miércoles, 29 de agosto de 2012

El final del verano

Algo así sonaba una canción de los 60, con aire solemne y algo trágico. No es de extrañar, porque juntar en una frase las palabras ‘final’ y ‘verano’ da lugar a algo bastante horroroso.

En estas fechas, el tipo clásico es el de quien mira con espanto cómo se consumen los últimos días, con la negra perspectiva del síndrome postvacacional y el careto del jefe asomando por el horizonte. Desgraciadamente, en los últimos tiempos se ha sumado la figura del parado que igual ha podido tomarse las últimas semanas con algún relajo, y a quien en estas fechas se le despierta de nuevo la ansiedad por encontrar un curro, un trago duro. Y hasta podríamos añadir un tercer modelo de sufridor moderno, aquél a quien ya le tiemblan las piernas pensando en el día que tiene que volver al tajo, mientras se pregunta si no se encontrará la persiana echada.

Todo bien triste, todavía bastante más que la foto que tenemos aquí arriba.

En fin, que para eso estamos aquí, para proponer planes baratos que nos sirvan para distraernos, hacer ejercicio y ver bonitos paisajes. Y hasta traer alguna pincelada de humor, como la que viene aquí detrás.


Canon del buen dominguero

Lo de dominguero nos va como anillo al dedo, y nunca hemos tenido empacho en reconocerlo. Todas nuestras rutas se pueden hacer con poquito esfuerzo en una mañana aunque, claro está, también podemos alargarlas o enlazarlas, bocata mediante.

El blog ‘A lo tonto, a lo tonto’ nos cuenta cosas variopintas sobre lugares, recorridos, fotos, un poco de todo, siempre con chispa y buen rollo. Y sacada de aquí teníamos guardada esta perla, que transcribimos a continuación:

Un día de monte como mandan los cánones de todo buen dominguero:
- No madrugar
- Subir en coche hasta mitad de camino
- Paso suave
- Perderse en varias ocasiones
- Bocata de tortilla y CocaCola

La verdad es que todo ello nos cuadra bastante bien, excepto el último punto, porque es raro el día en que nos acordamos de llevar siquiera una mísera botella de agua.

Podéis ver aquí el simpático texto, acompañado de buenas fotos del Eretza.  


Otro librito

Se trata de ‘El karst del Pagasarri’, editado por la Diputación de Bizkaia en fecha sin determinar (no la hemos encontrado) y elaborado por el Gaztetxe Espeleologi Taldea (165 páginas)
                                   .
Confieso que lo compré en un mercadillo por un precio indecente, más aún cuando se trata de un ejemplar lujoso (bilingüe, gran formato, papel de calidad, pastas duras y todo eso), con profusión de fotos, datos y gráficos explicativos, incluso dos espectaculares mapas.

El libro explora (nunca mejor dicho) el macizo del Paga, descubriendonos aspectos que no podríamos imaginar mientras simplemente paseamos por sus caminos y campas. Nos cuenta cosas interesantes sobre la formación de estas montañas, sus características hidrológicas y geológicas y, con enorme detalle, los secretos de las cavidades que se internan en sus entrañas –los sistemas del Sueño y Nogales, que normalmente a duras penas sabemos localizar.

Se analiza además la riqueza y variedad de la flora y fauna de nuestro monte, lo que ayuda a entender la importancia de preservar estos espacios naturales, que tenemos tan cerca de casa, pero son al mismo tiempo tan sensibles a los estropicios provocados por el hombre.

Sobre todo, es un trabajo serio y riguroso, con datos exhaustivos y a veces muy técnicos, por lo que no es el tipo de libro que se lee de una sentada, sino más bien un manual de consulta del que echar mano de vez en cuando para conocer algún asunto concreto.

Así que, tratandose del Paga, debería ser un título que cualquier bilbaino que se precie debería lucir en su estantería, aunque también es posible que no sea fácil de encontrar.


Salutaciones y recordatorios

Naturalmente, no podemos irnos sin mandar un saludo a nuestros nuevos seguidores (bueno va, también a los antiguos), que animan a seguir aportando lo que se pueda… aunque, hum, también notamos la presión de tantos ojos que nos miran. Porque nos miran ¿no?

Para ellos, esta fotico de encinar entre sol y sombra.

Y, aunque no lo parezca, el correo sigue abierto para los comentarios, ideas, cosas, que nos queráis contar. Ya se sabe: ibilkat@gmail.com

Bye.

martes, 14 de agosto de 2012

Burgoa desde Bakio

El muy playero municipio de Bakio se ve rodeado por dos formaciones montañosas de cierto relieve: Jata, un clásico de Bizkaia, por el Oeste, casi encima del núcleo urbano; y por el Este, algo más lejano y disperso, el macizo de Sollube, una de cuyas estribaciones se  extiende por el Garbola y continúa por el pequeño brazo del Burgoa, que parece prologarse hasta el cabo Matxitxako.

La ruta parte de la carretera a Bermeo, junto a la encantadora ermita de San Pelaio, para ascender sin ninguna dificultad y con estupendas panorámicas hasta la cima, por donde nos asomamos al vecino Urdaibai, después del cual la costa continúa hacia levante.


DISTANCIA: 5,6 kms 
            DESNIVEL: 270 m. (180-450)  CENTENARIO
DIFICULTAD: Ninguna 2 (1-1-0) 
ITINERARIO: ida y vuelta   Inicio y final: Ermita de San Pelaio (Bakio)
VIAS: Camino asfaltado, pista de tierra y cemento, sendero
ACCESOS: Desde Bilbao en coche, BI-631 dirección Mungia y Bermeo. En el cruce de Larrauri BI-2101 dirección Bakio, y aquí BI-3101 dirección Bermeo. Justo después de la señal hacia la ermita de San Pelaio se encuentra a la izquierda el parking de Larrazain (‘01’). Bizkaibus A3518 hasta Bakio y A3524 hacia Bermeo con parada en San Pelaio.
Más información:
Guía cartográfica de Bizkaia mapa 4


Perfil (ida)
San Pelaio
 La ermita románica de San Pelaio data al parecer del siglo XI ó XII, por lo que es una de las construcciones religiosas más antiguas de Bizkaia, junto a las de Abrisketa en Arrigorriaga o Zumetxaga, también en las inmediaciones de Bakio. Según se explica en un interesante panel informativo, los antiguos pobladores de la zona vivían sobre todo en las laderas de los montes para cuidar de sus huertas y su ganado (por lo visto, hace 1.000 años la playa y los bares no tenían mucho tirón), es decir, alejados del centro del pueblo y de su iglesia, razón por la que se construían estos pequeños edificios de culto en lugares aparentemente tan inhóspitos.

La cima desde el pórtico
Y aquí se inicia nuestro camino, no sin antes disfrutar de la belleza y tranquilidad del lugar, en especial de su precioso pórtico, desde el cual ya podemos observar la cima hacia la que nos vamos a dirigir. Debemos continuar en suave ascenso por el camino asfaltado por el que hemos llegado, con la ermita a la derecha y un cementerio por la izquierda.

Sin ninguna desviación, vamos dejando por la izquierda varias antenas y un edificio verde, y pasamos un portillo de madera siempre abierto, para salir enseguida muy cerca de la carretera nueva hacia Bermeo. Por la derecha sale un camino con otra puerta de madera, que también desechamos. En todo momento tenemos a la vista primero una antena-torreta y más a su derecha la cima, por lo que el camino es evidente y no hay posibilidad de confusión.

Poco después el firme pasa a ser de tierra, teniendo por la derecha el barranco del arroyo Aumerreka, que nos ofrece el amplio repertorio de verdes de su intenso arbolado. Más o menos por aquí nos adentramos en el municipio de Bermeo, siempre con una pendiente muy benévola y prácticamente uniforme.

Jata, con Bakio a sus pies
Dejamos a la derecha una puerta metálica de acceso a alguna explotación pecuaria y el camino discurre junto a un vallado que delimita una de las varias repoblaciones forestales que iremos viendo. Por la derecha tenemos siempre vistas sobre el cercano Garbola y más atrás la cima de Sollube, coronada por antenas. En algunos momentos divisamos a lo lejos el Ganeko y el Eretza. A las 5 queda Bakio, al abrigo del Jata, y a nuestra espalda vamos viendo una porción cada vez más amplia de la costa hacia occidente, que disfrutaremos mejor a la vuelta.

Gaztelugatxe y Aketz
Por la izquierda tenemos, cada vez más próximo, un gran promontorio que mira al mar, cuyo nombre no hemos podido encontrar; como tampoco hemos dado con un posible acceso, cubierta como está la ladera de argomas y matorral. Enseguida llegamos a una especie de cruce, con un camino que sale por la izquierda, y que podemos detenernos a explorar. Merece la pena, porque podremos amenizar la algo monótona subida: en muy pocos metros nos encontramos encima de la carretera, con una fantástica vista del tómbolo de San Juan de Gaztelugatxe con el impresionante peñón de Aketz y, más a la derecha, el faro de Matxitxako.

Torreta de Aznabarra
 Vamos finalizando esta parte de la ascensión con un último tramo casi recto, jalonado por unos postes, que nos conduce a la instalación de comunicaciones de Aznabarra, una especie de antecima donde se sitúa la antena que nos ha guiado durante todo el camino, y que es más bien una torreta de vigilancia o algo así.

Justo antes de alcanzar el vallado, junto al antepenúltimo poste sale por la derecha un camino irregular y pedregoso que desciende ligeramente, y con claridad se encamina hacia un el collado de Sanjoanoñetza, que separa Aznabarra de la última pala hacia el Burgoa, con un bosquecillo delimitando la vertiente que cae hacia Bermeo.

Collado y última rampa
Aquí encontramos los postes amarillos de un gaseoducto que parecen provenir de la muy cercana plataforma La Gaviota. Ya sólo queda el último repecho hacia la visible ikurriña de la cima, con un desnivel algo más acusado, para alcanzar la cumbre (BURGOA, 450 m.), en aproximadamente 30 minutos desde la ermita -para que luego no digan que no miramos la hora.


Bermeo, Izaro y estuario de Urdaibai

Parapeto y mojón en la cima
Aquí nos encontramos, además de la bandera, una especie de parapeto de piedra en cuyo interior se encuentra el mojón, y donde también se suele colocar un Belén, y dos buzones, uno de ellos con una trainera. Aunque la panorámica hacia Bakio ha quedado tapada por las laderas que hemos ido superando, tenemos por el contrario una hermosa perspectiva hacia el oeste, con Bermeo en primer término, la desembocadura de Urdaibai y la isla de Izaro, tras la cual destacan los poderosos acantilados de cabo Ogoño.

Y de nuevo nos acompaña el mítico video cimero que solemos tomar prestado de los colegas de Biendealtura (hasta que se enfaden y nos denuncien a la SGAE):


Nublado, verdad? Es que parece que todos esperamos a la meteorología un poco chunga para subir al pobre Burgoa. Con las imágenes tan extraordinarias que se nos pierden entre las brumas…

VARIANTE: Si la ruta se nos ha hecho corta, podemos prolongarla sin mucho esfuerzo para coronar el Garbola, cima principal de esta parte del macizo. No hay más que seguir la dirección que traíamos para descender primero y volver a subir unos 80-100 metros. El camino, de unos 2 kms., es cómodo y sólo hay que seguir el sendero principal, sin desviarse a derecha o izquierda, para acceder a la cumbre.

Playa de Bakio y costa oriental
El descenso lo hacemos por el mismo camino de subida, al que le podemos sacar algún otro aliciente. Tras descender al collado, podemos abandonar el camino por el que hemos venido, siguiendo en línea recta y dejando por la izquierda las instalaciones de Aznabarra. Aunque el sendero es apenas visible, progresando entre algunos árboles y hierba alta puede llegarse a una pequeña atalaya desde la que podemos ver cabo Matxitxako. Por la izquierda de este punto al que hemos llegado parece ser que hay (o había) un vertedero y una poza.

La continuación hacia San Pelaio nos ofrece la espectacular panorámica que a la idea tuvimos a la espalda, con los rompientes de la costa oriental, monte Ermua y Billano. Por ahí se esconden también -aunque algo se deja ver- las monstruosas instalaciones de la central de Lemoiz. En días claros, al fondo puede distinguirse la costa de Cantabria.

Tras el apacible descenso, tenemos a mano el simpático ‘01’, pegado al parking de Larrazain del que hemos partido, además del inevitable Eneperi, a unos pasos carretera adelante. Pero además abajo nos espera Bakio, uno de nuestros favoritos de la costa vizcaina, con su pedazo de playa, y oferta hostelera para todos los gustos, sobre todo en verano. Imprescindibles La Parra y La Bakiense. Gastrosenderismo de ibilkat, una vez más.