martes, 28 de enero de 2014

Potongo

Durante todo el siglo pasado el crecimiento urbanístico fue poblando las laderas de Artxanda de viviendas, carreteras e instalaciones de diversa índole. De esta forma, una buena parte de su superficie se ha visto colonizada e incorporada al casco urbano, perdiendo casi todo su carácter de espacio natural.

Aun así, y aunque sea en muy pequeñas dosis, es posible encontrar rincones que todavía resisten al empuje de la humanización, conservando el encanto de lo casi virgen a sólo unos pasos de la ciudad y de las zonas más transitadas. En el siguiente recorrido vamos a explorar un par de lugares que quizá nos van a sorprender.

                DISTANCIA: 4,4 km.
            DESNIVEL: 210 m. (30-240) 
DIFICULTAD: Muy Baja 3 (2-1-0)
ITINERARIO: lineal  
ACCESOS: Ida: Puente de La Salve  
                             Vuelta: Plaza Pío X (Deusto)
            VIAS: Bidegorri, senderos de tierra, carretera
ENLACES CON Artxanda por Vía Vieja de Lezama  (Variante)
TRACK:
Más información:
Sobre el circuito DH (fotos): 
           http://dangerandtxemikaze.blogspot.com.es/2011/12/dh-potongo-2007.html
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 24




            Todos los barrios al norte de Bilbao, desde Deusto hasta Otxarkoaga, tienen acceso directo a la entrañable colina de Artxanda o sus estribaciones, de forma que podríamos contar unos cuantos caminos posibles. Pero para no liarnos solemos iniciar casi siempre estos recorridos desde el Puente de La Salve.

Ahí precisamente arrancamos en esta ocasión, siguiendo los pasos de la entrada Artxanda por La Pesetita. Cruzamos el puente de La Salve por la acera izquierda, junto al Guggenheim, y, ya en la orilla contraria, tomamos el bidegorri que, sin dejar de ascender, describe una curva sobre el acceso a los túneles. Las vistas son soberbias sobre la ciudad, que contemplamos arropada por los montes que se extienden por el sur.

Empezamos a subir
Llegamos a un cruce señalizado donde, para no perder las buenas costumbres, tomamos el camino que sube, es decir, hacia la izquierda. Con suave pendiente, trazamos una curva y accedemos a un promontorio bajo una gran torre eléctrica, al lado de otro cruce. Giramos a la izquierda para ganar unos metros más y, junto a un panel informativo (hace poco derribado, seguramente por algún descerebrado) tomamos un sendero herboso y llano que sale por la izquierda (DESVIO-1), con el Colegio Jesús y María de frente, en el alto.

Aquí, aunque estamos a dos pasos del área recreativa que se extiende por la derecha, ladera arriba, se siente uno en otro lugar. Avanzamos por camino generalmente solitario, con la urbe desaparecida tras el arbolado, disfrutando de una tranquilidad que no se espera, a sólo un puñado de metros del tráfico y el ruido. Hasta alguna ardilla hemos podido ver encaramandose a los árboles.

Desvío junto a la caseta
Vamos bordeando una vaguada por donde cae un pequeño regato sin nombre, y atravesamos un puente de madera. Enseguida accedemos a un camino, que tomamos hacia la izquierda, abandonando aquí el itinerario que antes citábamos. Casi de inmediato nos encontramos con un senderito que remonta por la izquierda hacia una casa de piedra, una caseta y una especie de rampa herbosa de frente, bajo unos cables eléctricos; pero dejaremos todo esto de lado para tirar por la derecha (DESVIO-2), sin camino, subiendo con fuerza por la hierba hasta acceder a la parte superior de la zona de bancos denominada Pikotamendi.

Aquí encontramos además una fuente y una nueva ración de panorámicas bilbaínas, por si no habíamos tenido bastante. Por cierto, aprovechamos para hacer una recomendación: las vistas sobre Bilbao resultan ya casi tópicas, pero si queremos ver algo notable de verdad, merece la pena venirse hasta alguna de estas laderas por la tarde en un día despejado para contemplar cómo el sol ilumina mágicamente la silueta del macizo de Legarmendi y el Gorbea hacia el sudeste, una pasada.

Sendero hacia Pikotamendi

Por nuestra izquierda según hemos llegado tenemos a la vista otro panel con un mapa y junto a él arranca un senderito, que debemos tomar. Este agradable camino, recientemente marcado con la pintura rojiblanca del GR, nos aleja de nuevo de las zonas más concurridas trepando por el verde entre arbolillos jóvenes. Se ve que la senda tiene éxito, porque desde que la descubrimos hace unos años ha pasado de ser apenas una traza semioculta a todo un sendero perfectamente marcado y reconocible. Y además en su parte final presenta una buena pendiente, a veces por encima del 20%, para que no olvidemos que estamos en el monte… aunque sea el pobre Artxanda.

Bancos en la cima
Salimos en unos minutos a una pista junto a un portón, y giramos a la derecha. Tras una curva y otro pequeño tramo recto, descubrimos por la izquierda otro estrecho sendero que remonta por la hierba, y por él seguimos hasta la redondeada cima de PIKOTAMENDI, también con fuente, algunos bancos y nuevas vistas, lógicamente más amplias que antes.

Cruzamos la campa hacia la vertiente contraria, atravesamos la carreterilla que la bordea y accedemos a la carretera general que discurre por el cordal, lo que podemos hacer mediante un atajillo que surge cerca de un pequeño transformador.

VARIANTE: Una vez en la carretera, podemos lógicamente alargar la excursión dirigiendonos por la derecha a las zonas más concurridas y conocidas de este monte, el parque, campo de fútbol, San Roque, etc., para lo que nos remitimos a la entrada Artxanda por Vía Vieja de Lezama

Lo de tener que acceder a la carretera no tiene realmente ninguna gracia, y nos chafa un poquito nuestro plan digamos de caminos alternativos. Pero la realidad es que –salvo que alguien nos saque del error, y ojalá sea así-  si queremos movernos hacia el oeste, no queda otro remedio que chupar asfalto. Es algo que llama la atención, porque da la sensación de que no sería difícil abrir un camino por la ladera sur desde Pikotamendi hasta el punto que indicamos luego, por la trasera de un par de fincas. Podrían ser como mucho unos 500 metros y no hay desniveles fuertes que salvar; pero algún problema habrá, quizá legal, porque ni siquiera para habilitar el GR bilbaino han conseguido abrir este camino. En fin.

Hacia el norte: valle del Txorierri, Serantes y el mar

De manera que intentamos ignorar los coches y disfrutar de las cosas que vamos teniendo a la vista: el valle del Txorierri, con el Abra al fondo (en días claros vemos hasta el Cerredo y la Virgen de las Nieves en Cantabria), el viejo molino que comparte espacio con maquinaria de construcción (¡), y poquito más. En una curva, el GR nos abandona por la izquierda (nuevo panel informativo), junto a un muro y una cosa extraña de hormigón que incorporaremos al catálogo de misterios que inauguramos el otro día. Hasta aquí podría llegar el hipotético camino que decíamos antes.

Escuela de Hostelería e inicio del sendero
Un tramo recto más, y ya tenemos al frente el monte Banderas (izquierda, con sus antenas) y San Bernabé por la derecha. Por la izquierda, aparece además el edificio de la Escuela de Hostelería, hacia donde nos dirigimos. Justo antes de llegar a él, sale en bajada un camino asfaltado que no nos interesa, y en este mismo punto (DESVIO-3) arranca un senderito de tierra, que en principio lleva casi la dirección contraria a la que traíamos. Este es el nuestro. Por él accedemos a la zona de Potongo, por donde bajaremos para volver al casco urbano.

Hay que advertir que la zona que vamos a recorrer se utiliza como circuito de DH, que es un tipo de descenso extremo en bici, o sea, una cosa un poco bestia, como podremos comprobar. El trazado es bastante conocido y apreciado por los aficionados a estas cosas, por lo que no es imposible encontrarnos con alguno haciendo el cabra; habrá que andar un poquillo atentos porque, como se puede comprender, las leyes de la física tampoco deben poner fácil frenar a quien baja desatado por estas pendientes.

El camino es en principio bastante ancho y se va estrechando después, para sumergirse entre el arbolado. Contra lo que pudiera suponerse, el lugar es en apariencia casi virgen, y nos parecerá mentira que estemos en el torturado Artxanda. Y, por lo que respecta a las bicis, hay que decir que, salvo el muy currado trazado del sendero, el resto del paraje se encuentra impoluto, y es raro encontrar objetos o desperdicios en los alrededores.

La trocha serpentea entre árboles, a veces con buenos desniveles y taludes, y pronto encontramos los primeros cajones y rampas de madera con los que estos chiflados hacen sus drops –o sea, unos saltos que quitan el sentío. Aunque hay sucesivas bifurcaciones, no hay problema porque todas van en la misma dirección, y de hecho vuelven a reunirse más abajo. La bajada tiene algunos tramos tan verticales que no resulta fácil, sobre todo si no llevamos bastón, y no digamos si ha llovido. Y uno se pregunta cómo se puede bajar por aquí con la burra, si ya andando se hace complicado. 

Dirá alguno que tampoco es para tanto. Vale, pues vean uds. las fotos del link que ponemos arriba, o este video:


El único punto que quizá puede suscitar dudas es un cruce en un claro, junto a otra de las rampas. Un camino algo más ancho cruza de izquierda a derecha (procede de la subida a Ugasko y enlaza con el GR), y nosotros seguimos de frente, tomando el sendero más estrecho y que baja más o menos de frente. Tras otro tramo parecido al anterior, el camino se hace cada vez más angosto, ladeando ya entre la hierba y por entorno más abierto. Hay sitio justo para el paso de una bici, y queda claro que a pie se necesita un pelín más de espacio para transitar.

Parte final de la bajada
Sigue otro trecho más sinuoso, muy bonito y en fuerte bajada, y vamos llegando al final. Y para mantener el interés, deberemos salvar un pequeño talud como de un par de metros para desembocar en una carretera. Por aquí descendemos junto a unas pistas deportivas, pasamos bajo el puente del tren, al lado del Colegio Mayor Deusto, y salimos finalmente a la plaza Pío X de Deusto, donde damos por terminada la excursión.

Y con todo esto, hemos descubierto algunos lugares poco conocidos que aún conserva nuestro pequeño monte para disfrute de la gente a la que le gusta el monte... que asfalto y edificios ya tenemos bastante.

jueves, 23 de enero de 2014

Neologismos

Es de todos conocido cómo la denominación de muchas de las tendencias artísticas proviene de la ocurrencia de algún crítico. Imaginemos al diletante de pelo cano y casual desaliño, bajo los efluvios del coctel de inauguración de una exposición, diciendo aquello de Donatello chez les fauves! O una chorrada similar.

Pero no, no se nos ha ido la olla. Como aquí no merecemos la atención de ningún crítico, alguna vez vinimos en llamar ‘gastrosenderismo’ a esa nuestra natural tendencia a rematar las excursiones con algo de picoteo o un trago de algún tipo. Ya se sabe, así terminamos a veces en plan ‘no podemos perdernos las croquetas de no sé dónde’ o ‘nada mejor que una cañita en la terraza de ese bar’. Vermucito, bocatas, caldo, pollos asados, incluso algún copazo, todo vale.

Pero resulta que un día, trasteando por ahí, encontramos que eso de ‘gastrosenderismo’ era un palabro que ya se utilizaba en Internet. Así que, como no habíamos hecho la gestión pertinente en el Registro de la Propiedad intelectual, y nos da rabia que la peña piense que hemos copiado la idea, en adelante cambiaremos el concepto por el de

APRÈS-MARCHE

¿No se llama après-ski a las actividades para después de la jornada de esquí? Pues aquí lo mismo. Y encima mejoramos la imagen: no sólo porque de esta forma abarcamos más que la mera hostelería (bañitos en la playa, visitas culturales, marchón en sentido amplio), sino porque lo otro sonaba un poco a excursión para pijos. Además, qué quieren que les diga, así, en francés, la cosa tiene otro tono.

Vanity page

Bueno, hace ya una temporadita que hemos superado las 50.000 visitas, y no habíamos dicho nada, notese la prudencia y humildad. Pero tampoco está mal darle un poco de vidilla a la autoestima, así que lo hacemos constar ahora, por si alguien no se había dado cuenta.

Tampoco nos volvemos locos. Ya se sabe que la mayoría no son visitas de ciudadanos interesadísimos en lo que contamos, sino usuarios que accidentalmente caen por aquí mientras buscan vete a saber qué. Pero bueno, hace ilusión que se vaya llenando el contador.

Como también mola un montón que nos dejen comentarios, no sé si se pilla la indirecta. El único que nos hace algo de caso es el bueno de Pedro Descubriendoalturas, pero tampoco estaría mal que otros distinguidos visitantes participasen un poco más, que es gratis, hombre.

Desamor cartográfico

En la columna de gadgets, justo aquí a la derecha, ponemos un link a la Cartografía de Bizkaia. Se refiere a la guía cartográfica de 2.004 que aparece en la página de la Diputación. Como le tenemos afición a los mapas, hemos manejado con gusto esta herramienta, que a veces ha resultado muy útil.

En algunos momentos hemos detectado algunas cosas llamativas en la toponimia, pero a medida que vamos viendo cada vez más mapas, las sorpresas se multiplican. No dudamos de la profesionalidad de quienes han elaborado este trabajo, pero sí parece claro que algunas denominaciones se alejan demasiado de las que utilizan normalmente no sólo los aficionados sino gente más puesta, como clubs de montaña, asociaciones, o páginas de rigor contrastado como Mendikat. 

Ya lo comentamos en la entrada Mandoia, con aquél Gazteluzar al que el mapa llamaba Munurrutu, que nos dejó fritos. Pero han ido apareciendo más cosillas extrañas: Pikotamendi rebautizado como Zarandoa; Peña Helada o La Rasa, desaparecidas de los montes de Triano; etabar...



Y más sorprendente aún resulta cómo a veces algunos lugares parecen cobrar vida y reubicarse a cierta distancia. Unos poquitos ejemplos::

-          todo el mundo sabe que Ganeroitz y Apuko son el mismo monte, pero en el mapa 32 se desdobla en dos, el segundo de los cuales escapa hasta la cumbre de Peñas Blancas/Haitz Zuriak, denominación que desaparece. Creo que ya lo comentamos en alguna ocasión
-          el pequeño barrio lemoiztarra de Saraketxo (que en realidad es Sarakoetxe) no está donde dice el mapa, sino unos 3 kms. más al este
-          las primeras elevaciones del macizo de Legarmendi subiendo desde Artaun son, de izquierda a derecha, Basabil, Torrondieta y Asuntza. Bien, pues este último nombre desaparece, adoptando el de Torrondieta; el que éste a su vez deja libre lo ocupa Basabil; y el suyo (donde se encuentra la majada) pasa a denominarse nada menos que Laurtuondoko Puntea. Y así.

Bueno, y tampoco es cuestión de repasarnos los sesentaytantos mapas, pero da la impresión de que estas ligerezas se repiten con demasiada frecuencia.

Insisto, la cartografía está muy bien, nos seguimos sirviendo de ella, pero quizá habría que darle una vuelta a la nomenclatura, no sé, por ejemplo coincidiendo con el décimo aniversario de su creación. O sea, ya mismo.

Misterios sin resolver

¿A que cuando uno anda un poco por ahí se encuentra cosas bastante insólitas? Pues venga, inaugurada queda esta sección, donde iremos poniendo algunas fotos llamativas.

Empezamos por esta cosa, a ver si alguien sabe decir qué es, porque nos tiene bastante descolocados.











Y de estos árboles huecos hay unos cuantos, yo creo que la mayoría de estas formas fantasmagóricas son castaños. Ahí va éste -bastante famoso, porque lo hemos visto en varias publicaciones- localizado cerca de Sodupe. 



Bueno, y por ahora lo dejamos aquí, que mientras no nos paguen no queremos trabajar más.

lunes, 13 de enero de 2014

Goikogane

A orillas del Nervión, los municipios de Arakaldo y Arrankudiaga lindan al oeste con tierras alavesas, dominadas por el importante núcleo urbano e industrial de Llodio-Laudio. El río es el hilo conductor de comarcas de perfil accidentado, donde se suceden estrechos valles y elevaciones generalmente modestas, y se funden de forma llamativa el mundo rural y los polígonos industriales.

Justamente aquí muere el cordal que se desprende del macizo del Ganekogorta en dirección a levante, y que finaliza en el orgulloso cono de Goikogane, cuya inconfundible silueta domina el paisaje ribereño. Una moderada ruta, muy montañera, nos acerca a esta cima desde Arrankudiaga, abriéndonos la puerta al vistoso cresterío por el que podemos continuar si la ruta nos ha resultado demasiado breve.

                DISTANCIA: 8,4 km.
            DESNIVEL: 575 m. (125-702) 
DIFICULTAD: Media-Baja 8 (5-3-0)
ACCESOS: En coche desde Bilbao, AP-68 en dirección Vitoria Gasteiz. Nada más pasar el peaje de Areta, tomar la salida a Llodio, e inmediatamente, dirección Arrankudiaga por la BI-625. Se deja una primera desviación por la izquierda y en la segunda, junto al cartel de fin de Arrankudiaga, se encuentra el punto de inicio. Bizkaibus A3918 Bilbao-Orozko (c/ Bailén) parada 3264 (Otxanduri) RENFE línea C3 estación Arrankudiaga o Arbide
            VIAS: Sendero de tierra 
ENLACES CON
Más información:
http://www.mendiak.net/foro/viewtopic.php?f=46&t=29788 (otra ruta con fantásticas fotos)
Guía cartográfica de Bizkaia mapas 42-51


Perfil (ida)

       
Para allá vamos
    Bueno, pues de estas tierras limítrofes de complicada orografía eran mis abuelos, y de Arrankudiaga en concreto mi aitita, a quien me referí hace una temporada. Así que, trantandose de subir al Goikogane, no había duda sobre el punto de partida. Por cierto, que en algunas zonas de Bizkaia decimos ‘aitita’ y no ‘aitite’, así que no se trataba de ninguna errata.

Siguiendo lo indicado en Accesos, según salimos de la autopista giramos a la derecha y seguimos hasta ver por la izquierda un cartel con el límite territorial de Arrankudiaga, una parada de Bizkaibus y un desvío con un camino de cemento. Aquí se inicia nuestra ruta. Empezamos por subir esta rampa, y en unos metros vemos por la derecha un camino que debemos tomar, compuesto por grandes guijarros, que hacen muy incómodo el caminar.  

Camino por el pinar
Pasamos junto a una caseta de aguas y después junto a una pequeña granja. El firme se va haciendo más amable, terroso y con algo de hierba y, sin perder el camino principal, nos internamos bajo arbolado. En pocos minutos llegamos a un claro, donde giramos a la izquierda. Esta parte de la ruta resulta agradable, ganando metros suavemente. Entre los árboles divisamos una casa solitaria, algo más que una casa de labranza y algo menos que un caserío, que es la chabola de Artetxe. Poco más adelante, encontramos un DESVIO por la derecha, que vamos a tomar, aunque de frente veamos un cairn que nos invita a no desviarnos.

VARIANTE: Efectivamente, podemos continuar de frente, y quizá nos compliquemos un poco menos la existencia, aunque también recorreremos unos 500 metros más. Sin abandonar en ningún momento el trazado, describimos una amplia curva, y finalmente llegaremos al punto que indicamos después, donde enlazamos con el trayecto que se describe.

Valla en el atajo
Viene ahora un tramo algo más confuso, con abundantes argomas y el camino un poco desdibujado, como antiguo. Nos encontramos una puerta metálica ‘modelo mallazo’ (VALLA-1), con una especie de cierre por un costado, aunque tampoco hay mucho problema en trepar y saltar al otro lado.  Al otro lado de la valla, el trazado es cada vez más difuso y sembrado de pinchos y zarzas. En unos metros, nuestro rumbo gira a la izquierda y el sendero pasa después a perderse definitivamente. Aquí hay que tirar un poquillo de intuición para buscar las zonas más limpias sin dejar de ganar metros, en general diríamos hacia nuestras 2. Tras un recorrido corto aunque algo penoso, recobramos otra senda que nos conduce a una nueva puerta (VALLA-2). Por aquí
Vista sobre Untzueta
salimos a otro camino, que tomamos en subida hacia la derecha. Por aquí llegaremos si hemos seguido la variante.

Así que en realidad hemos seguido una especie de atajo, seguramente atravesando una antigua finca. Y a cambio de algún rasguño, no sólo nos hemos ahorrado unos minutos de marcha, sino que hemos podido disfrutar de una formidable imagen del cercano Untzueta, y la primera vista de nuestro objetivo, tan cercano y potente como realmente es.

Ahora el sendero sigue un agradable llaneo, con pequeñas subidas y bajadas, entre pinos jóvenes que a veces invaden el camino, con vistas al barranco de Bealenerreka, en cuya otra vertiente se distinguen varias pistas en las laderas desnudas por las talas. Vamos ladeando por la parte baja del Goikogane, y se agradece lo suave del recorrido para reponer fuerzas. Pasamos un bonito regato y atravesamos una especie de viejo vallado abierto, con vistas cada vez más amplias sobre Upo y Artanda, y el Anboto y su cordal que emergen por el fondo.

Camino por la ladera
Llegamos a una trifurcación (CURVA), con un pequeño recodo verde donde por la derecha llega el camino desde el barrio de Gorosarri, una vía un poco más usual que la nuestra para subir desde Arrankudiaga. Giramos aquí a la izquierda, casi 180º, y tomamos el camino que sube con más fuerza, un sendero terroso bajo más pinos.

Siempre en subida, a veces moderada y otras más fuerte, tras un tramo recto salimos otra vez del arbolado, y el camino se puebla de piedras. Estamos ante otro trecho más o menos llano por la ladera norte de nuestro monte, por donde proliferan grandes arbustos de brezo blanco, que seguiremos viendo después. Pasamos otro arroyo, canalizado de aquella manera, y llegamos a una especie de MIRADOR, con el Ganeko de frente y el cordal de Kamaraka por la izquierda. Tras los árboles, apenas se puede ver el valle de Zollo y a nuestra espalda queda el Goikogane, que todavía parece lejano y de cuya cima nos separan bastantes metros de desnivel que habrá que remontar.

Cordal del Ganeko desde el sur
Efectivamente, este es un buen punto para dedicar unos minutos al paisaje y a tomar un respiro, porque ahora viene lo bueno. Hay que girar a la izquierda, en dirección sur, por una muy respetable rampa pedregosa, con un potente desnivel. Se pasa una curva en herradura y seguimos ganando metros, para llegar finalmente a un agradable COLLADO que separa nuestro monte del resto del cordal.

Mugarriluze y Kamaraka desde el collado



Último tramo de subida

Ya tenemos a la vista, por la izquierda, la última txanpa para acceder a nuestro objetivo: un verdísimo cono de campas rasuradas y surcadas por un estrecho y muy marcado sendero. Aunque la pendiente es fuerte, tan cerca de la cima se hace sin sentir. Tras pasar lo que parece una trinchera del Cinturón de Hierro (hay varias placas por aquí), en el último repecho llegamos por fin al buzón con forma de cruz de la cima (GOIKOGANE, 702 m.), en poco más de una hora desde el inicio. Por el lado izquierdo hay una empinadísima ladera con la que hay que tener cuidado, y hacia Llodio se extienden los prados. En la arista se sitúa la divisoria entre Arrankudiaga y Llodio, y por tanto, entre Bizkaia y Alava.






Las vistas son fantásticas. En primer término el Untzueta, algo por la izquierda los montes de Durango, y por la derecha el Gorbea, con sus cimas más importantes, y el valle de Orozko a los pies. Hacia el sur, la interminable línea recta de Sierra Gorobel/Salbada y bajo nosotros, Llodio y la pequeña colina de Alpitzu. Hacia el Este vamos descubriendo Oiz, Artanda y Upo, ya vistos antes, Sollube, Jata, Pastorekorta y el cordal del Paga, donde destaca la gran masa rocosa bajo su cima… Sólo por el norte el cresterío nos priva de la perspectiva. Una ikurriña se levanta unos metros más abajo, casi en vertical sobre el valle, como coronando la torre de un castillo.  

VARIANTE: Situados aquí, el cordal que enlaza con el cercano Ganeko nos invita a alargar un poco la excursión con una visita a alguna cima más. Volvemos a bajar hasta el collado anterior y cogemos el senderito bien marcado que recorre la cresta en dirección oeste. Superamos una zona donde aflora la roca y tras una bifurcación, accedemos a la primera cumbre (Mugarriluze, 735 m.). Tras descender ligeramente, y siguiendo siempre el cordal, remontamos de nuevo en un par de rampas algo más duras, para conquistar la cima más importante del cresterío (Kamaraka, 800 m., centenario, por si interesa), en unos 20 minutos desde el collado.

De no haber optado por prolongar la ruta, nos volvemos por el mismo camino, tras haber completado un recorrido gratificante y variado, que a buen seguro habrá satisfecho nuestro gusto por las mañaneras.

Realmente, Arrankudiaga no es un lugar que nos ofrezca actividades muy emocionantes, pero podemos dar un paseíto por el apacible centro, tomar un traguillo o echar un vistazo a alguno de los interesantes puentes que cruzan el Nervión. Prácticamente desde cualquier punto del pueblo tendremos una hermosa vista del monte que acabamos de visitar.

miércoles, 8 de enero de 2014

Camino '87 15ª Jornada: Foncebadón-Ponferrada (23,2 kms.)




Hacer el Camino, todo o en parte, andar durante sucesivas jornadas a razón de 20, 30 o 40 kilómetros cada una, tiene efectos inevitables. En un par de días aparecen las ampollas y rozaduras, que convierten el caminar en un suplicio, la mochila parece pesar una tonelada, las articulaciones se resienten, se hinchan los tobillos, uno raramente se alimenta bien y sobrevienen problemas intestinales, a veces se pasa hambre y sed.

Por no hablar del cansancio, ese cansancio infinito contra el que sabemos que nada podemos hacer, porque deberemos seguir andando, un kilómetro tras otro, decenas, cientos de ellos, con calor, con lluvia, madrugando y sin descansar bien ni suficiente.

Si todo esto ocurre hoy, en mayor o menor medida, cuando hacer el Camino es algo extendido y conocido por todos, se dispone de servicios más o menos suficientes para atender al caminante y uno circula casi siempre en compañía, cabe pensar hasta dónde se multiplicarían las dificultades hace un cuarto de siglo. Aunque se vaya en grupo, que siempre arropa un poco, y aunque se tengan veinte tacos.

Pero todas las adversidades quedan borradas en ciertas ocasiones.

Muy poco después de abandonar Foncebadón, en apenas un par de kilómetros estamos en MONTE IRAGO, cuya cima (afortunadamente) no hay que coronar, quedando por la derecha del itinerario. En unos minutos más, tras un par de curvas que ladean las lomas, se encuentra con otro lugar mítico, que en mi opinión es una de las recompensas a las que me refería: la CRUZ DE FERRO, el punto más elevado del Camino, a unos 1.500 metros de altitud.

La cruz en sí es un simple poste junto a una pequeña ermita, llamada naturalmente de Santiago. Pero su carácter especial proviene del montículo de piedras sobre el que se asienta. Según la tradición, cada peregrino transporta una piedra y la deposita a los pies de la cruz; es como dejar cada uno testimonio de su propio Camino, formando un conjunto que es la suma de experiencias acumuladas a lo largo de los siglos.

El grupo, con mucha piedra y poca cruz
Llegados a semejante lugar, se puede estar horas viendo los mensajes dejados por los peregrinos en las piedras. O, desde esta atalaya, sentir a nuestros pies todo lo recorrido y por recorrer, y pensar lo extremadamente lejano que queda, en el tiempo y en el espacio, el lugar desde donde empezamos a andar.

O se puede pensar que a partir de aquí todo será bajar, lo que constituiría un muy grave error.

Manjarín
En otros 3 kms. nos acercamos a MANJARÍN, otro pueblo fantasma, famoso porque hace años que un ermitaño (dicen que un templario, sí, habeis leído bien) instaló un albergue manufacturado en medio de las viejas ruinas. El pintoresco personaje, uno de los varios que se pueden encontrar en la ruta, fue de gran ayuda para los peregrinos cuando por la despoblada zona no había ningún tipo de servicios en muchos kilómetros, y su presencia otorga un curioso aire hippie al enclave. Desconocemos si en el 87 estaba ya allí.

Bajada hacia El Acebo
Poco después empezamos a descender, primero suavemente, atajando el camino las curvas de la carretera, y después de forma bastante vertiginosa y en línea recta, hasta EL ACEBO (km. 394), recogida y coqueta población con sus tejados de pizarra, de la que el narrador destaca la Fuente de la Truita y una señal que indica la dirección hacia la ferrería de Compludo. Por cierto, que la visita en cierta ocasión a esta ferrería tuvo bastante que ver, un poco por casualidad, con la afición senderista de quien esto escribe. Pero esa es otra historia.

Por algunos de estas caminos parece que a nuestros peregrinos del 87 les cayó una buena lluvia, y tuvieron que echar mano de las capas -elemento que puede ser importante no olvidar en el equipamiento-, con lo que se hizo posible tomar la foto que ponemos a continuación. Se diría que forman una columna de insectos jorobados, tal vez endémicos de los montes leoneses:


Ya estamos alrededor de los 1.000 metros, y aún seguiremos bajando, aunque ya más flojito, pasando por RIEGO DE AMBRÓS (km. 397), hasta llegar a la hermosa localidad de MOLINASECA (km. 399). Aquí desaparece el halo misterioso y algo intimidante de las solitarias montañas que acabamos de recorrer. El puente romano cruza sobre el río Meruelo (incluso tiene una especie de playita) y nos conduce a la Calle Real, flanqueada por edificios que rezuman nobleza.

Molinaseca: puente e iglesia
Una amiga decía que era un pueblo de muy buen ambiente peregrino, y con su insistencia en quedarnos allí casi nos desbarata la programación de toda la ruta. Pero la verdad es que es un clásico punto de concentración de los caminantes, lo que siempre resulta agradable –salvo que estemos buscando sitio para dormir.

Esto, claro está, si nos referimos a las dos últimas décadas, porque no sabemos exactamente con cuántos peregrinos se encontraría nuestro grupo de chavales. Pocos, de cualquier forma.

En todo caso, el relato no deja de destacar el aspecto social del Camino: ‘es quizá lo más característico y hermoso de todo el recorrido: franceses, germanos, andaluces, navarros… unos a pie, otros en bici, en coche, en grupo, parejas, solos, jóvenes, adultos, de la tercera edad… todos, por el Camino, hablábamos, nos ayudábamos, compartíamos, nos sentíamos unidos por un lazo e ideal común’.
La sensación seguro que la tienen muy fresca todos los que hayan hecho el Camino. Esa convivencia y buen rollo es efectivamente una de las notas definitorias de esta experiencia, quizá la que más sólidamente queda grabada en el peregrino.

Entre Molinaseca y Ponferrada hay sólo 7 kms., pero se hacen largos. Siempre en suave descenso –ya estamos en torno a los 600 metros- el camino es cada vez menos solitario, se van viendo grupos de casas y algunas granjas, y ya se intuye la proximidad de la ciudad.

Es de nuevo lo que llamábamos el síndrome del Camino, porque además tenemos que dar un cierto rodeo para acceder al núcleo urbano por el sur, atravesando el puente del Mascarón. Más edificios, pabellones industriales y barrios periféricos, hasta terminar de entrar de veras en la ciudad.

Una vista de Ponferrada
Llegamos finalmente a PONFERRADA (km. 405), de nuevo la civilización, que en esta ocasión quizá no nos resulte tan chocante como en León. Los romeros destacan, entre los muchos elementos del patrimonio histórico, la renacentista basílica de la Encina, el hermoso Ayuntamiento y, por supuesto, el espléndido castillo templario próximo al curso del Sil. 
El castillo











Estamos ya en el Bierzo, frontera con la deseada Galicia y fin de la segunda parte del Camino según el diseño realizado al principio, que el cronista define como ‘la más pintoresca y de mayor sabor romero de todo el Camino’ -aunque igual ésto hasta lo habíamos dicho antes.


Llevamos algo más de 400 kms. desde el Cantábrico, la mitad por caminos accidentados y más o menos improvisados de Bizkaia y Burgos, y casi otros tantos de sofocantes llanuras castellanas. Ahora parece que estamos cerca, pero nos falta un tercio justo para llegar al Obradoiro. Y tampoco será fácil. 



jueves, 2 de enero de 2014

Camino '87 14ª Jornada: Astorga-Foncebadón (25,3 kms.)




Seguramente reconfortados por la minietapa anterior y la escala en población tan acogedora como Astorga, la expedición empieza ya a abandonar las oceánicas llanuras castellanas, y empezará a conocer los montes de León, es decir, poco a poco recobraremos la compañía del verde, aunque también empezaremos a encontrar desniveles que creíamos olvidados.

Iglesia en Murias de Rechivaldo
Salimos de Astorga por la LE-142, siempre en dirección oeste, y en un par de kilómetros pasamos VALDEVIEJAS (km. 359) y en otros dos, la población que recibe el gótico nombre de MURIAS DE RECHIVALDO (km. 361). La ruta ataja en esta ocasión por un camino vecinal, dejando por la derecha Castrillo de los Polvazares, minúscula pero muy interesante aldea, cuyo nombre proviene del polvo rojizo que domina toda la zona.

Continuamos ganando altura muy suavemente atravesando los pequeños núcleos de SANTA CATALINA DE SOMOZA (km. 365) y EL GANSO (km. 370), ya por encima de los 1.000 metros. En algunos momentos tenemos a la vista el Teleno, un señor monte que se va más allá de los 2.100, y es la cumbre de todo el macizo leonés. Poco antes de alcanzar la siguiente población se encontraba el Roble del Peregrino. El viejo árbol era uno de
Roble del peregrino
esos hitos clásicos que dotan de simbología al Camino. Lo vieron nuestros amigos en 1.987 y se fotografió junto a él servidor años después; pero hace poco más de un mes lo tronchó un vendaval de viento. Así que dejamos aquí la foto para el recuerdo.

Con perfil similar al que traíamos alcanzamos en unos 7 kms. RABANAL DEL CAMINO (km. 377), a donde se accede por una calle empedrada en ligera subida.

Rabanal del Camino
Este recoleto pueblo posee interesantes muestras de la arquitectura típica de la comarca, y una curiosa plazoleta junto a uno de los albergues más antiguos, muy anterior a la eclosión jacobea del 93. Es probable que nuestros amigos hiciesen una parada en este punto, ya recorridos 20 kms. desde Astorga, porque es la localización perfecta para reponer fuerzas y afrontar mejor el tramo final de la etapa, donde habrá que empezar a subir de verdad, como bien comprobamos en el perfil. Lo que no sabemos es si habrán catado la memorable sopa de un mesón al final de la calle principal (lástima no recordar el nombre) aunque, si lo hubiesen hecho, seguro que lo habrían hecho constar.

En Rabanal ya estamos a 1.100 metros, y nos vamos adentrando sin remedio en los montes de León. Así que iremos subiendo cotas, poco a poco pero sin apenas descanso, bordeando lomas, mientras el paisaje alrededor se va volviendo más accidentado, y sucesivas curvas nos hacen olvidar los enloquecedores trazados rectilíneos de jornadas anteriores. Pero tampoco nos engañemos, las tierras de la Maragatería son todavía ásperas y solitarias, y los desniveles contribuirán a minar nuestras fuerzas.

Llegamos así al final de etapa en FONCEBADÓN (km. 382), un lugar que no deja indiferente a nadie que haya pasado por allí. Mi primera noticia de este paraje fueron unas impresionantes fotos de un libro que no
recuerdo: un pueblo abandonado, con todas sus casas en ruinas desde hace décadas, la piedra de los muros derrumbada y esparcida bajo el sol, silencio y olvido, un auténtico pueblo fantasma de aspecto un poco sobrecogedor.




La hoja de ruta dice que ‘trae recuerdos a la mente de lo que tuvo que ser en pleno florecimiento del Camino en la Edad Media, núcleo importantísimo en el peregrinaje con hospitales, monasterios, hospederías... hoy abandonado". Así lo encontraron en 1.987, y así seguía cuando lo vimos más de diez años después, aunque ya entonces se veían un par de edificios en proceso de restauración.



Por lo que hemos visto, parece que actualmente el enclave ha recobrado algo de vida, con algún albergue y restaurante, y la rehabilitación de su iglesia. No es extraño este renacer, porque estamos en un punto estratégico de esta parte del Camino, muy cerca de algunos lugares emblemáticos que nos esperan para la próxima jornada.

Lo que no queda claro es dónde pernoctaron los peregrinos de Santurtzi, si acaso una vez más a la fresca junto a las inestables paredes de algún viejo edificio, o tal vez algo más adelante. Pero como se señala Foncebadón como final de etapa, lo dejaremos aquí hasta la próxima ocasión.