro un día brumoso y húmedo, y aterrizar entre las pallozas, en un paraje solitario, tuvo que tener su punto.

Actualmente suponemos que todo se encontrará restaurado y en perfecto orden de revista, aunque tal vez privado de la autenticidad y el misterio de antaño. El turismo, es lo que tiene. En esta página encontramos un montón de imágenes y videos.

El relato que manejamos también se refiere a la iglesia prerrománica de los siglos IX-X, donde ‘se conserva un relicario donado por los Reyes Católicos y el cáliz del famoso milagro del Cebreiro’. Esto es interesante. Por ahí hemos encontrado varias versiones del citado milagro, también conocido como leyenda del Santo Grial de Galicia. La más extendida dice que un día de gran tormenta sólo acudió a misa un
único paisano llamado Juan. El monje, que en ese momento estaba consagrando, parece que no mostró el debido aprecio por el esfuerzo de Juan, y de repente, el pan y el vino se convirtieron físicamente en la carne y la sangre de Cristo. Otros dicen que el pastor murió al llegar a la iglesia; o que el cáliz que se guarda allí es el Grial auténtico, lo cual dicen que inspiró a Wagner para la composición de Parsifal, nada menos.

Pero quedémonos con lo que nos interesa, que es lo del Grial. Porque, para nuestra sorpresa, tendremos noticias relacionadas con el tema en los siguientes capítulos.

Bien, pues hemos completado lo que mucha gente considera la etapa más bonita del Camino y, aunque parezca increíble, ya estamos en Galicia. La odisea que empezó en Santurtzi enfila su recta final. Todavía hay mucho que contar y sobre todo, que recorrer. Pero ya estamos más cerca, y se huele la lluvia y el mar.

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