jueves, 24 de mayo de 2012

El mirador de ibilkat


En este mes de mayo nuestro blog ha cumplido su primer añito de vida y nadie nos ha regalado nada, ni un mísero comentario, hay que ver, aunque alguien nos ha puesto un +1 en alguna parte, cosa que no sabemos bien lo que significa.

Pero en vez de ponernos mohínos, nos felicitamos a nosotros mismos (además, varias veces), y hemos decidido regalarnos algo. Y nada mejor que unas buenas fotos, es decir, buenas dentro de nuestra limitaciones.

Aprovechamos para ello que nos hemos dado cuenta de una cosa bien bonita: desde nuestro pequeño Arraiz, al que hemos dedicado algunas de las entradas más antiguas (con la correspondiente crítica a su forzoso nuevo look), resulta que tenemos a la vista la mayor parte de los destinos de nuestras excursiones, al menos los más próximos a Bilbao. Es algo curioso, tratandose de esta modesta tachuela, pero es que está estratégicamente situada de forma que distinguimos un montonazo de parajes conocidos, y además desde muy corta distancia.

Así que lo hemos rebautizado como
mirador de ibilkat

¿a que mola? ¿alguna objeción? Vale, el rótulo queda abrumadoramente soso. Conste que en el Word lo habíamos dejado niquelado, con estrellitas y todo, pero Blogger nos lo despoja de todo el encanto.

Y como tampoco sabemos hacer esas panos maravillosas que se ensanchan ad infinitum, pues hemos hecho esta especie de collage así, a cachos, con muchas de las cimas y algunos parajes que hemos visitado en el blog, y que se ven sin movernos de aquí. Observa y aprende.

Hacia el oeste, vemos esto:


Y más al norte, estotro, que decían los antiguos:



Al ladito del botxo, cómo no, el querido Artxanda, más largo que alto, en dos trozos:
Uno:


Y dos:



Mucho más cerca de nosotros, los vecinos. Curiosamente, la cima del Paga no se ve, porque queda tapada por el Ganeta. Lo mismo le pasa a Upo, con Artanda delante, al lado de Arnotegi. Y por la izquierda, delante del Mugarra y los durangueses, que se ven bien claritos al fondo, debe andar el Saibi, pero no terminamos de identificarlo. La cosa queda así:



Y finalmente, el olvidado Erreztaleku, los dos grandotes del sur, y sus hermanos menores:



Y, claro, en medio de todos, nuestro anfitrión, aquí a la derecha.

No cabe duda de que visto en persona el panorama es mucho más espectacular, así que recomiendo una visita aprovechando un día despejado como el de las fotos (por cierto, luego dicen que en abril llovió todos los días, ja).

Y después de todo este agradable espectáculo montañero y su correlativa cháchara, acabamos diciendo que poco a poco, si el tiempo acompaña, y sin duda animados por los muchos comentarios que, como hemos dicho, dan vidilla al blog (notese de nuevo la ironía un poco sangrante), iremos completando las cimas que faltan, y algunas otras más lejanas, si se tercia, también.

Gracias por vuestro interés.



domingo, 20 de mayo de 2012

Vía Verde de Arrazola

Situado en los confines del Parque Natural de Urkiola, el valle de Atxondo constituye una estampa típica del mundo rural vasco, rodeado de algunos de los montes más sobresalientes de Bizkaia, y jalonado por caseríos, ganado, iglesias y ermitas, siempre con el fondo del verde intenso de praderíos y bosques.

Resulta difícil imaginar un tren minero circulando por este paisaje, pero así fue hasta bien entrado el siglo XX, y hoy recorremos su antiguo trazado, de norte a sur, para disfrutar de un tranquilo paseo en tan fotogénico entorno.


DISTANCIA: 9,4 kms 
            DESNIVEL: 80 m. (160-240)
DIFICULTAD: Muy baja 3 (0-3-0)  
ITINERARIO: ida y vuelta  Inicio y final: Apatamonasterio (Atxondo)
VIAS: Pista de tierra
ACCESOS: Desde Bilbao, autopista dirección Donostia Salida 88 Iurreta-Durango. Se toma la N-634 en la misma dirección. Se gira a la derecha por la BI-636 en dirección Elorrio, pasando Abadiño y Muntsaratz hasta Apatamonasterio. En el cruce seguir BI-4332 dirección Arrazola (derecha) y aparcar. Bizkaibus A3923 Bilbao-Elorrio hasta Atxondo.
ENLACES CON Amillondo
Más información:
Sobre el tren minero:
Cartografía de Bizkaia Mapas 54-59



Inicio de la Vía Verde
Para acceder al inicio de la Vía Verde en Apata hay tomar la calle Jose Antonio Agirre (la principal) en dirección a Arrazola y enseguida salirse por la izquierda, tras un grupo de casas, hasta una pista de tenis junto a una arboleda. Aquí continuamos unos metros en la misma dirección hasta descubrir un puentecillo de piedra (PUENTE) sobre el arroyo, donde ya encontramos el camino.

A partir de aquí no necesitamos ninguna indicación para continuar la ruta, evidente y bien señalizada, que discurre casi siempre paralela a la carretera que recorre el valle. Con buen tiempo, el camino, de piedrilla compactada y prácticamente llano, es muy frecuentado, aunque hay que advertir que, por ello mismo, no está permitido a las bicis.

El primer tramo discurre bajo un agradable arbolado en paralelo al arroyo Arrazola (que el Word se empeña en transformar en Aráosla, que ya hay que ser retorcido). Casi desde el primer momento, tenemos a la vista la mole calcárea del Anboto y su cordal, ofreciendo su impresionante perfil más de mil metros por encima de nosotros. La imagen nos acompañará todo el trayecto, desde diferentes perspectivas, a cual más plástica.

Marzana
Pronto salimos a terreno despejado para encontrarnos por nuestra derecha con el pequeño barrio de Marzana, con la iglesia de San Martín junto a un caserío entre frutales. Serán éstas las primeras muestras de arquitectura rural, de las que iremos viendo interesantes ejemplos. El camino se encuentra siempre flanqueado por vallas a ambos lados y marcado por discretas balizas que nos indican la distancia recorrida (muy útil), y cuenta con paneles informativos sobre los distintos puntos de interés, además de con numerosos bancos y alguna fuente. En suma, que está muy bien dotado de los servicios necesarios en este tipo de rutas.

Cruzamos la carretera y a nuestra derecha queda una amplia explanada de hormigón y, siguiendo entre caseríos y granjas con distintos tipos de ganado, pasamos junto a una zona de columpios. Desde aquí tenemos una formidable vista del gigante de esta zona de Bizkaia.  

Anboto desde el camino

           Cruzamos un par de accesos a unos caseríos y enseguida tenemos a la izquierda el barrio de Santiago, que cuenta con una ermita notable que podemos visitar saliendonos del camino por la izquierda. Vamos alternando zonas abiertas con otras más arboladas y el camino es siempre amable y llano, con alguna pendiente muy suave.

Río Arrazola
Cada vez vamos teniendo más próximo el cresterío rocoso, y encontramos a continuación una pequeña represa del río, con una bonita cascada junto a un par de bancos. Dejamos después a la izquierda otro caserío de grandes dimensiones y de inmediato vemos también por la izquierda el molino de Ibarra, uno de los varios que aprovechaban las aguas del río como fuerza motriz.

Llegamos así al núcleo de Arrazola, donde destaca su espléndida iglesia de San Miguel. Nos encontramos exactamente bajo el Anboto, a la vista de cuyas paredes calizas (atxak) se explica bien el topónimo de Atxondo. Junto al puente sobre la carretera que lleva a Axpe hay una fuente desde donde observamos el gran caserío Urrutia, considerado uno de los más antiguos de Bizkaia.

Torre de San Miguel de Arrazola

Ermita de San Roque
Por nuestra izquierda vamos contemplando las amplias plantaciones de coníferas sobre las laderas del Memaia, uno de los muchos elementos del paisaje natural que, junto con los diferentes caseríos, frutales y pastos con diversos animales, van amenizando el paseo. Llegamos así a uno de nuestros lugares favoritos de la zona: la encantadora ERMITA de San Roque. El pequeño edificio se recuesta sobre un talud, rodeado de verdes campas junto al estrecho cauce del río, a donde se asoma su viejo pórtico.

Area de El Tope
Continuando el camino, en menos de 500 metros, llegamos al TOPE, antigua estación término de la vía férrea, hoy acondicionada con baños y una pequeña área recreativa. Hay una vagoneta junto a otro panel informativo sobre la actividad minera, que perduró en la zona durante más de un siglo.

VARIANTE: Aunque la Vía Verde termina aquí, podemos continuar el camino para internarnos hacia las antiguas minas de Errotabarri, que apenas distan otro medio kilómetro. No hay más que continuar en la misma dirección, camino del Besaide, ahora por sendero de tierra (a veces algo embarrado) hasta encontrar algunos de los pocos vestigios que quedan de la industria extractiva.

Camino hacia las minas
En El Tope damos por finalizada la ruta, de algo menos de 5 kms. Es un buen sitio para dar cuenta del bocata, si es el caso, y como alternativa tenemos al otro lado de la carretera el restaurante Makatzeta, ideal para un aperitivo, aunque si vamos a condumio completo estamos hablando de palabras mayores, algo quizá poco apropiado para una mañana dominguera. Si no queremos volver por el camino ya recorrido, aquí mismo tenemos la parada del Bizkaibus A3913 que nos lleva de vuelta a Apata, o hasta Durango si así lo preferimos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Buciero

Santoña es algo más que pesca y veraneo. Su núcleo urbano mira hacia el estuario recostado a la espalda del pequeño macizo de Buciero, que lo protege de los embates del Cantábrico. Esta especie de pequeña península se puede recorrer mediante diversos itinerarios, bien expuestos en un estupendo mapa editado por al Ayuntamiento, en los que podemos admirar su varios faros, un interior de marcado carácter montañero, fortalezas que evocan un convulso pasado, y vertiginosos parajes sobre el mar.

Un entorno espectacular, incluido en el Parque Natural de las Marismas, que en esta ocasión recorremos parcialmente, con ascenso a la cruz que se erige sobre la localidad marinera, y atravesando parte de la zona montañosa, para terminar en algunos de sus impresionantes acantilados.


DISTANCIA: 6,4 kms 
            DESNIVEL: 360 m. (0-364)
DIFICULTAD: Media-Baja 8 (2-3-3)  Dificultad de tránsito/orientación Rampas del 40%
ITINERARIO: circular  Inicio y final: Paseo marítimo de Santoña
VIAS: Carretera, senderos de tierra, lapiaz
ACCESOS: Desde Bilbao, autopista dirección Santander salida 177 Cicero-Treto-Santoña. Se toma la N-634 hasta Santoña. Aquí, seguir dirección al Paseo marítimo
            Más información:
Cartografía de Cantabria PESC Mapas 4-5 en:





Paseo con el fuerte al fondo
Situados en el amplio paseo marítimo de Santoña, junto a la playa de San Martín, tenemos que dirigirnos hacia el este, es decir, a nuestra izquierda según miramos al mar, hacia el visible fuerte, también llamado de San Martín, cuyo acceso encontramos al otro lado de un campo de rugby. Desde el primer momento tenemos a la vista la gran cruz que corona la cima, justo en la vertical del pueblo.

Por las fortalezas, hacia la cruz

Subimos una escalinata para acercarnos a la entrada del FUERTE, que tenemos a la derecha. Las hermosas vistas que disfrutamos a nivel del mar van ganando perspectiva según ascendemos, y ya tenemos una amplia panorámica sobre esta zona del litoral, con Laredo enfrente y la marisma hacia el oeste. El edificio defensivo parece datar del siglo XVII, siendo posteriormente reconstruido, y es hoy un centro cultural que se puede visitar.

Fuerte de San Martín frente a Laredo
Continuamos subiendo junto a pequeñas casitas que parecen colgadas de las laderas, suponemos que antiguas viviendas de pescadores. Llegados a una bifurcación en curva giramos a la izquierda, en dirección a los fuertes napoleónicos (fuerte del Mazo). Casi de inmediato, dejamos a la derecha la batería alta de San Martín, instalación complementaria de la anterior, que cuenta con un parquecillo en su interior. Poco a poco, las casas se van diseminando y el camino, al principio enrevesado, se va haciendo más lineal.

Camino en El Helechal
Vamos ahora bordeando la vertiente oeste de la península por el llamado Camino de la Montaña, con vistas hacia la marisma y Montehano y, poco después, vemos al fondo del camino otra casa aislada, situada en el interior del fuerte Napoleón, o del Mazo. Llegamos así al Polvorín de EL HELECHAL, antiguo depósito de munición donde ahora hay una especie de casa de labranza, que tenemos a la derecha. Al lado, un panel nos informa de las distintas rutas que recorren el macizo.

Verja y sendero de subida
Aquí abandonamos el asfalto y nos adentramos en el monte. Hay que rodear la caseta para tomar, por la parte trasera, un agradable sendero, ancho y pedregoso bajo arbolado, que recuerda a las corredoiras del Camino de Santiago. Por él seguimos unos minutos, convirtiéndose después en una senda herbosa, ya en terreno despejado. Pasamos junto a una granja (derecha) y después el recorrido discurre entre los linderos de varias fincas.

El camino describe una curva a la izquierda, siempre entre los muretes de piedra, y avistamos por la izquierda la última borda, situada junto a un gran peñasco. Aquí abandonamos el sendero principal para atravesar una PUERTA en el vallado por la izquierda. Tras ella, un senderillo estrecho empieza a remontar fuertemente hacia la visible cruz de la cima.
 
Cerca de la cruz
La senda es cada vez más angosta y tortuosa, con fuerte pendiente y creciente presencia de rocas que afloran dificultando el tránsito. Nos estamos aproximando al lapiaz que rodea la cumbre, visible desde gran distancia. El desnivel es cada vez más duro y a veces hay que ayudarse de las manos, aunque afortunadamente las marcas del PR con círculo verde ayudan a buscar los pasos más practicables. Pasamos un par de pequeñas canales y, tras un corto pero intenso esfuerzo, alcanzamos la zona más o menos llana que circunda la cruz, a la que accedemos sin dificultad (BUCIERO, 364 m.)

Merece la pena detenerse un rato a contemplar las excepcionales panorámicas, además de recuperar un poco el aliento. Hacia el norte vemos la magnífica playa de Berria, continuando por la pequeña sierra de Mijedo (el Brusco) y la línea de costa hacia poniente, donde distinguimos al fondo el Cabo de Ajo. Justo a nuestros pies, observamos con toda claridad el camino que acabamos de recorrer desde el Polvorín, y tras él las marismas de las que sobresale el inconfundible Montehano. Hacia el sur, le hermosa estampa de la bahía, con Laredo y la ría de Treto, cuyo curso se adentra en los valles interiores.

Playa de Berria y costa occidental


Santoña, la marisma y Montehano


Laredo

Se siente uno dominador de una amplísima extensión que incluye importantes poblaciones, mar, montañas y ríos, con lo que entendemos bien el valor estratégico del lugar, y la consiguiente proliferación de instalaciones militares. A nuestro lado hay un bosquecillo, junto el que despunta una gran bandera. Parece ser que por aquí se encuentra el punto más elevado, que no coincide exactamente con la cruz.

Y ahora vamos tierra adentro.

Misteriosos bosques, acantilados de infarto

Peña Ganzo
Giramos ahora en dirección este, descendiendo suavemente entre las blancas calizas que asoman entre el verde, teniendo ya a la vista a nuestra izquierda Peña Ganzo, principal elevación del macizo, sólo unos pocos metros por encima del Buicero. Enseguida descubrimos un camino que sale por la izquierda, con señal indicando la dirección a la citada cima.

VARIANTE: Si queremos completar la visita a las dos cumbres principales, no tenemos más que seguir este sendero, que directamente nos lleva al Ganzo, en unos 25-30 minutos ida y vuelta. El camino no presenta mayor dificultad, transcurriendo en parte bajo arbolado y con una parte final rocosa semejante a la recién visitada, aunque las vistas son peores que en el Buciero.

Atravesando el bosque
Casi de inmediato nos internamos en vegetación enmarañada y sombría, ejemplo típico del bosque cantábrico que podemos ver en otros puntos del litoral. En este entorno se conserva un alto grado de humedad, de forma que podemos ver troncos y rocas cubiertos de musgo. El tránsito resulta así algo complicado, debiendo cuidarnos de resbalones. Tras un corto tramo, salimos a un prado en dirección sureste, con vistas a Laredo y más tarde hacia el este, sobre la costa oriental de Cantabria.

Y de nuevo nos sumergimos en el arbolado, aún más cerrado y confuso que el anterior. El entorno es mágico y atrayente, pero también impresiona, porque estamos en la semioscuridad, abrumados por la vegetación y sin camino reconocible. Aquí hay que tirar otra vez de las marcas, estratégicamente situadas cada pocos metros, por lo que hay que prestar atención y retroceder si en unos pocos pasos no vemos la siguiente. Perderse en esta maraña no es una buena opción, pero la travesía resulta divertida y, con un poco de calma, no tiene por qué haber ningún problema.

Valle de los Avellanos
Avanzamos siempre en ligero descenso, hasta que alcanzamos el punto más bajo, un pequeño espacio, por supuesto solitario y silencioso, con arbolado menos espeso, en el fondo de la dolina. Se diría que estamos en el fin del mundo, si no fuera porque sólo una corta caminata nos separa de la civilización. Nos lo recuerda un elemento que, encontrado aquí, resulta insólito: una placa que nos informa que estamos en el Valle de los Avellanos, denominación inocente que aquí nos resulta chocante, con lo que adquiere cierto aire misterioso.

Siguiendo por la parte más llana y accesible, encontramos, ahora sí, un sendero que nos conduce poco después entre varias paredes de roca, donde otra placa nos indica que estamos en una antigua mina de hierro, por llamativo que parezca. Más adelante pasamos un cruce en el que debemos desechar el camino que sale por la derecha, como indican claramente las marcas que debemos seguir siempre.
Casa de la Leña

Finalmente, el camino desemboca en la costa oriental, saliendo a una ancha pista pedregosa protegida a tramos por un muro sobre enormes acantilados. Tomamos este camino hacia la derecha, en suave bajada. Junto a los descomunales peñascos, tenemos inmejorables vistas hacia el este, sobre las elevaciones costeras de Cantabria, en primer término la Candina, con Sonabia a sus pies. Con tiempo despejado, puede verse sin dificultad Punta Lucero y el Serantes y, continuando el litoral vizcaíno, Cabo Billano. Observese que con sólo recorrer la distancia entre el Buciero y esta parte de la costa, hemos podido contemplar dos puntas (Ajo y Billano), distantes entre sí unos 60 kilómetros en línea recta.

Peñón del Fraile
Siempre en suave descenso, encontramos poco más adelante la Casa de LA LEÑA, un gran caserío de piedra. Y en unos minutos más, otra de las maravillas de la zona: el impresionante Peñón del Fraile, un gigantesco peñasco como desprendido de la montaña, que cae a pico sobre el mar, como un fiordo. Hay que andarse con ojo, porque algún imbécil se ha encargado de romper el vallado justo en el punto más peligroso, y donde se tiene una mejor imagen del peñón.

La continuación del camino, muy pedregoso y por ello algo incómodo, nos ofrece nuevas perspectivas sobre el sur y alguna otra imagen de vertiginosos acantilados y formas rocosas inverosímiles sobre el mar. Ya aproximandonos al fin del trayecto, encontramos por la derecha una gran hoquedad en la roca llamada el ‘culo de Santa Marta’, y pronto nos encontramos cerca de las primeras casas, con vistas sobre el Fuerte de San Martín. No queda ya sino deshacer los primeros metros de nuestro camino de ida para regresar al punto de partida en el paseo marítimo.

Un trabajo bien hecho

La excursión resulta enormemente vistosa, y entretenida por lo variado de los parajes y caminos. Resulta perfectamente practicable, aunque tampoco está exenta de alguna pequeña dificultad que la hace más interesante, es especial los fuertes repechos justo antes de la cima y el relativamente complicado paso por el bosque. Por eso conviene ir sin prisas.

Hay que advertir que por motivos técnicos (o sea, que no tenemos ni idea por qué) la precisión del track es algo deficiente. Pero dicho ésto, en mi opinión es mejor hacer la ruta sin GPS, porque le priva del puntito aventurero. Además, insistimos una vez más que las marcas están colocadas de forma impecable, con lo que hasta el más despistado –damos fé- es casi imposible que se pierda.

Así que queda dicho y repetido lo del excelente trabajo de señalización, que de paso demuestra que no hacen falta tantos carteles y flechas como a veces se acumulan en muchos sitios. Con unas marcas como las de toda la vida, siempre que estén bien situadas, es suficiente para guiarnos por terreno desconocido. Y en este caso, en un entorno bastante complicado, el resultado es digno de elogio. Enhorabuena por tanto a sus responsables -se la dimos por mail a la Oficina de Turismo de Santoña, pero ni nos contestaron. Se ve que llevan mejor lo de organizar rutas que las relaciones públicas con los 'Pachis'.